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Excodra VII: El futuro

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Ian se colocó las gafas protectoras, empuñó los mandos del cañón y apuntó hacía la<br />

Tierra. Hubiera querido ser guionista pero no pasó las pruebas. A pesar de todo<br />

pensaba que la última palabra la tenía él al decidir con su punto de mira quién soñaba<br />

cada carga. La máquina recomendaba con voz metálica, tres segundos antes de cada<br />

disparo, para qué país fue escrito el sueño, pero no era restrictivo. Las noches que Ian<br />

estaba de humor hacía soñar a los alemanes sueños españoles o a los franceses sueños<br />

africanos. Era toda la diversión que tenía en un puesto como aquél.<br />

–Sueño 123 de Sophie Breil. Destino: Francia –comenzó a dictar la máquina.<br />

Ian apuntó hacía el centro de Francia y disparó. Una potente luz azul en forma de<br />

estrella fugaz atravesó el cielo de París hasta entrar por una ventana de los barrios<br />

altos.<br />

–Sueño 653 de Vincent Mann. Destino: Irlanda.<br />

Movió el cañón un poco a la izquierda. No estaba ingenioso aquella noche y seguía<br />

las instrucciones al pie de la letra. Otra luz azul surcó el nublado cielo irlandés.<br />

–Sueño 654 de Vincent Mann. Destino: España.<br />

Apuntó al sudoeste de Europa y una vez más el cañón resonó en la plataforma.<br />

Los hombres:<br />

Son el destino final de los sueños escritos por los guionistas: la razón de ser de<br />

todo el ciclo.<br />

<strong>El</strong> sueño 653 aterrizó en una pequeña aldea pescadora del norte de Irlanda. Por su<br />

parte, el 654 surcó los cielos españoles para ir a parar al noreste de la península.<br />

Sucedió que aquella noche un hombre soñó ser Dios y otro, estar casado con una

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