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AguaTinta N° 26

La Danza - Julio de 2017

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CINE<br />

Reseña: El abrazo de la serpiente<br />

Por María Eugenia Meza Basaure<br />

Una épica en blanco y negro<br />

Muchos tópicos se han escrito sobre El abrazo de<br />

la serpiente (Ciro Guerra, 2015, Colombia-Venezuela-<br />

Argentina, ficción) y, la verdad, es que resulta un poco difícil<br />

salir de ellos al ver esta película fuera de lo común en forma<br />

y fondo.<br />

Primero, el destacar su fotografía en blanco y negro.<br />

Un blanco y negro refulgente, utilizado con maestría por el<br />

director de fotografía David Gallego, que deja ver hasta los<br />

más pequeños detalles de las hojas, troncos, lianas y otros<br />

elementos vegetales de la selva. El agua y su movimiento<br />

también adquieren otra dimensión, quizá más corpórea,<br />

más densa, gracias a esta decisión fotográfica que fue<br />

tomada muy tempranamente por el director, influenciado<br />

por los diarios de viaje que le sirvieron de punto de partida,<br />

llegada e inspiración.<br />

Esos diarios fueron aquellos dejados por los científicos<br />

Theodor Koch-Grünberg y Richard Evans Schultes –el<br />

primero alemán, el segundo estadounidense– que, en<br />

diferentes momentos de la primera mitad del siglo XX y<br />

con muy diferentes motivaciones, se adentraron en la selva<br />

colombiana y conocieron diversas tribus, muchas de ellas<br />

hoy desaparecidas. La historia, ficcionada, entrelaza las dos<br />

vivencias por medio de un personaje mágico, un chamán<br />

que los conoce en distintos momentos de su propia vida.<br />

Otro de los tópicos es aludir a que este viaje iniciático<br />

de ambos occidentales “civilizados” es equivalente al<br />

del protagonista de El corazón de las tinieblas, de Joseph<br />

Conrad, un marinero que va en busca de un elusivo Kurt, en<br />

el África colonizada por los ingleses y que inspiró la creación<br />

de Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, sobre otra<br />

cruenta invasión: la de Estados Unidos en Vietnam.<br />

Ciertamente el filme es un viaje, un descenso a un lugar<br />

arrasado por la civilización y los blancos. Los dos científicos<br />

buscan a un personaje –el chamán– que puede llevarlos a las<br />

puertas del conocimiento mágico y se adentran por un río<br />

(otra similitud con novela y filmes anteriores) en una selva<br />

densa y misteriosa a la que, sin embargo, durante la mayor<br />

parte del tiempo, bordean. La película colombiana pone en<br />

imágenes y en historia un paisaje exterior e interior con<br />

un ritmo lento, jalonado de tanto en tanto por situaciones<br />

violentas filmadas de modo oscuro, las que ocurren en<br />

ambas vidas, iluminadas por antorchas y hogueras. Son<br />

momentos que contrastan fuertemente con las imágenes<br />

del día, transparentes y diáfanas, que van narrando las otras<br />

alternativas de los dos viajes, provocando un contrapunto<br />

y suavizando el paso entre uno y otro tiempo. Es que el<br />

tiempo real en que existen es indiferente; lo que importa es<br />

el viaje de los héroes que, en verdad, son uno solo.<br />

Y llegamos al tercer tópico: el del periplo en busca<br />

de un objeto mágico. La estructura del cuento clásico,<br />

analizada desde Vladimir Propp hasta los estructuralistas,<br />

es aplicable a esta historia en que alcanzar la yakruna,<br />

planta sagrada, es la motivación de los dos científicos. Los<br />

dos deben pasar por distintas pruebas<br />

pero, dado que son héroes degradados,<br />

no conseguirán reestablecer el cosmos.<br />

Uno de los dos muere y el otro es tragado<br />

por la selva.<br />

Por mi parte, creo que el filme<br />

de Ciro Guerra remite a dos obras de<br />

culto que presentan sendos personajes<br />

obsesionados por un sueño: Aguirre, la<br />

ira de Dios y Fitzcarraldo, de Werner<br />

Herzog. La selva que lo aprisiona y cierta<br />

atmósfera de misterio y cercanía de lo<br />

ominoso las hermana y pueden ser vistas<br />

como caras de la misma moneda: la<br />

ruptura de un mundo primitivo, conectado<br />

íntimamente con la naturaleza, pero a la<br />

vez brutal en ciertas conductas aunque<br />

con leyes específicas de protección de la<br />

selva. Lo que nos lleva a un cuarto tópico: el planteamiento<br />

de que el filme es una apología del buen salvaje, un discurso<br />

estético que reafirma la teoría expresada por Jean-Jacques<br />

Rousseau en el Origen de la desigualdad entre los hombres.<br />

Todos estos tópicos son correctos. El abrazo de la<br />

serpiente es todo eso. Y, a la vez, bastante más: es una<br />

mirada distinta y quizá estetizante a la historia y el presente<br />

de un país atravesado por diversas formas de violencia<br />

desde sus inicios. Otra manera de encontrar con éxito<br />

una narración épica que explique los conflictos profundos<br />

de una sociedad quebrada por décadas. No en vano la<br />

realización ha acumulado 34 galardones, entre ellos el de la<br />

Quincena de los Realizadores en el Festival de Cannes y una<br />

postulación a Mejor Película Extranjera en la versión 2016<br />

de los premios Oscar.<br />

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