20 Por: Silvana Bolaños Torres / Fotografía: Jose Luis Riascos SER VEGETARIANO, UNA DECISIÓN ÉTICA
21 Tal vez en algún momento de nuestras vidas muchos hemos pensado en cambiar nuestros hábitos alimenticios; por salud, por cuidar el ambiente, por espiritualidad, o por los golpes de conciencia generados al consumir carne de animales, o sus derivados. Son varias las razones que nos llevan a cuestionar el estilo de vida que llevamos y una de las decisiones que algunos toman al respecto es convertirse en vegetarianos. El vegetarianismo consiste básicamente en no ingerir carne de ningún animal, ya sean mamíferos, aves o peces. La Unión Vegetariana Internacional (ivu por sus siglas en inglés), lo define como una dieta de alimentos derivados de plantas, con o sin productos lácteos, huevos y/o miel; sin embargo esta organización recomienda una dieta de alimentos totalmente de origen vegetal, como la única manera de proporcionar beneficios completos para los animales, las personas y el medio ambiente. 1 En este punto es necesario aclarar que la ivu clasifica, entre otros, estos tipos de vegetarianismo: Vegano: excluye cualquier uso de productos animales para cualquier fin, incluyendo la carne animal (carne, aves de corral, pescados y mariscos), productos de origen animal (huevos, productos lácteos, miel); la utilización y empleo de productos animales (cuero, seda, lana, lanolina, de gelatina); también excluye el uso de animales en el entretenimiento, el deporte, la investigación, etc. Ovolactovegetariano: come alimentos de origen vegetal además de huevos y productos lácteos. Lactovegetariano: come alimentos vegetales y productos lácteos. Semivegetariano: es el vegetariano menos estricto, pues aunque no consume carne, come productos vegetales, lácteos, huevos, aves y pescados. Frutariano: se alimenta únicamente de frutas y frutos secos. Pero, además, éstos sólo consumen frutas que no matan a las plantas. Pescetariano: sigue una dieta similar al vegano pero incluye en su dieta el pescado. Crudívoro: son personas que comen todo crudo. No cocinan ni calientan los productos que consumen. Su menú está formado por frutas, verduras, semillas y legumbres. Pero, ¿qué tan fácil o difícil es asumir este estilo de vida? ¿Cómo empezar? Hace dos años que la bogotana Any Susana Sepúlveda es vegetariana, pero adquirió de a poco el hábito de no comer carne; primero porque ésta era cada vez más cara, así que solo compraba para su hijo; después, cuando asistió a yoga, los yogui empezaron a hablarle sobre esta doctrina; además le causaba impresión manipular la carne cruda. Entonces empezó a consultar en Google y con otros vegetarianos cómo sustituir la proteína; empezó a consumir soya, y más granos y verduras. Para Tamia Bolaños, ecuatoriana, su proceso fue un poco distinto. Ella estaba vinculada a la defensa de los animales y del medio ambiente, así que no era ajena a la conciencia del sufrimiento animal. Hace unos ocho años, cuando practicaba danza, también tuvo conciencia de su cuerpo, del daño que, afirma ella, podía causarle la carne por su toxicidad. Además tenía compañeros que llevaban con éxito dietas libres de carnes. Así que inició evitando las carnes rojas, luego los mariscos, y finalmente el pollo. Cambiar las dinámicas Any cree que el ser humano no ha salido de las cavernas; piensa que parte de la evolución consiste en aprender que hay otras formas de alimentarnos, que ya no es obligatorio cazar. Y aunque no siente, como sí lo hacen los yoguis, que el sufrimiento del animal se puede transferir a ella, sí piensa que es posible transformar nuestra alimentación sin alterar negativamente nuestras vidas. Esto lo afirma a pesar de que al principio le fue difícil ser vegetariana, empezando porque requería más tiempo y cuidado preparar ciertos alimentos, y la comida vegetariana además de escasa era costosa. Pero no desistió, y cada día fue conociendo más y más maneras de alimentarse sin comer carnes, y lo sigue haciendo hasta hoy, aunque nunca ha dejado de consumir huevos y leche. A Tamia, por otra parte, no le fue tan bien con su nueva rutina; empezó a perder cabello, se le caían las uñas y sus dientes estaban débiles. De modo que en esos nueve meses como vegetariana, y debido también a que siempre tuvo problemas de defensas, desarrolló una anemia que la obligó a volver a consumir carne, por recomendación médica. Aunque estuvo seis meses en tratamiento asegura que el fracaso de su dieta fue totalmente su culpa, pues no supo reemplazar las proteínas que necesitaba su cuerpo y no se asesoró de un especialista. Las recomendaciones Ahora, para Tamia Bolaños es evidente que quien quiera asumir el vegetarianismo debe ser orientado por un experto en este tipo de nutrición, además de informarse a través de otras herramientas como tiendas especializadas o grupos de vegetarianos. En esto coincide con Any Sepúlveda, y en que, por las razones que sea que alguien decida dejar el consumo de carne, es muy importante que se haga con la conciencia de que es una responsabilidad personal cuidar de nosotros y de nuestro medio ambiente. Procurar, como afirma Tamia, que los animales que dan la vida por nosotros tengan un tratamiento digno. O pensar, por ejemplo, en la frase de un famoso y trascendental vegetariano de nuestro país, Fernando Vallejo: “ya dejen de cacarear derechos y empiecen a asumir deberes: a no tener hijos si no tienen con qué mantenerlos y a no comerse a los animales porque también ustedes, todos nosotros, somos animales” 2 . 1 Fuente: www.ivu.org 2 Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/cultura/colombia-articulo-628768