REVISTA BER MAYO 2018
La revista de las empresas y lectores del Noroeste de Madrid. Una revista innovadora actual y exclusiva.¡Te va a encantar!
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Padres<br />
7 pasos para hacer de tu hijo<br />
un experto emocional<br />
!<br />
<strong>REVISTA</strong> BOADILLA EN RED<br />
Este mes en la revista compartimos con nuestros lectores este fantástico<br />
artículo escrito por Rafael Guerrero Tomás. Psicólogo y Doctor en<br />
Educación. Director de Darwin Psicólogos. Profesor de la Facultad de<br />
Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Experto en<br />
Psicoterapia breve con niños y adolescentes. Miembro de la Sociedad<br />
Española de Medicina Psicosomática y Psicoterapia. Publicado en el periódico<br />
El País, en la sección de Mamás y Papás.<br />
Etimológicamente hablando, el concepto de emoción proviene del latín<br />
emovere que significa “movimiento hacia”. Por lo tanto, las emociones<br />
nos impulsan a realizar una acción. como dice el prestigioso Dr. José Luis<br />
Marín, presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y<br />
Psicoterapia, el equilibrio o la felicidad se encuentra cuando las emociones<br />
y el pensamiento firman la paz. El objetivo de este artículo es<br />
mostrar los siete pasos o fases por las que debemos pasar para que nuestros<br />
hijos y alumnos aprendan a gestionar sus emociones con la ayuda de<br />
sus padres y, así se conviertan en expertos emocionales<br />
Conocer las emociones básicas, como el<br />
miedo, rabia, tristeza, alegría, curiosidad, asco,<br />
amor y para niños un poco más mayores, la<br />
vergüenza.<br />
Reconocer las emociones básicas en nosotros<br />
mismos y en los demás. Sin conocimiento<br />
no hay reconocimiento. Es importante que<br />
desde que nuestros hijos son muy pequeños les<br />
ayudemos a ponerles una nombre a las emociones<br />
que están experimentando en casa momento.<br />
Juan, tienes ganas de pegar a tu hermano porque<br />
sientes rabia o María te cuesta parar quieta porque<br />
estás muy alegre por la celebración de tu<br />
cumpleaños.<br />
Legitimar las emociones que nuestros<br />
hijos están experimentando, permitiéndoles<br />
que expresen sus emociones y no las juzguen ni<br />
ellos ni nosotros, es algo normal.<br />
Aprender a regular las emociones. Las<br />
emociones surgen en una parte concreta del<br />
cerebro que se llama sistema límbico. No podemos<br />
hacer nada para que determinadas emociones<br />
surjan, ya que son involuntarias, automáticas<br />
e inconscientes, pero lo que sí que podemos<br />
hacer es gestionar o regular la conducta consecuente.<br />
Tenemos que diferenciar entre emoción y<br />
conducta. Veamos un ejemplo. Si mi jefe me dice<br />
que el informe que le he presentado no le ha<br />
gustado nada y que lo tengo que repetir, quiera o<br />
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no quiera, aparecerá la rabia en mí. Aunque yo<br />
sienta rabia, eso no quiere decir que conductualmente<br />
se la vaya a expresar. Seguramente la rabia<br />
que sentí me llevó a querer insultarle o pegarle,<br />
¿os acordáis del “movimiento hacia”? Pero dado<br />
que yo tengo una buena gestión de mis emociones<br />
soy capaz de canalizar mi rabia y ponerme a<br />
hacer el informe sin rechistar. Con esto no estoy<br />
diciendo que siempre sea conveniente inhibir o<br />
no expresar las emociones, pero a veces es adaptativo.<br />
¿No os parece? Pues bien, en esta fase<br />
debemos tener diferentes estrategias para gestionar<br />
o canalizar las diferentes emociones que<br />
experimentamos a lo largo del día. Por ejemplo,<br />
para aprender a gestionar correctamente la rabia<br />
poder practicar algún tipo de deporte, hacer<br />
mindfulness o hablar con una amiga pueden ser<br />
excelentes soluciones.<br />
Reflexionar sobre la emoción que estamos<br />
sintiendo. Resulta muy importante dedicarle<br />
un tiempo a pensar sobre las emociones que<br />
estamos experimentando, así como sobre las<br />
sensaciones, los pensamientos y las acciones<br />
consecuentes. Decían los poetas Quintero, León y<br />
Quiroga “Me lo dijeron mil veces pero nunca<br />
quise poner atención”. Es clave dedicar un tiempo,<br />
aunque sean unos pocos segundos, a prestar<br />
atención a lo ocurrido y a nuestro interior. Es<br />
verdad que cuando nuestros hijos tienen pocos<br />
años, aún no tienen la capacidad de pensar autónomamente,<br />
por lo que se hace imprescindible<br />
que reflexionemos con ellos haciéndoles conscientes<br />
de todo lo que experimentan. El niño se<br />
encuentra en equilibrio mental cuando hay una<br />
coherencia entre sus sensaciones, sus emociones,<br />
sus pensamientos y sus acciones. Cada una de<br />
estas variables se suele asociar con un verbo<br />
concreto: sensaciones (notar), emociones (sentir),<br />
pensamientos (pensar) y acciones (hacer). Veamos<br />
un ejemplo para entenderlo mejor. Miguel<br />
está muy enfadado con unos niños que no le<br />
dejan jugar al fútbol. En ese momento, su padre<br />
se acerca a él con la idea de ayudarle a reflexionar<br />
sobre lo ocurrido. Le puede decir algo parecido<br />
a esto: Miguel, esto que sientes se llama rabia<br />
(emoción) y es completamente normal. ¿Has<br />
notado (sensaciones) como tus brazos se ponían<br />
tensos y tu corazón latía más deprisa? Seguramente<br />
has pensado (pensamientos) que esos<br />
niños eran tontos por no dejarte jugar con ellos y<br />
has tenido ganas de insultarles y pegarles<br />
(acciones).<br />
Actuar las emociones de manera adaptativa.<br />
Como decíamos antes es importante que<br />
sepamos dar una respuesta lo más adaptativa<br />
posible a nuestras emociones. A veces la situación<br />
en la que estamos nos permite expresar<br />
naturalmente la emoción, pero otras veces no es<br />
beneficioso para nosotros.<br />
Establecer una historia de lo ocurrido.<br />
La última etapa por la que debemos transitar es la<br />
darle un sentido o una explicación a lo ocurrido.<br />
Veamos el caso de Julia, una niña de 5 años que<br />
está durmiendo en su habitación cuando de<br />
repente... grita y se pone a llorar. Ha tenido una<br />
pesadilla y sus padres acuden rápidamente a su<br />
habitación. Se encuentra muy alterada y con<br />
mucho miedo por la pesadilla que ha tenido. En<br />
ese momento, sus padres tienen que hilar fino<br />
para relacionar las sensaciones, emociones,<br />
pensamientos y acciones y devolver a Julia a un<br />
equilibrio. Tienen que darle una narrativa o un<br />
sentido a lo ocurrido. Además de abrazarla, los<br />
padres de Julia le dicen algo parecido a lo siguiente:<br />
“Julia, cariño, has tenido una pesadilla<br />
muy fea. Por eso has gritado cuando has sentido<br />
miedo. Es normal que ahora estés asustada, pero<br />
ya estamos nosotros aquí contigo; mamá y papá<br />
también sienten miedo cuando tienen sueños<br />
desagradables. ¿Te parece que nos tranquilicemos<br />
un poco y volvamos a intentar dormir? Con<br />
una explicación tan sencilla como esta sería más<br />
que suficiente.<br />
El tránsito por estas siete fases no es sencillo, ya<br />
que requiere de tiempo, dedicación, empatía y<br />
mucha paciencia. Aun así, estoy seguro de que<br />
pasaréis con nota cada uno de estos pasos y os<br />
convertiréis en excelentes gestores de vuestras<br />
emociones y, lo que es más importante, ayudaréis<br />
a vuestros hijos a poder afrontar de mejor manera<br />
las dificultades del día a día. Ánimo, y a por ello.