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O b r a s C o m p l e t a s<br />
en Flandes y de las escuelas de Lovaina, de que<br />
he oído hablar mucho y con harto elogio a los<br />
padres del convento? ¿Cómo no cuentan que<br />
es muy devoto del Santísimo Sacramento, que<br />
es muy sobrio, que habla poco, que tiene gran<br />
paciencia, aun cuando le molestan de sobra;<br />
que trabaja más que su salud lo permite, que es<br />
harto capaz para cualquier negocio, que gusta<br />
de la soledad y se santifica en ella, que poseyéndolo<br />
todo, de todo se muestra desasido,<br />
hallando paz su espíritu en esta dejación de las<br />
cosas perecederas; que ama las artes, especialmente<br />
la arquitectura, y no cree que ejercerlas<br />
es propio de villanos, como lo piensan<br />
muchos señores, tan ignorantes que firman con<br />
una cruz y que no saben más que la ciencia<br />
del blasón y la de las armas? ¿Cómo no dicen<br />
que es bondadoso y afable con los humildes,<br />
si duro y altivo con los grandes, y que, por<br />
último, si es cierto que se le ve tan taciturno<br />
y apartado, fuerza es pensar que lleva en el<br />
corazón profundísima herida: la que le hizo<br />
con su muerte su primera mujer, doña María<br />
de Portugal, que de Dios haya, de la que enviudó<br />
tan temprano, y que fué el único amor de<br />
su vida?...<br />
—Y habrá que decir también en su abono—<br />
exclamó Gaetano—, en primer lugar, que ama y<br />
admira a Tiziano Vecelli, el más grande de los<br />
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