El Mundo Sobrenatural Octubre 2016 - Especial Halloween

Acomódate en tu sillón con un refresco, palomitas y
en la mejor compañía que puedas, pues voy a recomendarte
–Si no la viste ya– un clásico del cine de culto de las artes
marciales y terror.
Te quiero hablar de una cinta cuyo ítulo incluye un
buen número de vampiros que paricularmente me fascina:
Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro, aunque para mí siempre
será Los 7 vampiros de oro a secas, puesto que incluir a
la fórmula kung-fu –Llámame picajoso–, no me convence en
absoluto. Es más, cuando redescubrí el film hace ya unos añitos
me sorprendió toparme con el término –kung-fu– en cabeza.
Recuerdo que la primera vez que me topé con ella no
tendría más de ocho o nueve años, la emiieron una tarde de
domingo en TVE. Mientras que por la ventana del salón el
cielo se iba oscureciendo para dar paso a la noche la película
iba sumergiéndose en una atmósfera envuelta de niebla de
estudio.
Varias escenas se marcaron a fuego en mi mente. La
principal y más impactante –En aquellos años de mi infancia–
fue visionar la tenebrosa imagen del templo de los vampiros
en lo alto de una colina a la vez que despertaban los
muertos en sus sepulcros a la llamada de los engalanados
chupasangre. Tampoco quisiera olvidarme del dantesco escenario
donde las jóvenes doncellas vírgenes de la aldea asediada
aparecen amarradas de cuerpo entero sobre una mesa
circular entretanto su sangre se vierte en un recipiente para
saciar la sed de los vampiros.
Pese a no haber envejecido nada bien el film, tal vez
un necesario remake dirigido por James Wan –Por dar un
buen ejemplo y enfoque– diícilmente encontraría en el
papel del memorable doctor Van Hensilg el carisma alcanzado
por Peter Cushing en el largometraje setentero.
Meiéndonos en el argumento de la película, tras
una introducción que comentaré más adelante, la historia
arranca durante una conferencia imparida por Van Helsing
en una de las aulas caracterísicas con forma de anfiteatro
de una universidad de China sobre la realidad de los vampiros
en la zona, donde los asistentes disconformes con las conclusiones,
increpan insistentemente al doctor durante toda
su exposición –Como me gustan las películas que se inician
en una conferencia o en una exposición de salón: El Código
Da Vinci, Expediente Warren, El iempo en sus manos– . Finalizada
la ponencia un joven procedente de una lejana aldea
denominada Ping Kwei –Citada por el médico durante la exposición–
va al encuentro de Van Helsing para solicitar su
ayuda. La aislada aldea estaba viéndose atacada por un grupo
de no muertos en busca de calmar sus ansias diabólicas…,
los terroríficos Vampíros de Oro. Van Helsing accede a las
pretensiones del muchacho, y junto a su hijo y a una pudiente
dama escandianava –Quien sufraga la expedición–,
emprende una larga travesía asisido por los hermanos del
lugareño, cada uno de ellos experto en artes marciales y especialistas
en un arma blanca disinta: dos puñales maneja
la única chica, y el resto domina elementos como la espada,
la lanza, los mazos, el arco…, y el que parece el mayor y voz
cantante, se enfrenta a sus adversarios a cuerpo descubierto
y sin ningún arilugio de defensa y ataque.
Si dejamos a un lado los grandes efectos de pantalla y
velocidad en la acción de las películas de hoy, estoy convencido
que la cinta muestra todos los condimentos para que
pases una buena velada de Halloween, disfrutando de la
combinación del terror vampírico de ficción y las artes marciales
puestas en escena por los actores asiáicos.
Es necesario también mencionar la presentación en
los primeros minutos del metraje del gran icono de los no
muertos. Me refiero evidentemente al conde Drácula, tal vez
colocado en la historia con pinzas para jusificar el despertar
de los Vampiros de Oro que aguardan aletargados en su morada.
Tras la visita a ierras de Transilvania del monje custodio
del maligno templo de Ping Kwei, atendiendo a su peición –
Ojo con lo que deseas, pues tal vez se cumpla– Drácula se
apropia del cuerpo del susodicho para así traspasar los límites
de su casillo, viajar a China y reunirse con los diabólicos
seres del más allá.
Van Helsing, según cuenta a los valerosos, diestros
y serviciales hermanos, ya se había enfrentado con anterioridad
al que denomina el Vampiro Mayor, pese a que sus estudios
se centran en esos momentos en conocer la existencia
de tales criaturas en el Lejano Oriente, pues considera que
son un brote extendido por todo el planeta. Por otro lado,
sospecha, pariendo de la repulsión que en el Viejo Coninente
manienen los vampiros a los crucifijos y elementos religiosos
crisianos, que en esas ierras su vulnerabilidad
podría recaer en la imagen de Buda. Y en eso parece no estar
mal encaminado, ya que el sépimo vampiro es aniquilado a
tratar de recoger su colgante de murciélago colocado por un
osado lugareño sobre la efigie del sabio Sidarta Gautama –
Buda–.
Si bien mi propuesta es la presente película británica,
debido a que apenas dura más de ochenta minutos, es posible
que te apetezca coninuar la noche de Ánimas con alguna
otra cinta de vampiros o incluso con Drácula de por medio.
Roman Polanski rodó el Baile de los Vampiros en 1967; un
entrañable largometraje que a buen seguro te hará pasar un
buen rato. Dirijida pol Neil Jordan y protagonizada por Brad
Pit, Tom Cruise y Antonio Banderas, tenemos Entrevista con
el Vampiro (1994). En 1998 se estrenó Vampiros de John Carpenter,
donde un elenco de cazadores guiados por James
Woods van a la caza y captura de no muertos. En el mismo
año el dhampir Wesley Snipes es Blade; un auténico superhéroe
mitad vampiro mitad humano. Abierto hasta el amanecer
–Género: acción, comedia negra y terror ¿Qué más se
puede pedir?– nos ofrece un contundente giro argumental,
y si no fuera por algunos detalles infaniloides absurdos, Taranino,
Danny Trejo, Clooney y Salma Hayek forman parte
de un film noventero que quedará en el subconsciente colecivo
cinematográfico de la época. Y cierto es que podría
mencionar algunos ítulos más interesantes –Que ahora
mismo no recuerdo, por decirlo de algún modo–, pero prefiero
cerrar el arículo haciendo referencia a la adaptación
que en 1992 hizo Francis Ford Coppola de Drácula de Bram
Stoker.
ESCRITO POR SERGIO R. VAQUÉ
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