El Impresor Septiembre 2020

Libros 50 Septiembre 2020
Lecturas en el confinamiento
El libro “El arte de la mentira política”, seguido de “La batalla
de los libros antiguos y modernos de Jonathan Swift”, autor
irlandés (Dublín, 1667-17 de octubre de 1745), conocido mundialmente
por los “Viajes de Gulliver”.
En una edición de Orbilibro Ediciones para Librerías Gandhi
(2018), encontramos el diálogo entre una araña y una abeja:
Las cosas se encontraban en estado crítico, cuando ocurrió un
terrible suceso.
En el ángulo más alto de una ancha ventana habitaba una araña,
hinchada al punto de reventar por la cantidad de moscas que
había devorado, y los cuerpos de estas yacían ante la puerta
de su palacio, como huesos humanos ante la cueva de un ogro.
Quiso entonces el destino que una abeja errante llevada por la
curiosidad entrara por una de las ventanas que tenían un cristal
roto, y terminó por posarse en uno de los muros exteriores de la
fortaleza de la araña, que cedió ante su peso desigual y cayó en
tierra; ésta intentó subir tres veces, pero no pudo hacerlo. Sin
embargo la valiente araña resolvió salir a cumplir su destino.
Mientras tanto la abeja, que ya había logrado deshacerse de todos
los estorbos se ocupaba de limpiar sus alas y liberarlas de
los restos de telaraña; pero cuando la araña vio los estragos
hechos en su fortaleza, perdió el juicio...
-¡Una peste te lleve, hija de la mala madre!
Tú has provocado el caos, y no te atrevas a
decir lo contrario. ¿No podrías mirar delante
de ti, e irte al demonio? ¿Crees que no tengo
nada más que hacer que reparar tu desastre?
-¡Buenas palabras, amiga mía! –respondió
en tono jocoso la abeja, que acaba de acicalarse-
te doy mi palabra que jamás volveré a
acercarme aquí. Nunca había estado tan aturdida
desde que nací.
-¡Bribona!- replicó la araña- Si fuera por temor
a romper la tradición familiar de no salir
jamás de casa para perseguir al enemigo,
¡iría por ti para enseñarte mejores modales!
-Te ruego que tengas paciencia –dijo la abeja-,
o gastarías tu energía. Además, por lo
que veo, podrías necesitarla para reparar tu
casa.
-¡Grandísima canalla!- exclamó la araña –
deberías tener mayor respeto para quien el
mundo entero me reconoce como perteneciente
a una clase distinta de la tuya.
-A mi entender- explicó la abeja –la comparación
equivaldría a una broma, y me harás
un favor contándome la razón que el mundo
entero invoca para sostener tan interesante
punto de vista.
-No me menospreciare –dijo- por una comparación
con semejante bribona, ¿qué eres tú
sino una vagabunda sin hogar ni patria, sin
patrimonio ni herencia? Has nacido sin más
posesión que un par de alas u un órgano para
zumbar.
Tu sustento se reduce al saqueo de la naturaleza, al merodeo en
campos y jardines, y por el placer de robar no tiene descaro en
despojar lo mismo a una ortiga que a una violeta. Mientras que
yo soy un animal doméstico que guarda dentro de sí abundantes
provisiones.
Este vasto castillo (para mostrar mi saber en matemáticas) ha
sido construido con mis propias patas y con materiales salidos
de mi cuerpo.
-Me alegro –declaró la abeja- de oírte conceder al menos, que
he venido honradamente con mis alas y con mi voz pues de
esa manera solo soy deudora al cielo por mis vuelos y por mi
música.
La providencia jamás me hubiera otorgado estos dos regalos si
no los hubiera destinado a cumplir fines altos y nobles. Cierto
que visito todos los capullos y flores de campos y jardines
cuántos de ellos recojo me enriquece sin causar el menor daño
a su belleza, su aroma o su sabor.
Esopo, que escuchaba el debate, opinó: La diferencia está en
qué, para llenar nuestras colmenas, hemos elegido, en lugar de
inmundicia y veneno, miel y cera; así hemos proporcionado al
género humano las dos cosas más nobles, que son la dulzura y
la luz.
Jonathan Swift.