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SELECCIONES <br />
VIERNES, 20 DE MAYO. Yannick Niez mete sus viejas<br />
raquetas de nieve y su mochila al auto. Son casi las<br />
10:00 de un día soleado de 2016, en Poey-d’Oloron,<br />
Francia, un pueblo agrícola cercano a la frontera<br />
con España. A la distancia, el pico de La Pierre Saint-<br />
Martin, en los Pirineos franceses, parece una pintura<br />
con delicados tonos grisáceos, verdes y blancos. No obstante, Yannick<br />
sabe que la montaña, de 2,504 metros de altura, es muy inestable; las<br />
condiciones pueden cambiar rotundamente con tan solo un giro de la<br />
dirección del viento.<br />
Sin embargo, esta mañana no hay<br />
nubes y, para aprovechar un día libre<br />
de su tr<strong>abajo</strong> en una fábrica de sistemas<br />
de aterrizaje para aviones, Niez<br />
quiere disfrutar de la nieve antes de<br />
que el calor de la primavera la derrita.<br />
Sale de la casa de sus padres y emprende<br />
el viaje de 50 kilómetros. Está<br />
tan ansioso por llegar a la montaña,<br />
donde no tiene que rendir cuentas o<br />
seguir horario alguno, que no se le<br />
ocurre dejar una nota con sus planes.<br />
Alto, con cabello oscuro, orejas<br />
grandes y aspecto serio, Yannick, de<br />
42 años, es un papá divorciado que ha<br />
estado viviendo en casa de sus padres<br />
durante los últimos dos años. Extraña<br />
a su hijo Yaël, de siete, pero le agrada<br />
su independencia. A veces hasta la<br />
prefiere: le gusta poder hacer lo que<br />
le venga en gana, dejarse llevar, ya sea<br />
en un concierto de rock, en el cine o<br />
durante un día al aire libre como este.<br />
¡Ha hecho este recorrido tantas veces!<br />
De niño, lo llevaba su padre; de<br />
adolescente, prefería saltarse las clases.<br />
Ahora desea poder llevar a su hijo.<br />
Yannick disminuye la velocidad<br />
para sortear las curvas del camino<br />
zigzagueante que serpentea montaña<br />
arriba. El bosque se achica hasta desaparecer<br />
por completo, abriendo paso<br />
a una inmensa extensión de nieve,<br />
matorrales y arbustos. Finalmente, a<br />
unos 1,650 metros de altura, se detiene<br />
y se estaciona. Es el único auto<br />
en el área.<br />
Pone las raquetas en las botas, cierra<br />
su liviana chaqueta impermeable<br />
y se acomoda la mochila. Aunque hacen<br />
5 grados Celsius, aún hay unos 30<br />
centímetros de nieve primaveral. Aun<br />
así, sabe que ciertas partes del suelo<br />
subyacente son de caliza, similar a la<br />
presente en la Luna, y que el paisaje<br />
está repleto de rajaduras y fisuras profundas<br />
o grietas causadas por la filtración<br />
del agua y calcificaciones.<br />
Con cuidado, se repite a sí mismo<br />
al iniciar el recorrido siguiendo viejas<br />
huellas de esquíes de alguna otra persona,<br />
no hay nadie más. Pero él sabe<br />
cómo avanzar y cómo detectar fisuras<br />
bajo la nieve.<br />
FOTOS: CYRIL GARRABOS