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Diario Co Latino
Opinión
Viernes
16 de octubre de 2020 15
Camus, un moralista laico y libertario (I)
Luca y Francesco Cavalli-Sforza
Albert Camus
Luis Armando González
En un tiempo pasado no tan lejano -cuando
Albert Camus (1913-1960) vivíallamar
a alguien de moralista suponía
un reconocimiento extraordinario. El sentido
positivo de la expresión cobró plena vigencia
hacia 1700-1800, cuando destacados pensadores
británicos (por ejemplo, Adam Smith,
Thomas Payne, Jeremy Bentham) fueron ca-
enorme ascendencia moral sobre sus contemporáneos.
En el último tramo del siglo XIX y
hasta pasada la primera mitad del siglo XX, la
connotación positiva del término se mantuvo
y, en razón de ello, a Albert Camus -con una
se hizo con Mahatma Gandhi, Martin Luther
King y Nelson Mandela, por citar a otros tres
grandes moralistas de tiempos recientes. De
-
-
dignidad humana y a la realización de las personas,
en mayor libertad y felicidad, en el centro
de sus preocupaciones y compromisos.
cluso
antes), la palabra “moral” comenzó a teñirse
de un tinte conservador, reaccionario
-
buscaban imponer valores, creencias y opciones
tipo religioso. La moral se vio contaminada de
tianas
evangélicas, judías o musulmanas, según
los contextos), y los moralistas seculares, laicos,
-
ralistas
religiosos (o casi religiosos) imponien-
cosas se encaminaran por esa ruta, en la cual,
en distintas naciones y ambientes culturales, se
continúa en el presente.
Pues bien, Albert Camus nos remite a una
época en la cual la moralidad no estaba en manos
exclusivas de sectas o grupos religiosos
promovió, no solo en formulaciones escritas,
sino en su comportamiento, una moral laica de
tipo libertario. No elaboró ni divulgó una re-
-
y comportamientos efectivos, siendo él el primero
en tratar de cumplir con las mismas. Es
decir, lo suyo fue, entre otras cosas -pues fue en-
obra moral, la cual dejo tal huella en su tiempo
-y, lamentablemente, muy poco en el nues-
tado
en sus Escritos libertarios (Barcelona, Tus-
rales
cobran vida al calor de las luchas y denun-
forma decidida.
Fueron muchas las batallas de Camus en favor
de la dignidad y libertad de sus semejantes.
No se dedicó a elaborar conceptos abstractos y
esencialistas, sino ideas y tomas de posición fraguadas
al calor de experiencias y situaciones hi-
-
para Camus fue la situación de los condenados
a muerte, los presos y los exiliados en la España
-
darle legitimidad (por ejemplo, dándole un lugar
en la UNESCO), se convirtió en cómplice de
sus atrocidades en contra de los republicanos.
libre cuando mis amigos más nobles están en las
cárceles de España?”.
mó-
fue uno de los principales desafíos morales
de Camus, pues sentía como propios las per-
-
dy
Gómez en su texto de homenaje al pensador
francés-, con la palabra y con la acción, Camus
aportó un apoyo decidido y constante a esa mi-
tir,
se empeñaba en alterar el orden de las cosas,
reivindicando su inalienable derecho a la libertad
y al retorno... Amaba profundamente a esa
ria
conocía bien”.
España no fue la única preocupación de Camus.
También se comprometió decididamente,
entre otras, con la causa de los objetores de
la resistencia ante los totalitarismos. Siempre
la felicidad de personas concretas, Camus tomó
posición en la denuncia y la participación en ac-
de lo limitado no sólo de esa ayuda, sino de sus
propias capacidades- a las víctimas. En un encuentro
con los trabajadores del libro comentó:
“Personalmente me niego con toda mis fuerzas
a ser considerado un guía de la clase obrera. Es
-
me ilumine”.
Pero sus incertidumbres no le impedían ser
últimos, como la libertad, la dignidad humana,
la justicia y la paz. En 1955 escribió un texto en
homenaje a Eduardo Santos -expresidente colombiano
y exdirector del periódico El Tiempo,
ral
en pro de la libertad, así cómo de las ame-
una muestra de la densidad del mensaje y de las
posturas morales de Camus.
“Hoy la libertad -le dice a Santos- no tiene
auténtica pasión del siglo XX era la servidum-
-
dos
los días nos ayudan a vivir. Pero solamente
día ante el debilitamiento de las energías
liberales, la prostitución de las palabras, las víc-
te
de la opresión y la admiración maníaca de la
to
por la servidumbre un ingrediente de la vir-
nes
para el miedo, y encontrarlas sin proble-
La indignación se calcula, los silencios se
conciertan... Todos huyen de la auténtica res-
opinión propia para caer sobre los partidos o
mente
calcularán en su lugar”.