AguaTinta N° 26
La Danza - Julio de 2017
La Danza - Julio de 2017
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La casa azul saqueada<br />
Gustavo Adolfo Becerra<br />
(a Matilde Urrutia, agosto de 1978)<br />
En la casa del poeta ya no está el poeta,<br />
pero se escuchan pasos en medianoche. Todo<br />
es dramáticamente visible aunque el conocimiento<br />
y la inteligencia estén acorraladas bajo el estado<br />
de sitio. Sobre la mesa hay botellas a medio<br />
beber y la luna cubierta de papeles. En medio<br />
de la dictadura se abre una ventana: pienso<br />
que -en cualquier momento- saldrá un pájaro<br />
volando. Las escalas que llevan a la palabra<br />
se detuvieron indefinidamente. La luna,<br />
el sol y los planetas navegan en un charco<br />
de agua. Como en una Huelga de Hambre,<br />
la piedra en la Muerte respira. Quienquiera<br />
que mueve algo, mueve la muerte, le quita<br />
el polvo a los cadáveres que en silencio,<br />
sonríen. El clavel rojo crece y florece<br />
infinitamente. Como si allí se hubiese refugiado<br />
la política de rebelión, a la casa del poeta<br />
entraron con la ira mordida entre los dientes<br />
y al cisne trataron de quebrarle el cuello<br />
y se lo quebraron, pero de la sangre caída<br />
nacieron nuevos cisnes con nuevos cuellos.<br />
Limaron las uñas al viento para que no pudiera<br />
detenerse y se resbalara sin oír. El agua se llevó<br />
todas las cosas: muñecas, sillas, sombreros,<br />
emociones de todos los tamaños y lunas<br />
de todos los colores. Por la noche vigilada,<br />
las cosas regresan a su sitio original. Venían<br />
solas y tristes por las calles. Las sillas quebradas<br />
dando de saltos, los vidrios quebrados,<br />
con sus heridas se instalaron nuevamente<br />
en las ventanas. Los mascarones de proa<br />
se buscaron los ojos a ciegas por el cielo<br />
y cuando los encontraron volvieron a la vida,<br />
como también lo hicieron las flores marchitas<br />
que flotaban en el barro. El poeta estaba de pie<br />
sobre el cerro. Y sus últimos poemas eran<br />
llevados por unas manos sin cuerpo, antes<br />
que amaneciera. Agudizando el oído se escuchan<br />
algunos pasos. En medio del humo y de la niebla,<br />
se ve al poeta acariciándole las manos a su amada<br />
y su amada con ese silencio cómplice, sonríe: pues<br />
la aurora que quedó partida en mil pedazos,<br />
la resistencia la está reconstruyendo.<br />
Gustavo Adolfo Becerra<br />
(Carahue, 1954), escritor y realizador chileno.<br />
Siempre ligado a la divulgación cultural y al servicio público, Becerra ha sido consultor de<br />
la FAO, director general de la Gran Gala por el centenario de Pablo Neruda, en Costa Rica;<br />
jurado en festivales de cine de Costa Rica y República Dominicana; agregado cultural de Chile<br />
para Centroamérica; director de Contenidos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias;<br />
asesor del Ministerio de Agricultura; director de la Casa de la Cultura “Anáhuac”; coordinador<br />
ejecutivo de la Vicaría Esperanza Joven del Arzobispado de Santiago. Además ha trabajado<br />
como director, director de arte y guionista en las realizaciones Dance of Hope, Mis amados<br />
valles, Concierto en Montegrande, AIDS, Lo que queda del paraíso, Música ríos y calles y Con<br />
Neruda en el corazón, y en la serie de programas de TV dedicados al mundo de la ciencia,<br />
Tierra Ciencia. Ha publicado diversos poemarios.<br />
Al compartir este inédito con los lectores de <strong>AguaTinta</strong>, Becerra apunta: “Este texto –que quizás no tiene ningún valor<br />
literario– tiene sí un valor testimonial porque fue escrito sobre las ruinas de la casa (la democracia y las libertades públicas)<br />
y leído ahí mismo. Cuando se terminó de leer, Matilde cantó En mi patria hay un monte... Y la casa se llenó de colibríes...”.<br />
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