anuario dimacofi

Al citar a la Madre Teresa, Francisco destaca que todos
tenemos cosas que cambiar, incluso los más santos. En
ese sentido pareciera que nuestros ideales y anhelos
van mucho más lejos que nuestra propia realidad. Todos
sentimos la debilidad personal en nuestra propia carne.
Como dice San Pablo, “hago el mal que no quiero, y no
hago el bien que quiero”.
Cambiar el propio corazón es una tarea para toda la vida.
Hay que conocerse en profundidad, descubrir nuestros
ideales más profundos y también las debilidades que
nos impiden alcanzar nuestro ideal. Y luego hay que
tener la valentía de decidirse a cambiar. Para ello nuevamente
Francisco nos da una pista: “Cada uno abra su
corazón para que Jesús le diga por dónde empiezo”. En
ese sentido la oración, el diálogo sencillo con Él, nos va
mostrando el camino que nos lleva a descubrir nuestra
propia verdad.
“Seamos cristianos en serio, no cristianos de medio
tiempo… de fachada”, nos remarca el Papa, y cierra con
un llamado a dejarse a guiar por María: “Ustedes son los
atletas de Cristo, los constructores de una Iglesia más
hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros
ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús y nos
da su ejemplo con su sí a Dios”. Que María mantenga
siempre viva nuestra fe y nuestros ideales juveniles de
cambio, tal como Francisco.
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GENERACIoN 2013
Padre José Tomás Pérez