Excodra XVI: La lucha

una experiencia estética que concluyó nada más nacer.
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todos los partos eran iguales, la piel se separaba del hueso.
no era lepra sin embargo, sí una enfermedad antigua. la herida siempre al
descubierto; gusanos, moscas y los consejeros delegados del terror adecuaban sus
larvas en la parte más acogedora del fluido, que como pequeños embalses
conservaban los orificios causados por las balas.
tú todavía preguntabas por qué, y olvidas que es incomprensible. pero por qué el
instinto de la lágrima.
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sabíamos que recorrería la mejilla hasta la comisura de los labios.
cogidos de la mano nos acercamos a conocer el llanto y entendí el interrogante
como pasajero y violento al mismo tiempo. nos impresionaba tanto la imagen, su
olor, que era emocionante como la cronología del ruido tiempo atrás.
fue hoy, más allá, cuando abrimos un canal de estrellas sin tonos, muertas en
matices, y en esa vereda tuvimos la capacidad, como objetos intangibles, de
reconducir la locura mundial.
en ese instante nos sentimos como pastores sorbiendo el agua de un pozo de
negro infinito, como un concepto absoluto, el significado de un pueblo nómada: