EL PODER DEL CACICAZGO
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Violencia contra Mujeres Periodistas 2014-2015<br />
como apestada, como si fuera tóxica. Su<br />
marido le prohibía llevar a sus hijo e hija a<br />
la escuela porque los ponía en riesgo. Todos<br />
los días, ella se sentía culpable de estar tan<br />
apasionada por su profesión.<br />
En los talleres de autocuidado emocional a<br />
los que he acudido no faltan los testimonios<br />
y las lágrimas de aquellas que se sienten<br />
responsables por lo peligrosas que son para<br />
su familia, por tener una profesión con alta<br />
probabilidad de perder la vida.<br />
Son mujeres también las primeras que se<br />
atreven a confesar que tienen que amarrarse<br />
la sensibilidad porque eso se les exige en sus<br />
empresas. No llorar, no sentir, no empatizar<br />
con las víctimas organizadas que son también<br />
mujeres.<br />
Al alzar la voz comenzaron a revisar llamadas<br />
de alerta que tuvieron que resolver incluso a<br />
la hora del deadline, cuando el reportaje tiene<br />
que ser enviado a la imprenta o publicarse<br />
en el portal de noticias. Esta nueva forma<br />
de ser periodista y defensora es un reto a la<br />
identidad propia. ¿Soy periodista o ya soy otra<br />
cosa?<br />
A quienes abrazan el camino de la defensa<br />
de la profesión y de la vida se les intenta<br />
neutralizar. Comienzan a recibir el nombre<br />
de “activista”. A dudar de la tan manoseada<br />
“objetividad periodística” que es como un<br />
corsé.<br />
La violencia penetra hasta la intimidad.<br />
En otra ocasión escuché a una reportera<br />
confesar algo que después le oí a otras: No tuve<br />
hijos porque pensé que sería irresponsable e<br />
incompatible con mi profesión. La violencia a<br />
muchas les cortó la maternidad.<br />
Tomar riesgos tiene también otros costos.<br />
Quien se sale del rol la paga.<br />
En México, las amenazas contra periodistas<br />
parecieran una lotería. Pero según el sexo<br />
de quien fue amenazado existen diferencias:<br />
cuando un hombre periodista denuncia que<br />
está en riesgo, las condenas y muestras de<br />
solidaridad no se hacen esperar. Cuando la<br />
denunciante es mujer siempre pasa que, en<br />
las reuniones entre colegas, se comienza a<br />
cuestionar la veracidad de su dicho.<br />
Ella queda en la soledad absoluta.<br />
Entre el gremio se murmura: Es una<br />
histérica… seguro exagera… está<br />
loca… se asusta por cualquier<br />
cosa… quiere promocionar su<br />
libro.<br />
Si la amenazada estaba en pareja, muchas<br />
veces termina en lo que es una inevitable<br />
ruptura. La condena a la soledad (sólo te<br />
quiero cuando no eres un problema).<br />
Hay un factor que varias periodistas han<br />
denunciado y, aunque no se ha hecho una<br />
estadística oficial, es importante anotarlo<br />
e investigar si es un patrón. Las amenazas,<br />
muchas veces se hincan en la vida privada,<br />
donde más calan.<br />
Los amenazadores se meten a<br />
espacios íntimos, se duchan en<br />
el baño de ellas, dejan cagado o<br />
meado el excusado, manosean<br />
los cajones con la ropa interior,<br />
mandan mensajes al mundo<br />
virtual cargados de odio misógino<br />
o de alusiones sexuales. Esas son<br />
otras formas de violación.<br />
También amenazan lo más sagrado: a las y los<br />
hijos.<br />
Cuando los amedrentamientos llegan, que no<br />
es difícil, sí es una compleja tarea convencer<br />
a una reportera de que cambie temporalmente<br />
de ambiente y de rutinas, que tome alguna<br />
terapia, que realice algún viaje o acepte<br />
alguna beca que le permita resguardarse un<br />
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