Edicion 30 de marzo de 2019
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
| Primero y segundo <strong>de</strong> Bachillerato |<br />
| EL PORTAL DE LA ACADEMIA SALVADOREÑA DE LA LENGUA |<br />
EDUARDO BADÍA<br />
SERRA,<br />
Director <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia<br />
Salvadoreña <strong>de</strong> la Lengua<br />
Preocupa tanto el tema <strong>de</strong> los valores<br />
en el país que se enfoca repetida y<br />
persistentemente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muchos<br />
y diversos ángulos y posiciones.<br />
Esto es, a la vez, conveniente<br />
e inconveniente. Conveniente<br />
por cuanto hay una real y sana,<br />
pienso yo, preocupación por su<br />
situación; inconveniente porque a<br />
veces los enfoques dispersos, poco<br />
articulados y en algunas ocasiones<br />
muy poco fundamentados, no<br />
suelen llevar a conclusiones<br />
buenas. Ello es particularmente<br />
importante en un tema como este.<br />
Se habla, por ejemplo,<br />
<strong>de</strong> que hay pérdida <strong>de</strong> valores en<br />
nuestra sociedad; en algunos casos<br />
lo anterior se <strong>de</strong>be interpretar como<br />
que hay cambio <strong>de</strong> valores, como<br />
que hemos transformado nuestras<br />
formas <strong>de</strong> valorar. Pero <strong>de</strong>bo<br />
insistir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ya: No pue<strong>de</strong> haber<br />
conglomerado social alguno que<br />
pretenda rasgos <strong>de</strong> diferenciación e<br />
individuación que le i<strong>de</strong>ntifiquen,<br />
que carezca <strong>de</strong> valores; y es que,<br />
al margen <strong>de</strong> la norma y <strong>de</strong> los<br />
principios, los valores pertenecen a<br />
esa parte <strong>de</strong> la ética que llamamos<br />
“Ética material”, la ética <strong>de</strong><br />
Scheler, la ética concreta, esa<br />
ética que más que una expresión<br />
<strong>de</strong> estructura es una expresión <strong>de</strong><br />
contenido, <strong>de</strong> contenido moral. Los<br />
valores, pues, es necesario insistir<br />
en ello, no se enseñan, no son parte<br />
<strong>de</strong> códigos ni <strong>de</strong> normativas; son<br />
simplemente actos, o expresión <strong>de</strong><br />
actos, <strong>de</strong> actos concretos, lo cual<br />
los hace expresión <strong>de</strong> una cultura<br />
<strong>de</strong>terminada, y como tal resultan<br />
ser productos <strong>de</strong> la historia, <strong>de</strong><br />
la historia <strong>de</strong> cada pueblo. Se<br />
dan, se <strong>de</strong>scubren, se practican, y<br />
este primer y primario momento<br />
es el que permite, posterior y<br />
supeditadamente y no <strong>de</strong> otra<br />
manera, expresarlos en el discurso<br />
que los refleja y sólo eso. Preten<strong>de</strong>r<br />
establecer una norma ética, unos<br />
principios éticos, una ley ética,<br />
que no exprese y sea consistente<br />
con el actuar concreto <strong>de</strong> los<br />
hombres que <strong>de</strong>berán cumplirla,<br />
es realmente un completo<br />
contrasentido, algo imposible<br />
<strong>de</strong> lograr. Es este el famoso y ya<br />
añejo problema entre el “ser” y el<br />
“<strong>de</strong>ber ser”. La ética kantiana, la<br />
ética formal, es, como discurso,<br />
una ética <strong>de</strong> indudable valor;<br />
pero el sentido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber basado<br />
en la libertad y en su expresión,<br />
la buena voluntad, si no se<br />
correspon<strong>de</strong> con el actuar concreto<br />
<strong>de</strong>l hombre, es realmente un<br />
discurso inútil, estéril. Los valores<br />
no se enseñan, sólo se <strong>de</strong>scubren,<br />
porque los valores no son entes, ni<br />
siquiera “son”, son simplemente<br />
“valentes”; son porque valen, y<br />
valen porque se practican. Por<br />
ello, el primer requisito <strong>de</strong>l valor<br />
es su “no-indiferencia”, el ser<br />
“no-indiferentes”. Si algo nos es<br />
indiferente, carece para nosotros <strong>de</strong><br />
valor alguno. Sólo si altera nuestra<br />
situación y nos suscita, <strong>de</strong> la forma<br />
que sea, pue<strong>de</strong> tener valor para<br />
nosotros y por lo tanto adquirir<br />
esa categoría preciosa, el ser valor.<br />
Cuánto, cómo y <strong>de</strong> qué manera<br />
se da esa no-indiferencia es otra<br />
cuestión, es una cuestión que nos<br />
irá conduciendo al establecimiento<br />
<strong>de</strong> nuestra propia jerarquía <strong>de</strong><br />
valores, <strong>de</strong> nuestra propia tabla <strong>de</strong><br />
valores, cuales valen más y cuales<br />
valen menos; pero valgan mucho o<br />
valgan poco, el ser no-indiferentes<br />
es una categoría no marginable<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la teoría axiológica y <strong>de</strong><br />
la práctica concreta <strong>de</strong> los valores.<br />
Decía José Ingenieros,<br />
el <strong>de</strong> “El hombre mediocre”, el<br />
<strong>de</strong> la reforma <strong>de</strong> Córdova, el <strong>de</strong><br />
“Las fuerzas morales”, que estas<br />
no son virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> catálogo sino<br />
moralidad viva. Coinci<strong>de</strong> entonces<br />
Ingenieros con que los valores no<br />
se enseñan sino sólo se <strong>de</strong>scubren,<br />
están simplemente ahí, imbricados<br />
en ese nudo <strong>de</strong> relaciones sociales<br />
que impelen a toda sociedad<br />
a la acción. No hay categorías<br />
tradicionales, continuaba este<br />
italiano-argentino, pues estas<br />
nacen, viven, mueren, en función<br />
<strong>de</strong> las socieda<strong>de</strong>s, con lo cual<br />
afirmaba otra característica <strong>de</strong> los<br />
valores, <strong>de</strong> ser un “aquí y ahora”.<br />
Otra cosa es el qué, cuáles valores él<br />
practica o <strong>de</strong>bieran ser practicados<br />
para serlo: Él privilegiaba a la<br />
sabiduría como la más alta virtud,<br />
y a la pru<strong>de</strong>ncia, la templanza, el<br />
coraje y la justicia como las forma<br />
en que tal virtud se expresa. Sólo<br />
con la sabiduría, <strong>de</strong>cía este hombre<br />
mayúsculo <strong>de</strong> América, po<strong>de</strong>mos<br />
acce<strong>de</strong>r a la armonía universal.<br />
Las fuerzas morales, y los valores<br />
son parte <strong>de</strong> ellas, <strong>de</strong>ben entonces<br />
obrar en las propias socieda<strong>de</strong>s,<br />
son virtu<strong>de</strong>s para la vida social,<br />
que no <strong>de</strong>scansan bajo ninguna<br />
cúpula; más que enseñarlas o<br />
difundirlas, conviene <strong>de</strong>spertarlas<br />
en la juventud que virtualmente<br />
las posee. Hay en esta expresión<br />
<strong>de</strong> Ingenieros, algo sobre lo cual<br />
<strong>de</strong>beríamos reflexionar, eso <strong>de</strong><br />
que la juventud “virtualmente<br />
las posee”, lo cual nos lleva a<br />
una probable conclusión, que<br />
esta posesión noble y justa <strong>de</strong> los<br />
jóvenes, ya virtual y quizá innata,<br />
es trastocada lamentablemente y<br />
convertida hacia otras formas no<br />
8 TRESMIL Sábado <strong>30</strong> / <strong>marzo</strong> / <strong>2019</strong><br />
LOS VALORES<br />
EN LA<br />
SOCIEDAD<br />
SALVADOREÑA<br />
muy saludables y <strong>de</strong>seables para<br />
los mayores, esos que tanto saben<br />
criticarlos y que acostumbran no<br />
escucharlos, precisamente.<br />
Yo recojo a Frondizi,<br />
a Ortega, a Marías, a García<br />
Morente, y por supuesto, a Scheler,<br />
el padre, según dicen, <strong>de</strong> la<br />
axiología mo<strong>de</strong>rna. Los valores no<br />
se enseñan, sólo se <strong>de</strong>scubren, no<br />
se argumentan, al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Scheler;<br />
<strong>de</strong>terminan, no lo que los objetos<br />
son sino lo que los objetos valen,<br />
al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Ortega; y se <strong>de</strong>scubren<br />
por el hecho <strong>de</strong> que nos son noindiferentes,<br />
como dice García<br />
Morente, y ese ser no-indiferentes<br />
es ese algo que precisamente tienen<br />
las cosas y que les hace ejercer<br />
sobre los hombres una “extraña<br />
presión”, al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Julián Marías.<br />
No son cosas, no son vivencias, no<br />
son esencias, como afirma Rizieri<br />
Frondizi; son simplemente valores,<br />
eso son, valores, y como son noin<strong>de</strong>pendientes,<br />
continúa, por<br />
ello están con<strong>de</strong>nados a una vida<br />
parasitaria.<br />
Ahora bien: Una cosa es que los<br />
valores sean una justa expresión<br />
<strong>de</strong>l comportamiento real <strong>de</strong> los<br />
hombres viviendo en sociedad, con<br />
lo cual se encuentran al margen <strong>de</strong> la<br />
norma y <strong>de</strong>l principio, <strong>de</strong>l estatuto<br />
y <strong>de</strong> la ley; y otra el que exista<br />
necesariamente un marco ético que<br />
los fundamente y los sistematice.<br />
Esto último es lo que se llama<br />
“Teoría Axiológica”. No se pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> los valores, cualquier cosa;<br />
tampoco se pue<strong>de</strong> llamar valor a<br />
cualquier cosa. ¿Cómo es eso <strong>de</strong><br />
que la competitividad es un valor?<br />
Hay un marco valorativo que <strong>de</strong>be<br />
respetarse, y unos presupuestos<br />
mínimos que <strong>de</strong>ben reconocerse,<br />
para evitar eso que comentaba al<br />
comienzo, el peligro <strong>de</strong> que un<br />
buen afán nos lleve a <strong>de</strong>snaturalizar<br />
la acción si no se fundamenta bien.<br />
Hay que partir <strong>de</strong> que los valores,<br />
los que sean, los que se practiquen,<br />
más exactamente diciéndolo,<br />
los que valgan: Son jerárquicos<br />
siempre, por cuanto unos valen<br />
más que otros, unos son más noindiferentes<br />
que otros; son polares,<br />
porque a cada cual le correspon<strong>de</strong><br />
su respectivo contravalor; son<br />
un “aquí y ahora”, y no son<br />
para siempre y para cualquier<br />
lugar; están necesariamente<br />
indisolublemente atados a la vida,<br />
religados a la vida, quien es la que<br />
en última instancia los selecciona<br />
y los jerarquiza; en fin, tienen unas<br />
características que permiten su<br />
establecimiento.<br />
La sociedad salvadoreña<br />
tiene sus valores, tiene su propio<br />
marco valorativo; pero este es un<br />
“aquí y ahora”. Pugnar porque<br />
se mantengan y practiquen los<br />
valores que se practicaron antes,<br />
es algo imposible. El valor está<br />
en el espacio y en el tiempo, y<br />
en función <strong>de</strong> cómo la cultura va<br />
dinámicamente modificándose,<br />
ellos van adaptándose al cambio,<br />
surgiendo unos y <strong>de</strong>sapareciendo<br />
otros. Es probable que nuestro<br />
marco valorativo no sea el más<br />
<strong>de</strong>seable en este momento, pero<br />
aunque lamentemos tal condición,<br />
no po<strong>de</strong>mos cambiarla, a menos<br />
que cambie el accionar mismo<br />
<strong>de</strong> la sociedad. Creo que el<br />
salvadoreño privilegia como<br />
valores, la violencia, el <strong>de</strong>samor,<br />
la contingencia, lo perentorio.<br />
Esos son sus valores. ¿Son los<br />
<strong>de</strong>seables? ¡No! Pero esos son,<br />
<strong>de</strong>safortunadamente.