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Pabellones Lejanos

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propias ideas...<br />

Ash no estaba contento. No había deseado venir a Belait a<br />

convertirse en un señor. Habría preferido mil veces quedarse<br />

en Mardan y llegar a ser sowar como Zarín. Pero no le<br />

permitieron elegir, y, en consecuencia, pensaba que sabía más<br />

sobre lo que sienten las razas sometidas que el tío Matthew,<br />

quien hablaba en forma tan paternal de «brindar los beneficios<br />

de la paz y la prosperidad a los millones de sufrientes de la<br />

India».<br />

«Supongo que me verán como a uno de los "millones de<br />

sufrientes" -pensaba Ash con amargura-, pero preferiría<br />

encontrarme allí trabajando de coolie a estar aquí y que me<br />

digan todo lo que tengo que hacer.»<br />

Las vacaciones eran un oasis en el seco desierto de las<br />

lecciones; sin ellas, Ash sentía que no habría podido soportar<br />

su nueva vida, porque, aunque le animaban a que saliera a<br />

cabalgar al parque, nunca podía hacerla solo, sino<br />

acompañado por el ojo vigilante de un tutor o un sirviente. Y<br />

como el parque estaba rodeado de una alta pared de piedra y<br />

no se le permitía atravesar la verja, en muchos sentidos su<br />

mundo era tan restringido como el de un prisionero o un<br />

enfermo mental. Sin embargo, la pérdida de libertad no fue lo<br />

peor de esos años, porque Ash también la sufría en el Hawa<br />

Mahal. Pero allí estaba Sita, y tenía amigos, y, al menos, Lalji<br />

era joven.<br />

La edad de sus carceleros actuales le irritaba, y, después del<br />

desorden multicolor de una Corte india; el decoroso e<br />

inflexible ritual de la vida en una casa de campo victoriana le<br />

resultaba árida y carente de significado... e<br />

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