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de pensiones (AFPs) y aseguradoras. El éxito de esta vía de financiamiento<br />
se debe a que estas emisiones de bonos contaban, en la mayoría de los casos,<br />
con un aseguramiento financiero procedente de compañías monolines,<br />
cuyo papel era el de prestar su calidad crediticia AAA a los préstamos, a cambio<br />
de una prima por elevar el rating de la emisión. Sin embargo, la llegada de<br />
la crisis económica hizo que muchas de estas compañías quebraran y, a partir<br />
de ese momento, los préstamos bancarios se presentaron de nuevo como<br />
una fuente de financiamiento clave para el desarrollo de infraestructuras.<br />
En el esquema de financiamiento empleado en México pueden distinguirse<br />
tres etapas diferenciadas. Inicialmente, las primeras <strong>APP</strong>s se financiaron<br />
con aportes de capital, por parte tanto del sector público como del privado,<br />
a través de préstamos de bancos locales. Posteriormente, en el marco del<br />
Programa Nacional de Autopistas, las empresas concesionarias dejaron<br />
de percibir ayudas por parte del gobierno y el financiamiento provino en su<br />
totalidad del sector privado, a través de aportaciones de capital y préstamos<br />
bancarios. Sin embargo, en las últimas <strong>APP</strong>s llevadas a cabo dentro de este<br />
programa, el gobierno concedió subvenciones parciales a la inversión en<br />
aquellos casos en que las autopistas no ofrecieran una rentabilidad suficiente<br />
al sector privado. Este programa trajo consigo grandes problemas financieros,<br />
principalmente en aquellas concesiones que habían adquirido deuda con<br />
bancos internacionales, lo que llevó a la necesidad de rescatar 23 de las 52<br />
autopistas que habían sido otorgadas. Esto derivó en importantes pérdidas de<br />
capital y en la inyección de recursos a fondo perdido por parte del Gobierno<br />
Federal, que tuvo que reconocer la deuda bancaria de los proyectos. Esta<br />
deuda se documentó a nombre del Fideicomiso de apoyo al rescate de<br />
autopistas concesionadas (FARAC), con un aval del gobierno.<br />
México ha estado en búsqueda continua de nuevas fuentes de financiamiento<br />
de infraestructuras y ha recurrido a vías como la emisión de deuda y<br />
la contratación de créditos estructurados por parte de gobiernos centrales y<br />
subnacionales. En la actualidad, esta nación está promoviendo el financiamiento<br />
de infraestructuras a través de fondos de capital privado, mediante<br />
la emisión de Certificados de Desarrollo (CKDes), con el objetivo de atraer<br />
recursos de los fondos de pensiones y aseguradoras. Los CKDes son títulos<br />
fiduciarios destinados al financiamiento de uno o más proyectos. Para conseguir<br />
un exitoso crecimiento de los mismos, se ha propuesto que los fondos de<br />
infraestructuras aporten capital de riesgo para el desarrollo de infraestructuras<br />
de todo tipo, ofreciendo a su vez un análisis riguroso de los proyectos para<br />
captar la liquidez de los fondos de pensiones.<br />
Por otro lado, las importantes reformas de los sistemas de pensiones que<br />
en los últimos veinte años han llevado a cabo algunos países de la región,<br />
han permitido elevar de manera muy significativa el ahorro doméstico. Por<br />
ejemplo, en Chile, el primer país en llevar a cabo dichas reformas, el ahorro<br />
en pensiones asciende actualmente al 70% del PIB. En México y Brasil, los<br />
fondos de pensiones mandatorios representan entre el 10 y el 20% del PIB.<br />
El ahorro de los fondos de pensiones constituye una fuente potencial importante<br />
para el financiamiento de infraestructura, como se aprecia en el caso<br />
2. <strong>APP</strong> EN AMÉRICA LATINA: UNA VISIÓN GLOBAL 43