MANUAL DEL ESTUDIANTE

Capítulo No. 4 Proyecto de vida
Historia
- Ana, ¿es verdad que estás haciendo unas
memorias del inconsciente? – preguntó Carlos
en tono curioso.
- Sí. ¡Es verdad! – contestó Ana en tono decidido.
- ¿Cómo se hace eso? – siguió Carlos curioso.
- Yo tengo una libreta de la que no me separo
nunca y escribo mis memorias del inconsciente.
cuando despierto por la mañana, trato de escribir
todo lo que recuerdo de mis sueños.
- Yo no sueño cada día, no puedo hacer eso, además
nunca me acuerdo del sueño entero, dijo Carlos.
- Carlos, todos soñamos cada día. El sueño es la
actividad de nuestra mente mientras dormimos.
Lo que pasa es que es una actividad inconsciente
por eso no recordamos fácilmente. Pero mira,
existen maneras de hacerlo. Yo, por ejemplo,
nada más al despertarme empiezo a escribir mi
sueño y trato de hacerlo utilizando los verbos en
el tiempo presente como si todo estuviera pasando
en aquel momento. Y cuanto más lo practico más
me acuerdo de mis sueños. ¡Es fantástico!
- Huuum, quizás algún día lo intente, pero no acabo
de saber para qué me serviría eso… - dijo Carlos
en tono de duda.
- A mi me sirve para conocerme mejor, Carlos.
Descubrí varias cosas de mí misma, haciendo
eso. Hay cosas que sólo han aparecido en mis
sueños dormidos.
- Pues soy más concreto y necesito de cosas
“reales”, el apuntar mis sueños en una libreta me
parece una “tontería de chicas”.
- Que comentario machista Carlos, por favor, pide
disculpas a nuestra amiga Ana. – la voz era de
Luis y estaba serio.
- Muy bien, perdona me he pasado… - dijo Carlos
bajando la cabeza y mirando hacia al suelo. –
Pero sigo pensando que prefiero cosas más
concretas que ésta. Por ejemplo, me encanta hacer
mis autorretratos en distintas perspectivas. Con
esto, sí que descubro muchas cosas de mí.
- Explícanos como lo haces Carlos, me gustaría
aprender algo de ti. – dijo Ana con un tono entre
curioso e irónico.
- Bueno, queridos amigos, tomen su libreta y
apunten mis ejemplos, porque son muchos y todos
buenos. – dijo Carlos en tono juguetón. Una vez,
hice una serie de autorretratos con una cámara
de fotos. En distintas posiciones y ambientes.
Con todo eso, construí en grande un mural que
tenía la forma de mi cabeza, con una mezcla de
todas. ¡Quedó lindo!
- ¿Y qué has descubierto con eso? – preguntó
Ixmukane´ curiosa.
- Por ejemplo; que tengo muchas versiones propias
dentro de mí, que soy varios yo, todos metidos
en mi cabeza. Bien, hasta hoy lo tengo en mi
habitación, así no me olvido de que puedo estar
siempre sacando otro “yo”. Después, inspirado
en eso que me gustó tanto, empecé a sacar fotos
de partes de mi cuerpo, por ejemplo solo la lengua,
solo una oreja, solo el pie, solo la mano. Y después
hice lo mismo que antes, un mural de una lengua
de mis lenguas, una mano de mis manos, una
oreja de mis orejas, etc… ¡Es divertido! Reí
mucho y quedé pensando en como cada una de
mis partes son también un todo… Bueno, también
intenté dibujarme mirando en un espejo. Como
no soy un buen dibujante salí un poco feo, pero
fue interesante mirarme tanto tiempo en un espejo
y dibujarme. También, hice otras cosas: miré mi
sombra y la dibujé. Además, pedí a un amigo que
dibujara mi sombra en el suelo con un yeso, eso
fue interesante. Una vez con mi propia ropa hice
mi propia escultura.
- ¿Y cómo se hace? – preguntaron los tres a la vez.
- Tienen que tener alambre, zapatos, guantes, una
ropa (pantalón y camisa) las de tela más gruesa,
un sombrero y algo para llenar que puede ser
algodón y otro tipo de ropa de tela ligera. Después
tienes que armar tu cuerpo con el alambre
vistiendo esa armazón con tu ropa. Luego colocas
la escultura de pie y la llenas con el algodón.
También se puede poner la escultura sentada o
acostada.
- Chilero, mano, chilero. ¡Me gustó! Voy hacer
una escultura mía como si fuera el propio Bob
Marley mano.
- A mi me gustaron todas esas ideas, Carlos.
¡Muchas gracias! De verdad aprendí cosas de ti
– dijo Ana, sinceramente agradecida.
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