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BANH_390
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ESTUDIOS<br />
amenaza con la excomunión 37 . A los tahúres y dipsómanos, el Obispo les advierte y se<br />
les conmina a que tengan el propósito de la enmienda. Uno de los acusados de juego,<br />
acompañado de la acusación de blasfemia 38 es nada menos que el sacerdote de Trujillo,<br />
Joseph Antonio Asuage. En su defensa sale el mismísimo vicario de la sede que argumento<br />
que no es tal su blasfemia, sino “de genio andaluz y guapería” y para olvidarse<br />
del asunto, el cura está por marcharse a San Felipe 39 . Sobre los usureros hay medidas<br />
un tanto más drásticas para controlar este pecado de índole delictuosa. Se tiene por<br />
usura dentro de los cánones de la época, prestar dinero con una rata de interés superior<br />
al 5% 40 . En esto Martí es tajante y obliga a los involucrados a restituir las ganancias excedentarias<br />
como obliga a hacerlo a la mestiza de Maracaibo Teresa Palmar 41 . Muchas<br />
veces la oportunidad de negocios es acusada de usura, lo que muestra de nuevo la muy<br />
amplia injerencia de que disponía el Obispo sobre las cuestiones meramente terrenales,<br />
como le sucede al mulato libre de Maracaibo Francisco Antonio Pirela de quien<br />
han ido con el cuento a los oídos de Martí, de que su condición de usurero está dada ya<br />
que compra la carga de un barco para su posterior reventa. En defensa de la libertad de<br />
comercio, tanto el cura como el vicario local lo descargan de responsabilidad al considerar<br />
que no existe allí delito de usura 42 . También la actividad comercial tiene su límite,<br />
sobre todo si involucra a miembros de la iglesia, olvidados de su ministerio como le<br />
sucede al cura de Patanemo Pedro Joseph González “muy metido en negocios seculares:<br />
es apoderado de una señora y vive metido en pujas y remates” con lo que procede obligar<br />
a dejar estas prácticas 43 . Y el obispo escucha reiterados señalamientos sobre quienes<br />
37<br />
Ibídem, p. 124.<br />
38<br />
El Libro personal está lleno de acusaciones de blasfemia y maledicencia. El mal hablar, el proferir palabras deshonestas,<br />
vulgares y altisonantes se consideraba altamente ofensivo para la época hasta el punto de recurrir al Obispo<br />
para su intervención.<br />
39<br />
Ibídem, p. 479.<br />
40<br />
Así mismo, señala el Obispo Martí en el libro de Providencias con referencia al margen de ganancia que debe existir<br />
en el comercio y distribución de los productos en la población de Caucagua: “Que como también haya llegado a<br />
noticia nuestra de que algunas personas descuidadas de su salud eterna y conducidas de un deseo insaciable de adquirir<br />
bienes temporales cometen varias usuras en las ventas que hacen de distintos comestibles, géneros y efectos, persuadidos de<br />
que la transportación de ellos desde otros lugares de la provincia a éste, hace lícito su expendio por cualquier subido precio,<br />
de suerte que aún llegan a reportar la ganancia hasta de 200%; cediendo todo en gravísimo cargo de sus consciencias,<br />
y perjuicio del bien público: mandamos que el cura de esta iglesia en sus amonestaciones al pueblo reprenda este pecado de<br />
usura y haga entender usura a su reato y la indispensable restitución de lo mal adquirido.”En: Obispo Mariano Martí,<br />
Documentos relativos a su visita… (Providencias), p.436.<br />
41<br />
Ibídem, p. 215.<br />
42<br />
Ibídem, p. 248.<br />
43<br />
Ibídem, p. 30. Al blanco de Maracaibo don Pablo de Ortega lo delatan porque “se ejercita en demasiado lucro y sisaduras<br />
de pesos y obliga a los pobres a que le compren y vendan lo que él quiere” por lo que se le obliga a enmendarse o<br />
abandonar el territorio. Ibídem, p. 247.<br />
33