Excodra XVI: La lucha

No tengo luchas internas, tengo dudas... quizás eso es precisamente lo que me
mantiene alerta. Debo andar ya en ese meridiano de la conciencia en que no
es más lo que uno dice sino lo que uno calla mientras intenta hacer lo que con
menos años ni siquiera te cuestionabas. Es complicado si además te empeñas
en seguir escribiendo sobre esa actitud de la espera a no se sabe qué. Es una
forma de no decir, aún a riesgo de decir de más, lógicamente. Pero asumo ese
azar como necesidad vital de pasar por aquí.
¿Has llegado a sentir aquello que comentaba Nietzsche del Fatalismo ruso
­soldado que se tumbaba en la nieve esperando lo que fuera por no poder
más, por no poder seguir en la lucha...­?
Siempre hay momentos en que uno, sin llegar a rendirse, debe dejar las cosas
como están, pero sin perder la energía en lo que básicamente nos hace actuar
hacia otros horizontes más esperanzadores. Comprendo qué es agotarse, pero
más tarde o más temprano surge el deshielo... hay que saber mantener la
calma antes de dar algo por perdido mientras caminas. Quien no se mueve, no
siente las cadenas, como dijo Rosa de Luxemburgo.
Ya entrando en tu literatura pero no aún de lleno, o tal vez sí, sobre tu
infancia, ¿lucha o cálido descenso hasta el ser mujer? La siento muy
presente, en tu literatura, a tu infancia, es sólo una percepción, pero
siento que tu literatura es una lucha por romper con la infancia, por
entenderla. Para abrirte en canal... pero muéstranos cuanto desees por
favor.
Siempre soñé con crecer, es cierto. Supongo que algunos de los que me
educaron entenderán pronto lo que quiero decir. Qué empeño tienen los
adultos en saber qué queremos ser de mayores. A esa pregunta, siempre