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EUROESPAÑA

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OBITUARIO<br />

Manolo Velázquez,<br />

la elegancia hecha fútbol<br />

Velázquez, en su<br />

debut contra Turquía.<br />

De izquierda a<br />

derecha, Amancio,<br />

José María, Grosso,<br />

Sanchís, Pirri, Iribar,<br />

Paquito, Gallego,<br />

Violeta y Reija.<br />

Su despedida en la selección coincidió con el debut de Del<br />

Bosque. Con ellos, Iribar, Benito, Camacho, Capón y Pirri, de pie;<br />

agachados, Rexach, Gárate, Santillana y Rojo I.<br />

Velázquez solo fue diez veces internacional no porque no<br />

tuviera talento suficiente para serlo en más ocasiones, sino<br />

por su especie de aura de jugador intermitente, algo que<br />

nunca corroboraron sus números. Debutó con la selección<br />

el 1 de marzo de 1967 contra Turquía (0-0) en Estambul en<br />

partido de fase de clasificación para la III Eurocopa, la de<br />

Italia, junto a Iribar, Sanchis, Gallego, Reija, Violeta, Paquito,<br />

Pirri, Amancio, Grosso y José María a las órdenes de<br />

Domingo Balmanyá y se despidió de ella frente a Rumanía<br />

en Madrid (1-1), en partido de fase de clasificación para la<br />

Eurocopa de Yugoslavia (1976) el 17 de abril de 1975. Esa<br />

A<br />

Manolo Velázquez siempre le gustó ir como un pincel.<br />

Eso fue algo que no perdió nunca. Iba como un<br />

pincel a los entrenamientos y salía de ellos más fresco<br />

que una rosa, bien peinado, perfectamente combinado, siempre<br />

con ropa de sport, y con una sonrisa extremadamente afectuosa.<br />

Como un pincel jugó al fútbol desde sus primeros años en el<br />

Real Madrid, a cuyas divisiones inferiores se incorporó cuando<br />

tenía solo 15. Fue cedido posteriormente al Rayo que, de alguna<br />

manera y en algunos casos, aceptaba en aquellos tiempos, mediados<br />

los sesenta, una especie de papel de un poco filial de los<br />

de Chamartín (allí jugaron el goleador Lasheras, Toni Grande<br />

y algunos más) y más tarde al Málaga. Regresó a su Casa, que<br />

nunca fue otra que el Real Madrid, aunque mantuviera siempre<br />

fuertes vínculos con la ciudad andaluza, para iniciar la temporada<br />

1965/66 y ese fue un momento clave en su carrera y en la<br />

del club que empezaba a desprenderse de los jugadores que le<br />

hicieron más grande. Ya se había ido Di Stéfano, pero aún seguían<br />

Santamaría, Puskas, Gento…<br />

1966 fue el comienzo de una etapa espléndida en la historia<br />

de los blancos, que después de seis años volvieron a ganar<br />

una Copa de Europa. Aquella temporada, la 65/66, la Liga se<br />

la había llevado el Atlético de Madrid de Madynabeitia, Rodri,<br />

Calleja, Griffa, Jayo, Rivilla, Ruiz Sosa, Glaría, Cardona,<br />

Adelardo, Ufarte, Luis, Jones, Mendoza, Collar y otros. El Real<br />

quedó a un punto (43) de los rojiblancos, pero en la Copa de<br />

Fue pieza fundamental en el Real Madrid<br />

de los “ye yés” que se consagró con la<br />

sexta Copa de Europa en Bruselas. Tenía<br />

calidad y talento, pero, sobre todo, un<br />

aire especial en una época de grandes<br />

interiores izquierdos.<br />

Europa nadie pudo frenar a los “merengues” que eliminaron<br />

sucesivamente al Feyenoord, al Anderlecht y al Inter en una<br />

semifinal memorable. Un gol de Pirri decidió (1-0) en Madrid<br />

y otro de Amancio, precioso, recortando jugadores neroazurri,<br />

en San Siro (1-1). La final de la Copa de Europa enfrentó a un<br />

Real Madrid mezcla de veteranos (Betancort, que por lesión no<br />

pudo disputarla, Araquistain, Pachín, Sanchis, Zoco, Amancio y<br />

Gento) con jóvenes con una ilusión y una calidad desbordantes<br />

como De Felipe, Pirri, Serena, Grosso y, naturalmente, Velázquez.<br />

La victoria sobre el Estrella Roja de Belgrado fue muy<br />

costosa. Vasovic adelantó a los yugoslavos, pero los madrileños<br />

respondieron con dianas de Amancio y una impresionante<br />

volea final de Serena para alzar (2-1) el sexto de sus títulos.<br />

Sus pocos años y unas fotos en las que aparecían con peluca a<br />

lo Beatles el propio Velázquez junto a Betancort, De Felipe, su<br />

gran amigo de siempre, Sanchis y Pirri hizo que se les bautizara<br />

como “ye yés”. Con esa denominación quedaron para siempre.<br />

Aquella final la ganaron Araquistain; Pachín, De Felipe, Sanchis;<br />

Pirri, Zoco; Serena, Amancio, Grosso, Velázquez y Gento.<br />

La temporada siguiente, Velázquez jugó 26 partidos como<br />

titular del equipo blanco en los que marcó tres goles. Poseía la<br />

suficiente calidad como para ejercer su maestría como conductor<br />

de juego y tuvo una incidencia capital en el éxito del equipo.<br />

No fue nunca un jugador físico (para eso tenía el equipo<br />

aquella máquina arrolladora que era Pirri), pero daba gusto ver<br />

Jugó diez partidos en la selección a la que llegó en 1967 y<br />

de la que salió en abril de 1975. Su adiós al equipo nacional<br />

coincidió con el debut en él de Vicente del Bosque.<br />

como conducía el balón, siempre abajo, como deslizaba pases<br />

interiores y hasta como le pegaba cuando se decidía a rematar.<br />

El año siguiente (1967/68) disputó 28 partidos, consiguiendo<br />

diez goles y el siguiente 30, en los que hizo diez. La temporada<br />

1971/72 fue titular en 32 partidos. Esos cuatro años fue campeón<br />

de Liga, triunfos que repitió en la campaña 1974/75 (17 partidos),<br />

en la que ya empezó a ser desplazado por Günter Netzer.<br />

La última de las seis Ligas que levantó fue la de 1975/76, en la<br />

que volvió a disputar la nada despreciable cifra de 22 encuentros.<br />

Colgó las botas en el Toronto un año más tarde.<br />

Su apariencia en el campo y fuera de él pudieron hacer creer<br />

que no era un hombre de gran carácter, pero lo tuvo para discutirle<br />

al todopoderoso Santiago Bernabéu de la época, el<br />

hacedor, sin duda, del gran Real Madrid, que ir siempre de<br />

punta en blanco no significaba que no pudiera ser una pieza<br />

clave en el Real Madrid. El presidente, que no veía en él la<br />

sencillez que siempre trató de imponer y que creía que era el<br />

fundamento de todo buen profesional, le conminó a afeitarse<br />

el bigote, a lo que Velázquez no accedió, creándose con ello<br />

una fama, exagerada, de contestatario si bien es verdad que<br />

siempre decía algo más que no pocos de sus compañeros. Incluso<br />

su entrenador, Miguel Muñoz, muy sarcástico y defensor<br />

de la línea presidencial, respetó enormemente a Velázquez,<br />

que se despidió del club con 402 partidos jugados y 59 goles<br />

marcados. El 6 de junio de 1970 fue causante indirecto de un<br />

gran escándalo, en un partidos de cuartos de final de Copa<br />

del Generalísimo en el Camp Nou. Rifé, defensa lateral derecho<br />

del FC Barcelona, le derribó cuando Manolo se dirigía<br />

en clara posición de gol hacia el marco local. El derribo se<br />

produjo claramente fuera del área, pero José Emilio Guruceta,<br />

árbitro del partido, señaló penalti y en el Camp Nou se armó<br />

la marimorena. El encuentro no llegó a cumplir su tiempo reglamentado<br />

por estar invadido de objetos el terreno de juego.<br />

tarde marcó el gol de España a los seis minutos de juego.<br />

Con él jugaron Iribar, Camacho, Benito, Capón, Pirri, Del<br />

Bosque, Rojo, Rexach, Santillana y Gárate.<br />

Aquejado de una irrecuperable enfermedad, Velázquez vivió<br />

años en Fuengirola, donde falleció, probablemente con<br />

todos sus recuerdos y, seguro, rodeado por el enorme cariño<br />

de los suyos. Además de ser un gran jugador y un hombre<br />

sumamente afable, fue sencillo, de trato cercano y fácil, humilde<br />

y enormemente cariñoso por mucho que su elegancia<br />

pudiera hacer creer otra cosa. Todos los que le conocimos y<br />

tratamos lo sabemos.<br />

“Antoniet”, uno de los de la<br />

“delantera de cristal” del Sevilla<br />

Antonio Iborra Iborra (Alicante, 29 de agosto de 1933/ 23 de<br />

diciembre de 2015), más conocido por “Antoniet”, fue uno de<br />

los cinco atacantes que formaron la vanguardia de lujo del Sevilla<br />

entre 1957 y 1963, ataque al que se conoció como “delantera<br />

de cristal” y que, con él, formaban los paraguayos Agüero<br />

y Diéguez, el burgalés Pereda y el húngaro Szalay. Aquellos fueron<br />

unos excelentes tiempos para los hispalenses y, en especial,<br />

para su vanguardia, en la que había un poco de todo: velocidad<br />

y fuerza en “Antoniet”, olfato de gol en Agúero y Diéguez, variantes<br />

creadoras y de remate en “Chus” Pereda, y habilidad<br />

y toque en Szalay.<br />

“Antoniet” jugó en el Sevilla un total de 158 partidos, cifra<br />

nada desdeñable, por cierto, en los que marcó 58 goles. Una vez<br />

finalizada su excelente trayectoria en el Sevilla se fue al Granada,<br />

en el que permaneció hasta 1963, del que pasó, posteriormente,<br />

al Hércules, en el que había comenzado su carrera en la<br />

campaña 1953/54. Su calidad le llevó al Real Jaén, con el que<br />

consiguió el ascenso a Primera la temporada 56/57. En la segunda<br />

de sus etapas con el Hércules consiguió otro ascenso a<br />

la División de Honor. Se retiró en el Calvo Sotelo al finalizar el<br />

período 1967/68. Antonio Iborra Iborra, “Antoniet”, falleció a<br />

finales de diciembre en Alicante a la edad de 82 años.<br />

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