You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
O b r a s C o m p l e t a s<br />
quise despertarte, pero no lo logré; tan pesadamente<br />
dormías... Por fortuna, a poco desapareció<br />
el sobresalto... Ahora recuerdo que hablabas<br />
de un atentado contra un hijo que tenías, y<br />
pronunciabas palabras raras que nunca oí antes,<br />
y que infundían a todos miedo; terror y espanto.<br />
Decías..., decías: «¡Los anarquistas!»<br />
—Sí, cierto—exclamó Lope, sintiendo subir<br />
de nuevo a su cerebro una ola de extrañeza—.<br />
Eran unos rebeldes...<br />
—¿Como nuestros comuneros?<br />
—Incomparablemente peores...; fuera de toda<br />
ley... ¿Y después?<br />
—Tu hijo el príncipe moría asesinado, y tú<br />
tristemente, tristemente, seguías reinando. Gustabas<br />
de cazar... Deja que haga memoria... E ibas<br />
a no sé dónde, en una máquina vertiginosa..., en<br />
la que que has nombrado hace poco...<br />
—En un automóvil, ya te lo he dicho.<br />
—Eso es, algo así he escuchado, algo incomprensible.<br />
—¿Sabes cómo era esa máquina?<br />
—No podría imaginarlo.<br />
— ¡Oh, jurara que la he visto, que la he poseído,<br />
Mencía de mi alma! Era... ¿cómo te explicaría<br />
yo esto? Era como un coche que anduviese<br />
sblo, merced a una mecánica que no acertarías<br />
a comprender. Volaba, Mencía, volaba... Y vivía<br />
yo, asimismo, entre otras muchedumbres de má-<br />
73