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LA DEEP WEB<br />
Albert Einstein decía que la oscuridad no era más<br />
que la porción de luz que no éramos capaces de ver. En<br />
otras palabras, que la oscuridad, como tal, no exisía. Para<br />
este gran genio de nuestro iempo, lo que nuestros senidos<br />
percibían no era más que la ausencia absoluta de fotones.<br />
Del mismo modo podríamos decir que el frío, como tal no<br />
existe en la naturaleza. Lo que senimos es la ausencia de<br />
movimiento en los átomos que nos rodean, y esa inmovilidad<br />
se traduce en… ausencia de calor...<br />
Aunque parezca una manera de ver las cosas excesivamente<br />
maniqueista, es evidente que no podría exisir<br />
el blanco sin el negro, la alegría sin la tristeza ni el bienestar<br />
ísico sin el dolor. Del mismo modo, la existencia de un<br />
mundo maravilloso, ideal, utópico, donde todo fuera alegría<br />
y buenas intenciones no podría exisir sin la existencia, al<br />
otro lado de una invisible línea divisoria, de un mundo paralelo<br />
donde todo fuera oscuridad y los peligros nos amenazaran<br />
detrás de cada esquina. Un mundo peligroso, sí,<br />
pero tal vez por ese mismo moivo… mucho más atracivo.<br />
Como seres imperfectos que somos corremos coninuo<br />
peligro de caer en el Lado Oscuro de la Fuerza. <strong>El</strong> más<br />
poderoso. <strong>El</strong> más atracivo… De este modo la existencia de<br />
una red global fiable, de una Internet ideal en la que cualquier<br />
usuario pudiera acceder a los contenidos más variados<br />
sin peligro alguno para su economía o su libertad<br />
resultaría imposible si, al otro lado de esa etérea barrera<br />
de contención, no exisiera un lugar truculento y peligroso<br />
en el que a cada paso el mal nos acechara. En otras palabras:<br />
la Tierra Media no sería posible si más allá de Minas<br />
Tirith no exisieran Mordor y el ojo de Sauron.<br />
con Jose “<strong>El</strong> Inmortal”<br />
Hablamos de páginas con datos en iempo real,<br />
como coizaciones de bolsa u horarios de trenes o aviones,<br />
pero también de páginas con datos personales procedentes<br />
de un formulario, contenidos protegidos por contraseñas o<br />
por sistemas Captcha y, como no, de páginas intencionadamente<br />
ocultas que requieren de un protocolo especial para<br />
acceder a ellas. Incluso de contenidos que no figuran en<br />
una página HTML o que dependen directamente de la IP<br />
de su creador.<br />
No es sencillo moverse en esta especie de paio de<br />
monipodio que es la Deep Web, igual que no es sencillo<br />
adentrarse en según qué mercadillos de según qué países<br />
y salir de ellos con la sensación de no haber sido estafados.<br />
Porque estos dos mundos aparentemente opuestos,<br />
ienen más en común de lo que nos pueda parecer.<br />
Cuando, inocentes de nosotros, pobres turistas curiosos,<br />
pretendemos movernos por uno de estos lugares desconocidos,<br />
lo primero que debemos hacer es buscarnos un guía,<br />
un intermediario en el que podamos confiar, que nos facilite<br />
la labor de encontrar lo que necesitamos o, al menos,<br />
que nos conduzca sin miedo a perdernos en las intrincadas<br />
callejuelas de la medina. Lo normal es que en nuestro hotel,<br />
habitualmente el Windows 10 Luxury Monopoly, nos recomienden<br />
un guía que ellos conocen y que responde al nombre<br />
de Explorer. Te aseguran que es el único capaz de<br />
llevarte sin problemas a los desinos más habituales, aunque<br />
en la misma puerta del hotel podremos encontrar otros<br />
muchos guías, muy úiles todos ellos, que nos llevarán a los<br />
mismos siios que el guía “oficial”, y a menudo con mayor<br />
eficacia.<br />
A menudo, cuando encendemos nuestro navegador<br />
y uilizamos un buscador para acceder a la información<br />
que sea, no somos conscientes de que aquello a lo que tenemos<br />
acceso material solo es una mínima parte de lo que<br />
realmente existe en ese mundo virtual. La parte del león<br />
de Internet está oculta a nuestros inocentes ojos. <strong>El</strong> 90%<br />
de la información, es decir, más de 500 billones de documentos,<br />
son inaccesibles a los buscadores que habitualmente<br />
uilizamos. Y esta enorme porción sumergida del<br />
gran iceberg digital nos está vedada porque sus contenidos<br />
no están indexados, es decir, no aparecen en la lista de resultados<br />
que nuestros navegadores nos ofrecen. Son incapaces<br />
de mostrárnoslos, porque ni siquiera saben que<br />
existen. Están agazapados en lo más profundo del universo<br />
binario, ocultos a las miradas de los menos afortunados,<br />
del gran público… es lo que se ha dado en llamar la Internet<br />
oculta o “Deep Web”.<br />
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Pero somos ipos arriesgados. Peligro es nuestro<br />
segundo apellido. Y estamos interesados en la Deep Web.<br />
No nos conformamos con menos. Queremos ir a la parte