Revista de Estudiantes de Filosofía Universidad de Los Andes ISSN 2357-3805
1PM08sk2K
1PM08sk2K
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Conciliaciones<br />
L a C i c u t a | 50<br />
Pablo Espinosa Córdoba<br />
<strong>Universidad</strong> <strong>de</strong> <strong>Los</strong> An<strong>de</strong>s<br />
p.espinosa10@unian<strong>de</strong>s.edu.co<br />
Me han contado <strong>de</strong> muchas cegueras: unas blancas, negras, otras como un lento atar<strong>de</strong>cer;<br />
cegueras horrendas y tranquilas, parciales y totales. Es otra manera más <strong>de</strong> estar en el mundo.<br />
Me han contado también hace unos días que algunos físicos creen que el universo es un<br />
holograma. Que las tres dimensiones, o más bien, la tercera <strong>de</strong> las dimensiones no es más que<br />
una proyección <strong>de</strong> un universo bidimensional. Me ha contado mi doctor, hace unos años, que<br />
me iba a quedar ciego, y me preguntaba si me tocaría el blanco, el negro o el crepúsculo. En fin,<br />
si me tocarían los colores o las formas.<br />
Para quien no está ciego, el mundo en tres dimensiones tiene sentido: se tiene una i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong> la extensión, el color y la profundidad <strong>de</strong> las cosas. Un ciego pue<strong>de</strong> prescindir <strong>de</strong> esas<br />
maravillosas invenciones. Cuando me quedé ciego, estaba acostumbrado a una realidad con<br />
volumen; luego entendí que <strong>de</strong>bía adaptarme al juego <strong>de</strong> la bidimensionalidad. No quiero<br />
<strong>de</strong>cir que no sienta los relieves, como cuando palpo lento la cara <strong>de</strong> alguien que quiero,<br />
encontrando las asperezas, midiendo la distancia entre sus cejas arqueadas e imaginando la<br />
forma <strong>de</strong> una sonrisa que dibujo con mis <strong>de</strong>dos. <strong>Los</strong> relieves están ahí pero no cobran<br />
importancia cuando la luz los hace aparecer. El mundo, mi realidad, es un continuo<br />
bidimensional <strong>de</strong> misterios táctiles. No sé, no me atrevo a <strong>de</strong>cir que en algún sentido vea más<br />
que otros por compren<strong>de</strong>r que la tercera dimensión es solo un añadido visual, pero podría<br />
compren<strong>de</strong>r por qué un universo en dos dimensiones es un universo tangiblemente real.<br />
Yo jugaba como los físicos a engañar la vista; yo era fotógrafo. Trataba <strong>de</strong> capturar la<br />
tridimensionalidad en una imagen <strong>de</strong>sposeída <strong>de</strong> su relieve. No <strong>de</strong>bía pues preten<strong>de</strong>r capturar<br />
la inmensidad <strong>de</strong> un paisaje en un marco –pequeño o gran<strong>de</strong>– cuyo contenido era un pedazo<br />
robado al tiempo, pero <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong>l espacio que es su hermano.<br />
Cuando quedé ciego no me alarmé, pues sabía que ocurriría eventualmente, pero tuve<br />
que replantear el curso <strong>de</strong> una vida que creía armada. Sabía que per<strong>de</strong>ría mi trabajo y<br />
<strong>de</strong>dicarme a otro oficio en un momento en que pensaba que lo único que podía hacer era<br />
tomar fotos, tomar un trozo <strong>de</strong> mundo y engañar a los espectadores, mostrándoles mi universo<br />
–un engaño crudo y real–, era para mí imposible.