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Edición 17 de julio de 2021

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MéDIcOS

ILUSTRES

DE SANTA

TEcLA

Por: Marlon Chicas

El Tecleño Memorioso

-

-

FRAGMENTO DEL JURAMENTO

HIPOCRáTICO.

A

través de la historia se atribuye

al médico griego Hipócrates

(aprox. 460 a.C.) ser considerado

el fundador de la Escuela Hipocrática

en Cos, al que se señala de crear el

“juramento hipocrático”, que resume

los principios éticos que guían a los médicos

en el ejercicio de su profesión. Según

algunas efemérides, destacan que,

en 1948, se redactó un juramento hipocrático

en la Convención de Ginebra,

con el texto siguiente: “En el momento

de ser admitido entre los miembros

de la profesión médica, me comprometo

solemnemente a consagrar mi

vida al servicio de la humanidad”.

Dicho juramento es un texto ético que

recoge las obligaciones morales de

los médicos para con sus pacientes,

orientándolos en su labor profesional,

lo cual conlleva a los galenos a

realizar sus máximos esfuerzos por

salvar vidas humanas, la presente

crónica busca honrar la memoria de

facultativos que en vida desarrollaron

un apostolado de servicio hacia

los más necesitados en Santa Tecla.

Un profesional de la ciencia a quien los

tecleños recuerdan con especial afecto

es al doctor Manuel Loucel Porras

(+), de grata recordación, en palabras

del licenciado Orlando Moran Castillo,

presidente de Tecleños de Corazón, el

doctor Porras fue en vida amigo de mi

familia, lo que le convirtió en el médico

de cabecera, quien con la ayuda

de Dios y sus conocimientos, logró que

mi problema de oídos fuera superado,

en su consultorio ubicado en la intersección

de segunda avenida norte y

tercera calle poniente, caracterizado

Dr. Rubén Alonso Rochi

por su trato humano hacia sus pacientes,

sin olvidar su gran corazón, ya que,

si el enfermo no poseía medios económicos,

nunca negaba sus servicios.

Como todo profesional de la medicina,

era responsable con la salud de los

pacientes, en cierta ocasión mi madre

presentó algunas molestias por las inyecciones

de vitaminas que le aplicaban

en una institución de salud, en la

que laboró el doctor Porras, generando

la inquietud en él por conocer el tipo

de medicamento inoculado, llevándose

la sorpresa que dicho fármaco estaba

vencido, reprendiendo con severidad a

la enfermera responsable de tal hecho.

Por otra parte, su amistad con la familia,

le llevó siempre a romper el

hielo con una broma, cada vez que se

le visitaba en su consultorio, lo cual

no realizaba con otros pacientes, provocando

en mi madre y el suscrito

nerviosismo por no saber expresarnos

ante él, ya que, si uno decía –Mire

doctor – respondía -Te miró – si se decía

–Oiga doctor- contestaba -Te oigo

generaban una sonora carcajada en él.

Otro excelente profesional de la medicina

en la historia de Santa Tecla, que

se recuerda con cariño y estima fue el

doctor Rubén Alonso Rochi, quien a lo

largo de su profesión mostró siempre

disposición de ayuda al necesitado,

siendo reconocido como el “Médico

de los Pobres”, los que eran atendidos

en su consultorio ubicado en la

cuarta calle poniente, la cual lleva su

nombre desde 2019, a iniciativa de

Tecleños de Corazón y aprobado por

el Concejo Municipal de esa época.

Las disculpas del caso, si la crónica no

recoge otros nombres de profesionales

de la medicina que, en Santa Tecla, dedican

y dedicaron su vida al alivio del

sufrimiento humano, que sería imposible

mencionarlos a todos en estas líneas,

sirva este reconocimiento en vida

y post mortem al Médico Salvadoreño,

por tan digna y humana profesión.

SOMOS

LO qUE

TOLERAMOS

Por: Wilfredo Arriola

Las actitudes que toleramos

palabras que están presentes

en la vida de todos, y en algunos más

y muchas veces no reparamos en la

trascendencia que tienen a lo largo de

nuestras horas. Las etimologías siempre

nos dicen algo más, nos ponen una

lupa adonde no se mira del todo claro

hasta que reparamos en los detalles.

La palabra tolerar proviene del latín

tolerare y tolerare viene de tollare que

o resistir. Sobrellevar algo tanto físico

como espiritual.

Al leer la palabra “aguantar”

me supone algo no tan grato, algo que

atraviesa el dolor, la fatiga y la incomodidad.

Algo que a pesar de que poda-

transitar se convierte en placer o sere-

cosas que no aportan a nuestra vida

también suma a la calidad de nuestro

tiempo. Sustituir las cosas que tolera-

aquellas obligaciones de cortesía por

la sinceridad de sabernos en una mejor

sintonía. La tolerancia esta a un paso

del desequilibrio, y cada vez que toleramos

algo nos alejamos más de quien

lo promueve. Algunos se mueven bajo

la bandera de la ignorancia y se escudan

con la sentencia del no saber que

te dañaba, como si no fuera notorio entender

que cada conducta genera una

reacción, lastimosamente algunos se

han convertido en atletas del resenti-

oro en aguantar, en tolerar. No tenerse

respeto a sí mismo es dejar abierta la

puerta de la desconsideración, y en esa

muchos no tocan antes de entrar y la

golpean al salir.

Muchos han entendido que la

felicidad es servirse de lo que a otros

les sobra y quizá en ese entonces nos

convertimos en los patrocinadores

de lo que nos pasa, aunque ese título

según nosotros les corresponde a

otros. Es mas fácil buscar culpables

que cambiar de hábitos, es más fácil

la critica que conseguir un espejo.

Schopenhauer comenta en una de sus

máximas: “Quien ha sido abandonado

por la esperanza también ha sido

abandonado por el miedo”. Buscar un

cambio de alguna manera se convierte

en aspirar a la esperanza, en buscar en

otra parte lo que no se puede encontrar

desde donde uno se encuentra sentado,

y esa radicalidad de ir en busca de lo

incierto combina la capacidad a cambio

del resultado, es decir la ausencia

del miedo. Moverse, salir, ir por algo

más, dejar de aguantar así mismo y a

los demás con actitudes nocivas.

Hay quienes que al mirarse a

adentro de sí ven desiertos, otros ven

un bosque y otros no logran comprender

que uno se puede mirar con

consideración de cambio. Un comprenderse

mejor a partir de lo que nos

pasa. ¿Quiénes estarán abonando a esa

la vida de alguien más que no ha sa-

-

¿Desiertos, favores, lucro para ellos

relación con esto: “No es fácil adivinar

lo que te oculta la gente, solo tienes

mires”.

Somos lo que toleramos, lo

que callamos, lo que ocultamos para el

banal placer del otro, también es necesario

mirarse con otras gafas y preguntarse

si somos una carga tolerable

para los demás. El silencio a veces se

traduce en distancia, en otras preferencias,

en ponerle la sonrisa a otros

paisajes más lleno de aquello que aun

queremos descubrir de nosotros mismos.

Los años nunca saben tolerar…

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Edición Extra | 17 de Julio de 2021 |

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