El Impresor Septiembre 2020

Sobran libros y
faltan lectores
en las librerías
sobrevivientes
Insumos Libros y papel 44
Septiembre 2020
Hoy no se pueden abrir los libros de las mesas en las librerías,
ni leer las contraportadas, el uso de cubrebocas es obligatorio,
hay que usar máscaras protectoras; y el ambiente lleva aroma
del gel desinfectante.
La zona librera y universitaria por excelencia en la avenida
Miguel Angel de Quevedo vio con dolor el cierre de la legendaria
librería Gandhi, que según Alberto Achar, gerente de la
cadena librera, dejó de ser rentable
desde hace algunos años, por lo que
decidieron así cuidar a sus otras 44
sucursales.
Alberto Achar Abadi declaró que
fue una decisión “dolorosa y triste”
cerrar una librería emblemática fundada
en 1971, por Mauricio Achar,
y así terminar con su historia de leyenda.
En la ciudad de México hay cerca de
500 librerías, según la Asociación
de Libreros de México (Almac), sus
últimos reportes confirman que las
cosas van mal para el comercio del
libro. “Hemos podido contactar a
menos de la mitad de esas 500 librerías
para ver cómo va la situación:
cerca del 50% están abiertas, el 5% están en pausa o siguen
a la expectativa y evaluando la posibilidad de seguir, cerrar o
bajo qué condiciones seguirán, el 15% aproximadamente maneja
comercio en línea y 30% definitivamente están cerradas”,
aseguró Georgina Abud Pérez Porrúa, presidenta de Almac.
Todas las librerías abiertas cumplen los mismos protocolos de
higiene y limpieza, tapetes sanitizantes, medición de temperatura
en frente, cuello o muñeca, gel antibacterial desde la entrada
y en cada kiosco, pisos marcados para la sana distancia,
mamparas en las cajas, limpieza constante, uso obligatorio de
cubrebocas. Lo grave es la baja afluencia de clientes, del 50%
igual que sus ingresos en ventas.
“Es paulatino el regreso”, asegura Jesús López, responsable de
la sucursal de El Sótano que reabrió el 18 de junio. “Nuestra
afluencia de clientes bajó un 50%, acaso al 60% teníamos alrededor
de 800 visitas diarias y ahora tenemos 350 o 400 visitas,
así bajaron las ventas en parte casi proporcional: revisando número
de 100% andamos en el 60%.
“Los libros que toca un cliente y no compra se van al “botadero”,
el lugar donde se acumulan los libros que al final del día
son desinfectados”, comunica Jesús López.
El Fondo de Cultura Económica, vende a través de una ventanilla.
Los clientes sólo pueden revisar los libros dispuestos
alrededor de un pasillo que lleva a la caja, nadie cruza la cinta
amarilla: llegan, piden el libro que buscan, un empleados se los
lleva a la caja y pagan.
La Casa del Libro reabrió sus puertas el 1 de julio pero no en
mejores condiciones. Cerraron la mitad de su local y se adaptaron
a los nuevos tiempos casi sin clientela.
Y así, las librerías luchan por sobrevivir. Seguro lo lograrán y
serán las triunfadoras en esta pandemia. El libro es inmortal y
seguro lo seguirá siendo a través de pandemias.