Volumen 3 - Ethnicities Magazine - Septiembre

ARTÍCULO
Pero en ciertos sectores católicos, empresariales, intelectuales
e institucionales, prevalecían los prejuicios por el
color de la piel. Existían clubes solo para blancos o solo
para negros.
Las estructuras del Estado y los mejores puestos laborales
siguieron en manos de blancos. A pesar de ser un país
multi étnico, la televisión promocionaba y sigue promocionando
patrones de moda y belleza caucásicas.
Todavía hoy, la iglesia católica sigue mirando con cierto
desdén la proliferación de sincretismos religiosos como la
santería, el palo o los abakuá, los yorubas, la iglesia espiritual
y muchas otras creencias propias donde predominan
negros y mestizos.
Cualquier etnólogo o sociólogo que realice una encuesta,
notará que muchos negros Panameños aspiran
a escalar posiciones sociales blanqueando su
ascendencia.
No menos del 60% de la población es afrodescendiente;
porque el que no tiene de dinga, tiene de mandinga. Según
el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en
Panamá hay actualmente 586.221 afrodescendientes, lo
que representa un 14,9 % de la población total. Tenemos
un problema de IDENTIDAD EN NUESTRO PAÍS CON LOS
AFRODESCENDIENTES que no quieren ser negros. Cuando
el funcionario acude a su casa a censarlos, niegan sus
raíces, niegan ser negros, no hay conciencia de su raza, y
no marcan la casilla étnica. Todos los días se nos dice que
ser negro es malo. En la cotidianidad del país socialmente
hablando, todo lo malo es negro. Así no es fácil que la
gente asuma su color, que se sienta orgulloso de ser negro,
que sienta emoción por su cultura, no se avergüence. La
etnia negra está hoy en día excluida de las esferas políticas
y el poder económico y social. Aunque todavía el problema
de la raza persiste en ser evadido, en cambio, nosotros
aquí estaremos ofreciendo más información acerca de los
futuros aspectos de raza y clase en Panamá.
“Mi meta es casarme con una blanca o una amarilla, para
que mis hijos sean menos oscuros y tengan el pelo mejor.
Espero que ellos hagan lo mismo. Es la única forma de escapar
a esa desgracia que hace siglos nos acompaña, la de
ser negros, pobres y olvidados”, señala Yasnier, estudiante
de bachiller de un colegio de la localidad.
Aquí en Panamá el racismo campea y uno se lo encuentra
a diario en nuestras calles y en diferentes ámbitos de nuestra
vida cotidiana. Los racistas son egoístas y disminuyen a
nuestra gente de a pie de los benditos derechos humanos y
de la posibilidad de igualdad y de los derechos fundamentales
en el aspecto político, económico, cultural, social.
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Esto se refleja en el censo del 2010. El censo de Panamá
no refleja la realidad étnica de sus calles, donde
más de la mitad de la población es negra, a pesar de
que las últimas cifras oficiales la estiman en solo un
14,9 %. “Nosotros sostenemos que no menos del 65
% de la población panameña es afrodescendiente. No
hay más que salir fuera y ver de qué color es la piel
de la gente”, afirmó el director del Observatorio Panamá
Afro el Abogado Alberto Barrow, ataviado con su
icónico “kufi” o gorro africano. No quieren ser negros
porque eso es sinónimo de exclusión, ya que en panamá
la población afrodescendiente es mayoritaria,
al salir a las calles, ver las provincias No hay más que
salir y ver de qué color es la piel de la gente.