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Salvada de las llamas

Una niña pequeña llamada Sunita y su familia tratan de reiniciar su vida después de un incendio. Su casa y lo que esta contenía, incluidos todos los libros de la escuela y los juguetes de la niña, han quedado reducidos a cenizas. Lo peor de todo es que no encuentran a su cachorro Taro. Los padres de Sunita están muy ocupados construyendo su nueva casa y nadie tiene tiempo de escuchar lo que la angustia a ella. Afortunadamente, Sunita tiene una maestra observadora que acude en su ayuda. La maestra pone en contacto a Sunita con un amigo que es doctor, y le enseña a Sunita a tejer un nuevo peluche para reemplazar el viejo que se había quemado. Sunita aprende que no sólo hay heridas externas, sino también heridas que se meten bajo la piel. Afortunadamente, ambos tipos de heridas se pueden curar.

Una niña pequeña llamada Sunita y su familia tratan de reiniciar su vida después de un incendio. Su casa y lo que esta contenía, incluidos todos los libros de la escuela y los juguetes de la niña, han quedado reducidos a cenizas. Lo peor de todo es que no encuentran a su cachorro Taro.
Los padres de Sunita están muy ocupados construyendo su nueva casa y nadie tiene tiempo de escuchar lo que la angustia a ella. Afortunadamente, Sunita tiene una maestra observadora que acude en su ayuda. La maestra pone en contacto a Sunita con un amigo que es doctor, y le enseña a Sunita a tejer un nuevo peluche para reemplazar el viejo que se había quemado.
Sunita aprende que no sólo hay heridas externas, sino también heridas que se meten bajo la piel. Afortunadamente, ambos tipos de heridas se pueden curar.

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SPANISH<br />

EDITION<br />

<strong>Salvada</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>llamas</strong><br />

Tuula Pere • Catty Flores<br />

W<br />

ickWick


<strong>Salvada</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>llamas</strong><br />

Relato <strong>de</strong> Tuula Pere<br />

Ilustraciones <strong>de</strong> Catty Flores<br />

Diseño <strong>de</strong> Peter Stone<br />

Traducido al español por Fabio F Morales Garcia<br />

ISBN 978-952-325-728-3 (eBook)<br />

ISBN 978-952-325-228-8 (Impreso)<br />

Primera Edición<br />

Derechos Reservados © 2016 Wickwick Ltd<br />

Publicado en 2016 por Wickwick Ltd<br />

Helsinki, Finlandia<br />

Impreso en La Unión Europea<br />

Saved from the Flames, Spanish translation<br />

Story by Tuula Pere<br />

Illustrations by Catty Flores<br />

Layout by Peter Stone<br />

Spanish translation by Fabio F Morales Garcia<br />

ISBN 978-952-325-728-3 (ePub)<br />

ISBN 978-952-325-228-8 (Print)<br />

First edition<br />

Copyright © 2016 Wickwick Ltd<br />

Published by Wickwick Ltd<br />

2016, Helsinki, Finland<br />

Printed in EU<br />

Originally published in Finland by Wickwick Ltd in 2016<br />

Finnish “Tulesta turvaan”, ISBN 978-952-325-225-7 (Print), ISBN 978-952-325-725-2 (ePub)<br />

English (US) “Saved from the Flames”, ISBN 978-952-325-226-4 (Print), ISBN 978-952-325-726-9 (ePub)<br />

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted<br />

in any form or by any means, mechanical, electronic, photocopying, recording, or otherwise, without the prior<br />

written permission of the publisher Wickwick Ltd. The only exception is brief quotations in printed articles and<br />

reviews. For <strong>de</strong>tails and written permissions, contact rights@wickwick.fi.<br />

Wickwick books are available at special discounts when purchased in quantity for premiums and promotions as<br />

well as fundraising or educational use. Special editions can also be created to specification. For <strong>de</strong>tails, contact<br />

specialsales@wickwick.fi.


SPANISH<br />

EDITION<br />

<strong>Salvada</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>llamas</strong><br />

Tuula Pere • Catty Flores<br />

W<br />

ickWick<br />

Children’s Books from the Heart<br />

1


2


Sunita se estaba <strong>de</strong>sayunando junto con su prima Dina. Antes,<br />

ambas se divertían juntas y tenían mucho <strong>de</strong> qué hablar,<br />

pero ahora todo era diferente.<br />

“No te pue<strong>de</strong>s quedar en casa todo el día sin hacer nada. ¿Por<br />

qué no salimos juntas a alguna parte, tal vez a nadar?, dijo Dina,<br />

tratando <strong>de</strong> animar a su invitada.<br />

Sunita mordisqueó un pedazo <strong>de</strong> pan, pero no tenía apetito. Se<br />

quedaba mirando los motivos <strong>de</strong>l mantel, <strong>de</strong>masiado cansada<br />

para contestar. Su prima se levantó <strong>de</strong> la mesa para irse.<br />

“Eres muy extraña”, suspiró Dina. “Entiendo lo terrible que<br />

<strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser per<strong>de</strong>r tu hogar en un incendio, pero al menos<br />

<strong>de</strong>berías hablar conmigo”.<br />

3


Cuando su prima se marchó, Sunita abrió la ventana y miró hacia el otro lado <strong>de</strong>l<br />

patio trasero. Hasta hacía sólo una semana, la casa <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> Sunita había<br />

estado allí. Ahora sólo quedaban pare<strong>de</strong>s en ruina y cenizas. Por todas partes <strong>de</strong> la<br />

casa <strong>de</strong>struida se veían restos <strong>de</strong> muebles chamuscados. Afortunadamente, toda la<br />

familia había salido ilesa <strong>de</strong>l incendio.<br />

Los padres <strong>de</strong> Sunita discutían acaloradamente mientras limpiaban los escombros.<br />

“¿Cuántas veces te advertí acerca <strong>de</strong> la cocina averiada?”, <strong>de</strong>cía, enfadada, la madre<br />

<strong>de</strong> Sunita con voz chillona. “Has <strong>de</strong>bido arreglarla hace años. Esto no habría pasado<br />

si tú no hubieras sido tan <strong>de</strong>scuidado.”<br />

“Y si tú hubieras tenido más cuidado con la hornilla, la casa no se habría incendiado”,<br />

se <strong>de</strong>fendió el padre <strong>de</strong> Sunita.<br />

4


5


El incendio era un trauma terrible para toda la familia. No quedaba casi nada <strong>de</strong><br />

lo poco que habían tenido. Todas sus fotografías y recuerdos los había consumido<br />

el fuego.<br />

Sunita lamentaba mucho que sus juguetes, su cama y su ropa se hubieran quemado.<br />

Pero lo que más la preocupaba era Taro, el perrito <strong>de</strong> la familia. Después <strong>de</strong>l incendio<br />

no se había sabido nada <strong>de</strong> él, aunque los primos <strong>de</strong> Sunita lo habían buscado<br />

por todo el vecindario durante días.<br />

Los padres <strong>de</strong> Sunita seguían discutiendo sin cesar. Ella estaba cansada <strong>de</strong> escucharlos,<br />

ya tenía bastante con lo que le había pasado.<br />

“¡Lo que sucedió tampoco es mi culpa!”, les gritó, cerrando <strong>de</strong> golpe la ventana.<br />

“Está muy nerviosa”, dijo su madre, meneando la cabeza mientras <strong>de</strong>spejaba los<br />

escombros.<br />

6


7


Sunita contemplaba <strong>las</strong> habitaciones <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> su prima. Vio la cama <strong>de</strong> Dina<br />

con su peluche encima. También vio una caja <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra llena <strong>de</strong> botones <strong>de</strong> todos<br />

los colores. Los libros escolares <strong>de</strong> Dina estaban colocados <strong>de</strong> forma or<strong>de</strong>nada<br />

sobre una repisa <strong>de</strong> la pared.<br />

“Dina tiene mucha suerte <strong>de</strong> tener un hogar”, pensó Sunita. “Todas mis cosas se<br />

quemaron. Todos mis libros y dibujos —todo convertido en cenizas. Me pregunto si<br />

podré regresar a c<strong>las</strong>es otra vez”.<br />

Muchas cosas atormentaban a Sunita, pero nadie parecía tener tiempo para escucharla<br />

hablar <strong>de</strong> sus problemas. Y nadie quería seguir ayudándola a buscar a Taro.<br />

8


9


10


Lo más difícil eran <strong>las</strong> noches. Sunita casi no podía dormir y, si lo conseguía, tenía<br />

pesadil<strong>las</strong>. Soñaba que intentaba huir <strong>de</strong> su casa en <strong>llamas</strong>. Trataba <strong>de</strong> reunir<br />

sus cosas, pero no había tiempo <strong>de</strong> llevarse nada.<br />

“¡Taro, ven aquí, perrito! ¡Ahora mismo!”, gritaba Sunita medio dormida, hasta que<br />

se <strong>de</strong>spertó <strong>de</strong>l todo, sorprendida por su propia voz.<br />

“Solo sigue durmiendo”, susurró su madre en la oscuridad. “Tratemos <strong>de</strong> no <strong>de</strong>spertar<br />

a los <strong>de</strong>más. Tenemos mucho que hacer mañana”.<br />

Pero Sunita ya no pudo conciliar el sueño. Ni siquiera tenía consigo su viejo peluche.<br />

Este era una oveja <strong>de</strong> lana blanca que probablemente se había quemado en el incendio.<br />

Su madre no había tenido tiempo <strong>de</strong> hacerle un nuevo peluche.<br />

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12


Sunita volvió a asistir a la escuela. Su prima Dina le había prestado algo <strong>de</strong> ropa, y<br />

su maestra le había procurado nuevos textos escolares. Al principio, sus compañeras<br />

<strong>de</strong> c<strong>las</strong>e la asediaron con preguntas sobre el incendio, pero <strong>de</strong>spués la <strong>de</strong>jaron<br />

en paz porque ella ya no quería hablar sobre el tema.<br />

Los días fueron pasando. Sunita se fue poniendo cada vez más triste, y perdió peso.<br />

“¿Cómo está tu familia?”, le preguntó, preocupada, su maestra durante el recreo.<br />

“¿Ya empezaron a construir su nueva casa?”<br />

“Mamá y papá no <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> trabajar”, contestó Sunita en voz baja. “Tenemos que hacerlo<br />

todo con nuestros propios brazos y con ayuda <strong>de</strong> los vecinos”.<br />

Sunita sintió <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> arrojarse en brazos <strong>de</strong> la maestra y ponerse a llorar, pero ¿qué<br />

habrían dicho los <strong>de</strong>más? Sonó la campana y todos regresaron a sus salones <strong>de</strong> c<strong>las</strong>e.<br />

Sunita se sentó en su puesto, sin escuchar nada <strong>de</strong> lo que se <strong>de</strong>cía a su alre<strong>de</strong>dor.<br />

13


Al día siguiente, la maestra fue a visitar a los padres <strong>de</strong><br />

Sunita. Sunita pudo ver cómo los adultos conversaban<br />

entre sí con aspecto <strong>de</strong> estar preocupados.<br />

Su madre y su padre gesticulaban y señalaban hacia <strong>las</strong> ruinas<br />

<strong>de</strong> la casa incendiada. La maestra se veía <strong>de</strong>cidida. Finalmente,<br />

los padres <strong>de</strong> Sunita asintieron con la cabeza y le pidieron<br />

a Sunita que se acercara.<br />

“Tu maestra te va a llevar a la ciudad”, le dijo a Sunita su madre.<br />

“Ella conoce a un buen doctor que te pue<strong>de</strong> ayudar a sentirte<br />

mejor.”<br />

“Pero no tenemos cómo pagar un doctor, ¿o sí?”, replicó Sunita,<br />

preocupada. “Tenemos que construir nuestra casa”.<br />

“No te preocupes, niña querida”, la consoló la maestra. “Ese<br />

doctor es amigo mío y estará feliz <strong>de</strong> ayudarte”.<br />

14


15


Ya en la sala <strong>de</strong> espera <strong>de</strong>l doctor, Sunita se sentía nerviosa. Menos<br />

mal que su maestra también estaba con ella. Era agradable mirar<br />

los dibujos coloridos <strong>de</strong> la pared. Los habían realizado niños que<br />

habían visitado al doctor. Quizás no había nada que temer, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> todo.<br />

“Hola, Sunita, pasa a<strong>de</strong>lante”, dijo el amable doctor abriendo la<br />

puerta. “Esta maestra tuya es amiga mía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la infancia”.<br />

16


Para Sunita, la voz cariñosa <strong>de</strong>l doctor fue reconfortante,<br />

sobre todo porque al fin alguien tendría<br />

tiempo para escucharla. Al principio, a la niña le costó<br />

hablar, <strong>de</strong>bido a <strong>las</strong> cosas terribles y difíciles que<br />

habían sucedido.<br />

17


Sunita y su maestra pasaron mucho tiempo en el consultorio<br />

<strong>de</strong>l doctor. Poco a poco, la niña comenzó a hablar. Les<br />

dijo al doctor y a su maestra lo mucho que había sufrido, y<br />

pudo por fin <strong>de</strong>sahogar sus penas.<br />

“Sunita, querida, cuando suce<strong>de</strong> algo tan malo como un incendio<br />

y éste quema tu casa, la conmoción es tan gran<strong>de</strong> que<br />

pue<strong>de</strong> afectar incluso tu mente”, le dijo el doctor con <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za.<br />

“Pue<strong>de</strong>s sufrir quemaduras o lesiones en la piel, pero algunas<br />

veces los daños pue<strong>de</strong>n ser más profundos y afectar tu<br />

mente”.<br />

18


De camino <strong>de</strong> vuelta a casa, la maestra le compró a Sunita<br />

una ma<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> lana blanca.<br />

“Te enseñaré a tejer tu propio peluche”, le prometió la maestra.<br />

Sunita sonrió por primera vez en muchísimo tiempo.<br />

19


Por varios días seguidos, a Sunita se la vio sentada en el césped bajo un<br />

gran árbol, tejiendo su peluche con la lana que su maestra le había regalado.<br />

Todavía no sabía tejer muy bien.<br />

“Bueno, este peluche no se parece mucho a una oveja, sino más bien a un pez”,<br />

pensó. Pero al menos es suave y tibio”.<br />

Sunita observaba contenta cómo también sus padres avanzaban en su trabajo.<br />

Una pequeña casa se levantó en lugar <strong>de</strong> su antiguo hogar. Estaba construida<br />

con materiales donados por los vecinos. Las pare<strong>de</strong>s estaban hechas <strong>de</strong> tableros<br />

y cartones <strong>de</strong> varios colores, y cada ventana tenía un tamaño diferente.<br />

“Ahora tenemos un nuevo hogar”, dijo el padre <strong>de</strong> Sunita abrazando a su esposa.<br />

20


21


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Esa noche, por primera vez en mucho tiempo, la familia<br />

<strong>de</strong> Sunita se sentó alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su propia mesa. Esta era<br />

la primera cena en su nuevo hogar. La madre <strong>de</strong> Sunita sirvió<br />

sopa en los platos. Susurraba en voz baja una alegre canción.<br />

Después <strong>de</strong> cenar, los padres <strong>de</strong> Sunita colocaron un nuevo tesoro<br />

sobre la mesa. Sus vecinos habían reunido fotografías <strong>de</strong><br />

la familia extrayéndo<strong>las</strong> <strong>de</strong> sus propios álbumes. Tenían con<br />

ellos muchos recuerdos en común, y habían celebrado muchos<br />

cumpleaños y bodas juntos. También había fotos <strong>de</strong> Sunita<br />

con los niños <strong>de</strong>l vecindario.<br />

“Ahora nuestros recuerdos no están sólo en nuestras mentes”,<br />

suspiró la madre <strong>de</strong> Sunita. “Tenemos realmente amigos maravillosos.”<br />

“Sunita, ¿por qué no vienes a ver tu nueva cama?”, dijo su padre,<br />

<strong>de</strong>scorriendo una cortina en un recodo <strong>de</strong> la habitación.<br />

Sunita sonrió y colocó sobre la colcha el pez <strong>de</strong> peluche que<br />

había tejido. Ahora sí que le sería fácil quedarse dormida.<br />

23


24


Por la mañana tuvieron visita. Uno <strong>de</strong> los visitantes era alguien<br />

que la familia nunca había visto antes, pero el otro era muy<br />

conocido. Un anciano llevaba en su regazo un animal envuelto en<br />

un trapo.<br />

“Este pequeñín se apareció en nuestra casa hace unas semanas”,<br />

dijo el hombre, acariciando al perro que sostenía. “Se quemó mucho<br />

<strong>de</strong> un lado, pero he tratado <strong>de</strong> curarlo lo mejor que he podido.<br />

Ahora se está reponiendo muy bien”.<br />

“¡Pero si es Taro!”, exclamó Sunita emocionada, tomando el perro<br />

en sus brazos. “Muchas gracias por su ayuda. A partir <strong>de</strong> ahora yo<br />

puedo cuidarlo.”<br />

“Cuando encontré al perro, llevaba este juguete en su boca”, añadió<br />

el hombre. “Es una oveja o algo parecido, bastante <strong>de</strong>sgastada<br />

y baboseada. Creo que el perro la rescató <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>llamas</strong>”.<br />

Sunita no sabía qué <strong>de</strong>cir. Lágrimas <strong>de</strong> alegría cayeron sobre el<br />

pelaje <strong>de</strong> Taro. El cachorro movió su cola con emoción. Ahora que<br />

los dos amigos se habían vuelto a reunir, sus heridas podrían sanar<br />

más fácilmente.<br />

25


Una niña pequeña llamada Sunita y su familia tratan <strong>de</strong><br />

reiniciar su vida <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un incendio. Su casa y lo que esta<br />

contenía, incluidos todos los libros <strong>de</strong> la escuela y los juguetes <strong>de</strong><br />

la niña, han quedado reducidos a cenizas. Lo peor <strong>de</strong> todo es que<br />

no encuentran a su cachorro Taro.<br />

Los padres <strong>de</strong> Sunita están muy ocupados construyendo su<br />

nueva casa y nadie tiene tiempo <strong>de</strong> escuchar lo que la angustia<br />

a ella. Afortunadamente, Sunita tiene una maestra observadora<br />

que acu<strong>de</strong> en su ayuda. La maestra pone en contacto a Sunita<br />

con un amigo que es doctor, y le enseña a Sunita a tejer un nuevo<br />

peluche para reemplazar el viejo que se había quemado.<br />

Sunita apren<strong>de</strong> que no sólo hay heridas externas, sino también<br />

heridas que se meten bajo la piel. Afortunadamente, ambos tipos<br />

<strong>de</strong> heridas se pue<strong>de</strong>n curar.<br />

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