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Excodra XVI: La lucha

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Al contemplar los triunfos de mi hijo sobre el idioma, me doy cuenta de que<br />

los escritores planteamos nuestro trabajo en unos términos parecidos. El oficio<br />

de escribir es una réplica a escala de la <strong>lucha</strong> por la apropiación del lenguaje.<br />

<strong>La</strong> diferencia, además de la modestia de nuestro empeño (un niño es mucho<br />

más ambicioso que el más sublime de los escritores), es que no <strong>lucha</strong>mos<br />

contra el lenguaje, sino contra su forma literaria. Un escritor no cultiva la<br />

literatura, sino que se enfrenta a ella. <strong>La</strong>s obras literarias se escriben contra la<br />

literatura.<br />

Escribir es una forma de apropiación de la literatura. Una apropiación<br />

violenta, de conquista y sangre. Se escribe contra una tradición, contra la<br />

propia infancia, contra las propias formas de decir, contra los libros que se<br />

leyeron. El escritor busca una forma radicalmente única y personal de decir las<br />

cosas. Una forma tan personal e irreductible que trascienda las barreras del<br />

propio idioma y se reconozca incluso en las traducciones. A Cavafis se le siente<br />

Cavafis en cualquier lengua. Porque Cavafis no escribe en griego. Ha destruido<br />

el griego para crear un idioma que sólo domina Cavafis, y que se entiende y se<br />

percibe pese a todos los intermediarios y traductores que se pongan en medio.<br />

Yo fui consciente de que la escritura era una forma de <strong>lucha</strong> cuando escribí mi<br />

libro más violento y dulce, <strong>La</strong> hora violeta. Cuando quise decir la enfermedad<br />

y muerte de mi primer hijo, la literatura devino enemiga. Luego me he dado<br />

cuenta de que la literatura ha sido un enemigo para todos los escritores que<br />

han querido escribir sobre algo que les importaba y les dolía de veras. <strong>La</strong><br />

retórica no sirve en esos empeños. <strong>La</strong>s normas de construcción narrativa no<br />

sirven. El canon no sirve. A veces (sólo a veces), ni siquiera sirve la norma<br />

gramatical. <strong>La</strong> literatura y sus leyes y tradiciones, en lugar de sublimar la<br />

experiencia, la banalizan, amarrándola al lugar común. No se puede decir con<br />

palabras de otros lo que sólo uno siente y sufre. El escritor ha de encontrar su<br />

propia forma de decir, y al hacerlo, ha de romper la literatura. De esa <strong>lucha</strong><br />

paradójica nacerá la literatura.

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