El Mundo Sobrenatural Octubre 2016 - Especial Halloween

Cuando el director de la revista me sugirió que escribiera
un arículo recomendando una película de terror,
rápidamente mi mente viajó hacia clásicos como “El exorcista”,
“Poltergeist” o la genial “Posesión infernal” de Sam
Raimi. Pero, sin desmerecer a estas tres o a cualquier otra
que al lector se le ocurra, he elegido una tan desconocida
como bizarra cinta de principios de los 90 dirigida nada más
y nada menos que por….. ¡¡Peter Jackson!! Sí, el de la trilogía
de “El Señor de los anillos”, “Distrito 9” o “Las aventuras
de Tinín”. Todos tenemos un pasado más o menos inconfesable…
La película realmente no iene desperdicio. Ambientada
a mediados del siglo XX en Nueva Zelanda, la ierra
natal de Jackson, nos cuenta los esfuerzos de un hijo por
cuidar en secreto a su autoritaria madre que, desgraciadamente
ha sido mordisqueada por un mono-rata sacado de
contrabando de una isla de Sumatra y que, según una leyenda
local, es capaz de converir en zombie a todo aquel
que entra en contacto con su saliva.
Para mayor desgracia cinematográfica el joven está
enamorado de una tal Paquita María Sánchez, una muchacha
laina que nadie sabe realmente lo que pinta en Nueva
Zelanda, pero que trabaja como dependiente en una ienda
local y es interpretada… ¡¡por la actriz española Diana Peñalver!!...
que tampoco se sabe muy bien como llegó a conseguir
ese papel en las anípodas de nuestro país… pero
que clava el papel de tonta del bote, superada por los acontecimientos
en todo momento y vicima propiciatoria de
cualquier zombie o similar que pase por el lugar, a la que
desde el primer fotograma deseas que se la coma un monorata,
un zombie o un pillier de los All Black, pero que desaparezca,
por favor…. Es la rubia de viernes trece, pero en
moreno carpetovetónico. Por supuesto, ella también se
enamora del sujeto, torpe donde los haya, a causa de las
artes adivinatorias de una bruja local… aunque, en el fondo,
se trata de un amor imposible, dado que Lionel, que así se
llama el idiota (aunque Paquita le llama Lainol) iene un
complejo de Edipo más grande que el cercano Parque Nacional
de Fiordland.
La cinta iene esa páina de las películas de los 90,
con una estéica muy caracterísica y animaciones monstruiles
de plasilina que nos dan bastante más risa que
susto, con detalles inenarrables como la piel de la madre
despegándose de su cara y siendo reparada con cola de
contacto por su amanísimo hijo o la oreja de la buena
mujer cayéndose en un plato de naillas y siendo ingerida
por ella misma (más alimento, supongo…). Mención especial
para el mono-rata, que se parece más a la mascota de
Golum que a un miembro del orden de los primates (os juro
que, según la leyenda, fue el fruto de los amores violentos
de una rata que llegó a la isla en un barco inglés y violó a
todos los monos de la isla, una teoría que explicaría también
el tema del hombre lobo, pero no el del oso hormiguero,
claro…)
El maquillaje de los zombies, empezando por el de
la buena señora, también es de nota. Y la música. Y los gritos.
Y las peleas entre la madre zombificada y el hijo apesadumbrado
por su pérdida. Todo. La trama está a medio
camino entre “Posesión infernal” y los Monthy Python. Si
no os reís con la pelea entre Lionel y un bebé zombie, es
que estáis muertos…
Evidentemente, la película no fue concebida para
disfrutarla delante de un plato de menudillos de cerdo. La
dieta de la buena señora incluye, además de partes de sí
misma, enfermeras diplomadas, o macarras que gustan de
orinar sobre tumbas de madres supuestamente muertas…
Aunque el culmen de la repugnancia gastronómica llega
con la frase de Paquita “Lainol, tu madre se ha comido a mi
perro”, observación a la que él contesta sonriendo con la
cola del animal en la mano…. “no todo”… impagable.
Litros y litros de fluidos corporales abarcando todo
el espectro cromáico habido y por haber, personajes repulsivos
(algunos incluso antes de ser converidos en zombies)
y una falta total de fe en los estereoipos
cinematográficos, hacen de esta película una cinta imprescindible
para los incondicionales del cine gore, del de terror…
o de las comedias costumbristas, porque, la verdad
es que no soy capaz de calificar esta película dentro de ningún
género conocido. Podríamos decir que es una película
de zombies, porque ellos son los protagonistas, pero también
aparecen un cura karateca, que lucha contra el mal a
base de patadas voladoras como si fuera monseñor Van
Damme o una mano cortada (¡¡¡con ijeras, os lo juro…!!!)
que sigue dando por saco, como si fuera el primo “Cosa”
de los Adams. Incluso hay una escena que recuerda mucho
al “Thriller” de Michael Jackson, pero con menos movimiento
pélvico, claro.
La película iene de todo. Literalmente. Incluso
buenos senimientos. El bueno de Lainol acaba por sentar
a su mesa a su madre muerta y a sus amigos zombies. De
hecho habilita una residencia para ellos en el sótano de su
casa, con tele por cable y todo para mayor bienestar de sus
clientes.
En “Villa Z”, hay incluso ciertos escarceos amorosos
entre dos zombies salidillos que afortunadamente no van
a más. Eso si que sería curioso de ver, ¿verdad?…. Bueno
en realidad, si que va a más…. Pero no quería destriparos
demasiado la peli por si os apetecía verla. Solo una pista.
Los zombies gestan a sus retoños en muy poco iempo…
En definiiva, una experiencia más que cinematográfica,
casi religiosa. Una cinta que todo el mundo debería
ver, aunque solo sea porque de ese modo, cuando nos invadan
los zombies, sabremos como comportarnos con
ellos. Ah, y no os he hablado de la escena del cortacésped…
“se acabó la fiesta”…
ESCRITO POR JOSE “EL INMORTAL”
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