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<strong>BOLETÍN</strong> DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA<br />

demás plegarias dispuestas como protección. 23 El miedo natural: morir ahogados en<br />

el océano; el miedo cultural: el océano como dedo acusador de Dios, donde la fórmula<br />

castigo-premio se transfigura como intermediario entre la vida y la muerte.<br />

Otra imagen: la presencia amenazante de la viruela en México entre 1920 y 1940. El<br />

Estado, que para entonces estaba al frente del presidente Porfirio Díaz, llevó a cabo una<br />

campaña de vacunación sin precedentes en aquel país 24 . Los documentos refieren una<br />

reacción temerosa muy curiosa. El miedo natural lo patentizaba el miedo al contagio<br />

de la enfermedad, además de todo el sufrimiento que conducía, tarde o temprano, a la<br />

muerte. El cultural, al contrario, venía desde otro lado: mujeres y hombres huían de los<br />

equipos de vacunación oficiales, porque creían que inoculándole la cepa del ganado,<br />

morirían más rápido y sin remedio. Estamos hablando de un temor a los avances médicos<br />

y científicos de la época, que podía conllevar a la superación de la enfermedad. La<br />

resistencia del pueblo mexicano a la vacuna bien podría explicarse por esta capa densa<br />

de misterio e inseguridad que significaba la aguja “salvadora” de la civilización.<br />

Señalantes, generadores<br />

Las prácticas sociales, cuando son tamizadas por el miedo colectivo, dibujan a los<br />

sujetos en dos posiciones claves: unos que son meramente pasivos frente las amenazas;<br />

y otros que son capaces de fomentar y divulgar sus propios miedos. El historiador debe<br />

preguntarle a las evidencias históricas qué rol asumen el o los miedosos en la coyuntura<br />

que estudie. Por tanto, podríamos hablar de un micro nivel, mucho más allá de los<br />

generales miedos a la muerte y cultural. Un nivel granítico, que si bien puede movilizarse<br />

y no dejarse atrapar por el lente crítico, posibilita otra forma de sopesar nuestro<br />

objeto de estudio, pudiendo segmentarlo y poniéndolo en relación con los otros factores<br />

socio-culturales del pasado. Esto daría mayor densidad a la hora de preguntarnos:<br />

¿Quién teme? ¿Por qué teme? ¿Por qué reaccionó de una y no de otra forma? 25<br />

23<br />

Flor Trejo Rivera, “Pecadores y tormentas: la didáctica del miedo” En: Elisa Speckman Guerra, Claudia<br />

Agostini, Pilar Gonzalbo Aizpuru (Coords.). Los miedos en la historia. México D.F., El Colegio de México<br />

y Universidad Nacional Autónoma de México, 2009, pp. 17-26.<br />

24<br />

Claudia Agostoni, “Entre la persuasión, la compulsión y el temor: la vacuna contra la viruela en México, 1920-<br />

1940”. Ibídem, pp: 150-151<br />

25<br />

Estas instancias metodológicas las hemos venido configurando desde el año 2012 con la realización de nuestra tesis<br />

de maestría, aun inédita, titulada Todos tiemblan. El miedo en la guerra de independencia 1810-1814, presentada en<br />

la Universidad de Jaume I, Castellón, España. En este texto situamos a la República y la Iglesia bajo la lupa del miedo<br />

colectivo, donde señalantes y generadores de miedos sistemáticos, hacen de la suya en la Venezuela de entonces. Son<br />

instancias que por originales no dejan de ser arriesgadas, como se comprenderá, y susceptibles a mejoras conforme<br />

avancemos en nuestra línea de investigación.<br />

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