Cartas a las Iglesias - M. L. Andreasen
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divergentes de aquellos que tenía el liderazgo<br />
responsable de la denominación”, entonces pasé a<br />
ser un miembro “irresponsable”, formando parte de<br />
los “lunáticos marginales” de la denominación; y<br />
sin entrevista previa se me ordenó que cesara mis<br />
actividades, o me atuviera a la aplicación de los<br />
“frenos”. Si no tuviera los documentos ante mí,<br />
hubiera tenido dificultades en creer que un “sano<br />
liderazgo” fuese a tratar de reprimir la crítica y<br />
hacer amenazas contra cualquier miembro que<br />
sostuviera posturas divergentes con <strong>las</strong> de los<br />
responsables del liderazgo de la iglesia. ¿Habíamos<br />
llegado a esto? ¡Roma no fue mucho más lejos!<br />
Algunos podrán objetar que esto no es más que<br />
lo que los evangélicos dicen de nuestros dirigentes.<br />
Pero permanece el hecho de que nuestros hombres<br />
nunca refutaronesos cargos. Mi propio caso deja<br />
claro que sin ningún juicio o audiencia, sería traído<br />
ante el tribunal, no para una audiencia, sino que<br />
para ser condenado por los hombres que se han<br />
constituido a sí mismos en jueces. Debemos tener<br />
en mente que esto ocurrió antes de la Conferencia<br />
general de 1958, antes que la nueva teología fuese<br />
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