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AguaTinta N° 26

La Danza - Julio de 2017

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de las colonias fueran reclutados, por lo que decidió<br />

trasladarse de regreso a Corea evadiendo ser enrolado. En<br />

1945 se instalaron en el puerto de Wonsan, al noreste de<br />

la península. Allí les sorprendió la buena nueva: el 15 de<br />

agosto de ese año, con Hiroshima y Nagasaki convertidas<br />

en escombros radioactivos, Japón capitulaba en forma<br />

incondicional ante Estados Unidos y Corea recuperaba su<br />

independencia.<br />

Sobre el horizonte más prometedor que parecía<br />

abrirse ante los ojos de la familia –que ya contaba con<br />

su primer hijo–, pendía ahora una única amenaza: la<br />

inminente escisión de su país. Jung-seob se unió a grupos<br />

de artistas que se resistían a esa posibilidad y proclamaban<br />

la necesidad de mantenerse unidos sobre bases culturales.<br />

Algunos de sus dibujos de entonces, como el titulado Three<br />

People, reflejan una suerte de temor ante el futuro de su<br />

pueblo. El período de relativa calma no duró mucho. La<br />

difteria cobró la vida del primogénito en 1946, mientras<br />

Jung-seob preparaba una exposición, sumiéndole en<br />

una profunda pena. A ello se sumó el fortalecimiento<br />

del conflicto interno agravado por la intervención de las<br />

nuevas potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética.<br />

Como muchos de sus compatriotas, Lee Jung-seob, su<br />

mujer y los dos pequeños hijos nacidos en 1947 y 1949,<br />

Taehyun y Taeseong, respectivamente, buscaron un mejor<br />

sitio para vivir, huyendo del enfrentamiento en ciernes;<br />

se instalaron primero en Busan y posteriormente en<br />

Seogwipo, isla de Jeju, al sur de la península, frente al más<br />

amplio mar al que se pueda abrir una costa coreana. Las<br />

creaciones más alegres, coloridas, con temáticas centradas<br />

en la familia, en el juego de los niños, plagadas de peces,<br />

cangrejos, soles, sonrisas y abrazos, son de este período<br />

en la vida del artista, un paréntesis de felicidad de corta<br />

duración que vivirá añorando el resto de su existencia. En<br />

1950 estalla la Guerra de Corea.<br />

El nuevo ambiente bélico supuso el empeoramiento<br />

de las condiciones de vida ya precarias de la familia, y,<br />

ante la carencia de sustento estable, Yamamoto (ahora Lee<br />

Nam-deok, su nombre coreano) toma a sus hijos y vuelve a<br />

Japón. La separación debía ser temporal, pero se extendió<br />

indefinidamente. Ella y los pequeños abordaron en julio<br />

de 1952 un barco japonés y pasó un año antes de que el<br />

padre pudiera visitarlos por apenas una semana. De las<br />

cartas escritas a su mujer en este período, pletóricas de<br />

añoranzas y sueños por cumplir, se conserva hasta hoy<br />

unas 160, algunas de las cuales suelen formar parte de las<br />

exposiciones de su obra.<br />

Desesperado por conseguir el dinero que le<br />

permitiera reunirse con su mujer e hijos, Jung-seob se<br />

dedicó a trabajar en diversos oficios, incluyendo el de<br />

maestro de artesanía en una escuela, donde enseñó<br />

técnicas como el enlacado en madreperla.<br />

Cuando ya ni siquiera era posible conseguir tela<br />

o papel para pintar, se las ingenió para dibujar con<br />

un pequeño punzón sobre el papel de las cajetillas de<br />

cigarrillos. Cincelaba suavemente el aluminio trazando<br />

un diseño, luego aplicaba algo de pintura y retiraba el<br />

exceso, dejando ranuras irisadas que quebraban el fondo<br />

metálico del papel. Una técnica surgida de la carencia y de<br />

la incontrolable necesidad de expresión del artista, que<br />

acabó convertida en la impronta de su trabajo.<br />

Muchos de los varios toros pintados al óleo sobre<br />

papel por Jung-seob vieron la vida en estos años y<br />

muestran con escalofriante claridad la evolución de su<br />

ánimo: desde el toro de mirada y pose decidida, presto a la<br />

embestida, de 1953, año de su breve visita a Japón, hasta<br />

la descomposición del trazo y la opacidad cromática de los<br />

que representa hacia 1955, sangrantes o enfrentados en<br />

pugna, cuando incluso perdió contacto con su mujer.<br />

La frustración de no ver a su familia, el fracaso de<br />

algunas exposiciones y las constantes privaciones le<br />

llevaron a un arranque en el que quemó un importante<br />

volumen de su obra.<br />

Intenta luego reconciliarse con su capacidad<br />

creadora y reafirmar su calidad como artista, de la que<br />

venía dudando, y ejecutó algunas obras más, entre las que<br />

se cuenta el único autorretrato que se conserva, realizado<br />

a lápiz en 1955.<br />

Su salud física y su estabilidad mental se fueron<br />

debilitando con asombrosa rapidez. Permaneció largos<br />

períodos en cama, enfermo y sumido en la tristeza, incluso<br />

cayó en más de una ocasión al hospital. Durante una de<br />

sus varias convalescencias pintó sus últimos cuadros:<br />

una serie cuyo motivo común era la ventana del cuarto en<br />

que pasaba sus días. Tituló la serie parodiando un filme<br />

estadounidense protagonizado por Marilyn Monroe: River<br />

of no Return.<br />

Sin cumplir su objetivo de reunirse con sus seres<br />

amados y apenas cumplidos los 40 años de edad, Lee Jungseob<br />

falleció en completa soledad el 6 de septiembre de<br />

1956 en el hospital de la Cruz Roja de Seúl. Sólo cuatro<br />

días después, algunos amigos se enteraron de su muerte<br />

y tardaron incluso un tiempo en obtener el dinero para<br />

pagar los gastos hospitalarios adeudados y poder retirar<br />

su cuerpo.<br />

Reconocimiento póstumo<br />

Un hecho casi fortuito suele señalarse como el inicio<br />

de la valoración de la obra de Lee Jung-seob: En 1955<br />

el director del Centro de Cultura de Estados Unidos en<br />

Corea, Arthur McTaggart, sintió curiosidad por los dibujos<br />

trazados sobre papel de cigarrillos y adquirió tres de ellos.<br />

Un año más tarde, los entregó al Museo de Arte Moderno<br />

de Nueva York, MoMA, gatillando el interés de los<br />

especialistas tanto en su trabajo como en las condiciones<br />

en que se vio obligado a desarrollarlo. Pero ya el artista<br />

había dejado este mundo.<br />

En términos pictóricos, se reconoce hoy a Jungseob<br />

como un renovador de la plástica de su país, como<br />

quien la puso en diálogo con las vanguardias y técnicas<br />

eminentemente occidentales; para muchos es el padre<br />

del expresionismo a la manera coreana. Desde el punto de<br />

vista de su temática, toda una generación ve representada<br />

su propia vida en las pinturas de Jung-seob, a través de los<br />

símbolos y escenarios propios de Corea, de la resistencia<br />

al imperio japonés, la fragmentación en tiempos de guerra,<br />

la añoranza, el empuje y la fe. Su historia le ha convertido<br />

en leyenda.<br />

Para Seúl, el llamado “pintor de la desventura”, el que<br />

no recibió galardón alguno en vida, el que con dificultad<br />

logró vender alguna de sus piezas, es fiel representante del<br />

espíritu coreano, por lo que su obra es objeto de estudio<br />

de las nuevas generaciones y se mantiene en permanente<br />

exposición.<br />

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