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pocos los científicos que eligieron esa profesión por<br />
lecturas tempranas <strong>de</strong> ciencia ficción. Y qué sería <strong>de</strong><br />
la juventud sin lecturas precoces <strong>de</strong> Nietzsche o<br />
Camus. Me imagino que los pornógrafos se iniciaron<br />
por el Marqués <strong>de</strong> Sa<strong>de</strong> u otra lectura erótica. De<br />
nuevo, es algo que no sé con certeza, pero claramente<br />
los libros no entran por un ojo y salen por el otro.<br />
Siempre <strong>de</strong>jan algo en el lector: una palabra nueva,<br />
información <strong>de</strong>sconocida, un modo nuevo <strong>de</strong> ver lo<br />
cotidiano, un concepto rimbombante, una i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong>scabellada, un cliché, un razonamiento que <strong>de</strong>safía<br />
el sentido común, un prejuicio, un estereotipo…<br />
Coelho. Sus neuronas pudieron haber hecho millones<br />
<strong>de</strong> sinapsis más tan solo con revi<br />
sar cualquier novela <strong>de</strong> Del Paso. Pudo presumir <strong>de</strong><br />
leer a Isabel Allen<strong>de</strong> aunque sus neuronas murieran<br />
peor que si hubiera consumido la droga más po<strong>de</strong>rosa.<br />
¿Acaso un cuento <strong>de</strong> Borges le habría hecho<br />
reflexionar o uno <strong>de</strong> Stephen King hacer que se<br />
emocione? ¿Cómo saberlo? Nunca le dio importancia<br />
a la lectura. El anti-lector se parece a un anti-matemático:<br />
“¿para qué me han <strong>de</strong> servir las ecuaciones?”;<br />
y se asemeja a un anti-historiador: “¿para qué<br />
recordar cosas <strong>de</strong>l pasado?”. El anti-lector es, ante<br />
todo, un ser pragmático y tal como menciona Toscana<br />
en su novela, si un libro no le causa un efecto<br />
inmediato, no sirve.<br />
Ojalá que leer a Tolstoi previniera la calvicie: hoy<br />
tendríamos miles <strong>de</strong> expertos y melenudos tolstoyanos.<br />
Para este siglo <strong>de</strong> premuras, la gran <strong>de</strong>sventaja <strong>de</strong> la<br />
lectura es que sus efectos no son inmediatos y regularmente<br />
no se visibilizan externamente. Un buen<br />
lector, al terminar un libro, suspira hondamente.<br />
Nadie sospecha, ni siquiera ese lector, las revoluciones<br />
que empiezan a gestarse en su interior. No son<br />
El lector mete la nariz en su libro: el libro mete la<br />
nariz en su lector.<br />
Los habitantes <strong>de</strong>l siglo XIX lo fueron en la medida<br />
que leyeron a Freud, Darwin, Marx, Dickens,<br />
Stevenson y otros. El pensamiento<br />
y la imaginación <strong>de</strong> ese tiempo fueron labrados por<br />
libros que sacudieron bases dogmáticas y <strong>de</strong>spejaron<br />
la ceguera <strong>de</strong>l mundo en que vivían. Esos libros<br />
eran la continuación <strong>de</strong> una larga tradición literaria<br />
y filosófica en la que se vertía conocimiento y especulaciones,<br />
argumentos y contraargumentos, dimes<br />
y diretes: la esencia humana a fin <strong>de</strong> cuentas. ¿Qué<br />
tipo <strong>de</strong> habitantes tiene el siglo XXI si la lectura es<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñada a menos que se limite a 140 caracteres o<br />
sean frases motivacionales <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una foto con<br />
muchos filtros?<br />
Hoy más que nunca hace falta una misión evangelizadora<br />
<strong>de</strong> la lectura. Llevar libros don<strong>de</strong> los<br />
anti-lectores pululan. Lo dice bien David Toscana<br />
en su novela: “así como el agua hace más falta en el<br />
<strong>de</strong>sierto y la medicina en la enfermedad, los libros<br />
son indispensables don<strong>de</strong> nadie lee”. México lo<br />
necesita en toda su vastedad territorial: allí don<strong>de</strong><br />
los pobres no pue<strong>de</strong>n comprar bellísimos, placente-