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Edición 17 de julio de 2021

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ESPECIAL

12 Sábado 17 de julio de 2021 Diario Co Latino

Nicaragua se escribe con N de nacatamal

Francisco G. Navarro (*)

Managua/Prensa Latina

Nicaragua no aparece en el

mapa de la gran cocina

mundial, lejos de las mecas

del mantel que conforman las capitales

gastronómicas del orbe, pero

su coctel de sabores autóctonos sí

enamora paladares de propios y extraños.

Y gran parte del mérito

lo tiene el nacatamal, esencia

culinaria de la nación con

la que comparte la letra inicial.

Tanto es así, que el platillo a base de

maíz creado por los pueblos que poblaron

las tierras alrededor de dos lagos

y una decena volcanes antes de

ser holladas por el conquistador español,

no puede faltar en las mesas

nicas a la hora del desayuno de sábado

o domingo. Como manda la

tradición.

Quien quiera comprobar la raíz

ancestral del plato-símbolo de los

pinoleros le bastará abrir en la página

188 el libro “El habla nicaragüense

y otros ensayos”, del lingüista

nacional Carlos Mántica, en el

que describe la raíz náhuatl del sabroso

vocablo: “Nacatl, carne y tamalli,

tamal, masa de maíz cocida”.

SI LO DICE LA REINA DEL

SABOR

María Esther López Guzmán

lleva casi cuatro décadas dedicada

en cuerpo, alma y cucharón

a la defensa de la cocina tradicional

de su país y pasea con orgullo

entre fogones el distintivo

de Reina del Sabor Nicaragüense.

Razón de sobra para que Prensa Latina

la eligiera como fuente autorizadísima

a fin de hablar sobre un plato

tan sello nacional como lo son

los lagos, el pinol, la poesía de Darío

o El Güegüense.

Lo primero que la investigadora

resalta es la presencia casi obligatoria

del nacatamal en desayunos

de sábados, domingos o feriados.

A la costumbre le falta poco para

ser ley en el mundillo alimenticio

nica, sobre todo en la franja costera

del Pacífico. Donde viven las tres

cuartas partes de los nicaragüenses.

“Desayuno dominguero por excelencia”,

así lo certifica la relevante gastrónoma.

El nacatamal es un tipo de preparación

que se presta para disfrutarlo

en días de asueto, reafirmó. La

elaboración del plato reviste un carácter

casi ceremonial, aunque los

nicas lo asumen con la naturalidad

de algo incorporado en el ADN nacional.

El domingo marca la cota del

mayor consumo, pero quienes viven

más de prisa pueden comenzar

a prepararlo el jueves y dar buena

cuenta del platillo el viernes, “a

fin de cuentas el sábado chiquito”.

El momento de la degustación tiene

una explicación que, si no científica

es al menos lógica. Para López

Guzmán tiene mucho que ver

con la cultura y sabiduría popular.

Es un plato bastante fuerte y entonces

nuestros antepasados a fin de digerirlo

bien lo comían temprano en la mañana

y lo acompañaban con una bebida

caliente, argumentó.

La función digestiva del brebaje

acompañante es la de diluir la abundante

carga de grasa del platillo criollo

y por lo general el café hace el

papel de partenaire del “tamal envuelto”

sobre el tablado del mantel.

EL DE CERDO ES EL REY

La carne porcina que se amalgama

entre la masa del maíz hace la diferencia

del nacatamal en el ámbito

de la tamalería nica, y lo distingue

del tamal pizque, el yoltamal y el tamal

dulce, carentes del tejido animal.

“El nacatamal de cerdo es el rey y señor

de todas las propuestas”, conceptualiza

López Guzmán, acostumbrada

a sentar cátedra cuando de cocina tradicional

se trata.

“Es una comida deliciosa, aromática,

cuando usted lo abre ese aroma tiene

que invadir toda la casa, y por otra

lado es un plato muy completo al juntar

carbohidratos, proteínas y vegetales”.

El ingrediente básico, el maíz blanco

seco, previo a la elaboración debe pasar

por el proceso de nezquizado, media

hora de cocción con cal, seguido por el

enfriamiento y lavado del grano, vuelta

a poner al fuego para que pozolee (reviente),

y entonces pasarlo al molino.

Hay gente que le pone papa en la molienda,

o cebollas y hierbabuena, propio

del gusto de cada cual. Entonces

esa masa se mezcla con la manteca de

cerdo”, describe así La Reina del Sabor

los pasos iniciales de la preparación.

El mapa del nacatamal se dibuja en

lo fundamental en las cocinas caseras y

los sitios culinarios típicos. En Managua,

por ejemplo, se puede encontrar

en el restaurante Cocina de Doña Haydée,

un establecimiento de alto standing

que hace de la gastronomía popular

un mito.

HIJOS DEL MAÍZ

El nacatamal es un hecho tan cultural

que las hojas de plátano que conforman

su envoltorio, son conocidas

como chagüites en el habla popular nicaragüense,

heredera sustancial de la

lengua náhuatl.

Y cuando aún las carabelas de la

Conquista no habían traído las simientes

de los actuales rebaños vacunos

y porcinos, los primitivos habitantes

de Nicaragua rellenaban la masa de

maíz con carne de chompipes (pavos).

Venados y armadillos también hacían

entonces su aporte proteínico al futuro

plato nacional, apunta la gastrónoma

que lidera el proyecto Nicaragua en

mi sazón, cuyo canal de Youtube suma

más de 100 mil seguidores.

Una canción antológica proclamó

un día que los nicas eran los hijos del

maíz y en una de sus rítmicas estrofas

pasó revista a los alimentos que el

mítico grano lleva a la mesa popular.

“Chicha raizuda, pelo de maíz, atol,

chingue de maíz, nacatamal, atolillo,

perrerreque, tamalpizque, tototospe,

marquesote, pinolillo, pinol, putlisten,

pundelo, chilote, elote, pozole,

pirila, empanada”, se hicieron

notas en el pentagrama nacional.

Por si fuera poco el nacatamal

forma parte de la tradicional

“gorra” de la Purísima.

La artista todoterreno que es María

Ester López, un día echó mano a

su “guitarrita” y compuso, cantó y

grabó una docena de canciones cuyas

letras son las recetas de platos

de la cocina tradicional nica.

Y la que más trabajo le llevó, confiesa,

fue la del nacatamal, “la más

exigente y la que mejor representa la

propuesta gastronómica nacional”.

OBRA MAESTRA

“Dice más sobre la historia de

Nicaragua un silencioso nacatamal

que todas las páginas de don

José Dolores Gámez sobre la colonia”.

La frase pertenece al ensayo

“Elogio a la Cocina Nicaragüense”,

publicado por el poeta

José Coronel Urtecho en 1962.

El fundador del Movimiento de

Vanguardia en la literatura nacional

otorgó al nacatamal nicaragüense

la categoría de obra maestra

de la combinación del cerdo de

Castilla con la cocina aborigen, en

otras palabras del mestizaje culinario.

“El nacatamal -tamal o envoltorio

de masa de maíz y de carne de

monte- tiene, desde su mismo nombre,

un evidente origen náhuatl,

pero la forma nicaragüense de preparar

la masa, condimentarla y aderezarla

con trozos escogidos de cerdo

y de tocino, trajo una novedad

que superó no sólo a su antecedente

precolombino, sino también a

sus semejantes de México y Centroamérica”,

lo inmortalizó en una estatua

de papel el autor de “Pequeña

biografía de mi mujer” y “Chinfonía

burguesa”.

(*) Corresponsal jefe de Prensa

Latina en Nicaragua.

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