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Lima.<br />
Toda forma de movimiento contiene su propia contradicción particular, las puertas se<br />
abren y se cierran, los pasillos van en ambas direcciones, llevan y traen, como aquel<br />
que acababan de cruzar por ese enorme laberinto de puertas, tropezando con<br />
administrativos, hombres de rango, secretarias, hasta llegar a la sección de<br />
Operaciones, abrir unas cuantas puertas más y atravesar esa última, Inteligencia y<br />
Comunicaciones, donde lo esperaba tras una mesa impecablemente vacía y luminosa.<br />
En realidad Mao no parecía conforme: ¿comprendía el camarada que la el Partido<br />
Comunista Chino atravesaba un proceso de autocrítica? Tampoco esa frente angosta<br />
le pertenecía. Hemos observado que en su pasaporte figura un nombre que no se<br />
corresponde con el remitido por nuestra embajada en Perú. ¿Era un impostor, un<br />
espía, un agente del imperialismo? ¿Es usted Abimael o Abismael? ¿Su madre murió<br />
o lo abandonó? ¿Es usted padre de una niña? ¿Quién es su padre, señor? Sabemos<br />
que la única forma en que el pueblo puede tomar el poder es destruyendo la vieja<br />
maquinaria del estado en manos de los reaccionarios, pero por favor, háblenos de<br />
usted: nombre completo de sus progenitores, ciudad de nacimiento, número de<br />
documento nacional de identidad y domicilio, vamos a tener que mantenerlo bajo<br />
vigilancia... ¿Ha mantenido usted contacto con la embajada norteamericana en su<br />
país? Sabemos que a las contradicciones hay que vencerlas, de ahí que estemos en la<br />
fase decisiva de la revolución, la Revolución Cultural, así que le recomiendo que<br />
colabore porque el partido tiene mil ojos y mil oídos, incluso en su país. Las<br />
facciones blandas y femeninas le habían sido arrebatadas al Gran Timonel por un<br />
intrigante oficial que ahora le ordenaba desvestirse, dejar todas sus pertenencias sobre<br />
la mesa, y colaborar. Debemos decirnos la verdad por amarga y dura que sea, dijo<br />
citando al camarada Lenin. Entonces Abimael entrevió por la ventana un barullo<br />
reconocible, entre las rejas, más allá de las vallas, que se asomaba con un estruendo<br />
de siglos, reconoció a sus padres entre la multitud, se vio a sí mismo, años más tarde,<br />
viendo llevar el féretro de una camarada caída en combate, escuchó el rumor de<br />
trompetas llamando a la batalla, banderas rojas poblaron los cielos del mundo,<br />
alguien cerró la puerta de la celda y solo ante la multitud creyó oportuno saltar sobre