Revista Sala de Espera Venezuela Nro. 157 diciembre 2017 - enero 2018

cuerpos y mentes
4 cosas que recordar en
momentos de crisis
Las situaciones complejas
en la vida no dejarán de
llegar y los momentos
de crisis son etapas que
hay que saber manejar
para no quedar con
secuelas cuando ya se haya solucionado
nuestro problema.
Es necesario entender que somos
seres humanos, sentimos, fallamos, amamos
y que en ocasiones podemos ser débiles
y dejarnos derrumbar porque existen
muchas circunstancias que escapan de
nuestro control, pero aún así nos afectan.
Por Jackeline Rivero
Mentalízate: estar abierto al
cambio es la mejor opción.
Muchas veces enfrentamos cambios
radicales con situaciones como el fallecimiento
de un familiar o un divorcio, y nuestros
planes y sueños parecen quedar a la deriva
con este cambio dramático en la rutina.
En momentos como ese es esencial
entender que aunque no lo parezca, mejor
está lo que pasa. Que la vida traerá planes
buenos y nuevos para nosotros. Que aunque
así se sienta, y está bien sentirlo hasta
entenderlo, no es el fin del mundo. La vida
continúa, no se detiene porque estés mal o
bien, y conscientes de ello, debemos aceptar
lo que se nos está presentando.
Busca siempre de aprovechar lo que
llega a tu vida, porque en la vida no se
pierde, solo se aprende o se gana.
Consiéntete: reconoce
que estás en crisis.
No todo el tiempo tenemos que ser
hombres y mujeres superpoderosos a
los que nadie los detiene. Si sientes que
necesitas detenerte para afrontar la crisis
por la que pasa, ¡hazlo! Tu cuerpo y tu
mente tienen exigencias que no puedes
darte el lujo de ignorar.
Permítete llorar, desahoga tu ansiedad,
habla de tu crisis las veces que sea
necesario. Haz lo que sea que te funcione
para liberar el estrés y la ansiedad y reconócete
como tu prioridad por el momento.
Enfócate en superar tu crisis y obtén
inspiración de música, libros o pinturas.
No te latiguees: perdónate.
Errores cometemos todos y no una
sola vez, sino miles. El perdón hacia uno
mismo es una parte fundamental del
proceso de sanación y de enfrentar las
crisis. Elimina los “sí yo hubiese” de tu
vocabulario porque la vida no viene con
un manual y no tenemos –ni estamos
obligados a- tener todas las respuestas
todo el tiempo. Vive cada etapa.
Ocúpate y no preocúpate.
Usualmente, al momento de las crisis
tenemos un montón de tareas extras que
pueden cargar a nuestra rutina como una
bomba de tiempo. Y detenernos a pensar
en todo lo que tenemos que resolver y su
complejidad, sumado a la desconfianza
en nuestra poca confianza para resolver
todos estos problemas pueden traernos
demasiada ansiedad a nuestro plato.
Concentrate en solo hacer lo que
debas hacer una vez ya hayas establecido
que necesitas. ¡Haz más de lo que piensas
y no lo pienses tanto!
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