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Edicion 02 de octubre 2021

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| Artículo |

El pUNTO falSO DE

la vERDaD

DESapRENDER

al SIlENCIO

Por: Nathaly Campos

Antropóloga

algunas de las apreciaciones, entonces

huimos de él.

Por: Wilfredo Arriola

Muchas verdades tienen fecha

de caducidad. Leerlo

de remate resulta agobiador,

y también dispone a reparar la

consigna, aun cuando consideramos

que hay verdades que serán eternas

o que el solo hecho de decirlas nos

atarán para siempre bajo esa premisa.

Las verdades se acaban, las prologadas

son las que se cultivan con la

cercanía, la lealtad de la acción y el

manteamiento de lo pactado, y eso, no

siempre resulta algo fácil de entender

y sobre todo de hacer.

Pasar del lado sincero al lado falso,

en ese camino consiste el meollo del

tema ¿Cuándo nos convertimos en

falsos o si eso nos ubica en el plano

de la hipocresía? Unos actúan bajo

juramento, otros mirando a los ojos

sosteniendo una verdad, otros lo dejan

plasmado en documentos, y hay muchas

formas de continuar esa sensación

de transparencia, aunque las que

conllevan un documento suelen ser

para siempre, o el clásico juramento.

“hasta que la muerte los separe” aunque

la “verdad” que los impulsó a

tomar esa decisión de por vida men-

ese momento no lo fue. La verdad se

transforma, aunque muchos literatos

siempre apelan que a esta no se llega,

simplemente se le acerca porque será

tan relativo que no podemos encontrarla

en su plenitud, de tal manera, se

altera en sociedad, en consideración,

en respeto, en camaradería en darle

su lugar a lo que algún tiempo fue y

hoy nada más enmarca a la nostalgia.

Amistades, amores, y ese largo seguimiento

de circunstancias que se acaban,

unas vuelven otras se van para

siempre.

El punto falso de la verdad quedará a

criterio propio, la desintegración no

siempre se toma como impostura, sino

un proceso evolutivo que se acaba con

el tiempo. Para placer de muchos y

para alivio o desgracia de otros, nos

pasa a todos, así como lo podemos

malvivir también lo podemos penar a

favor o en contra, quedará algo distinto,

los resabios de lo que fue, ahora

habrá que revalorar si esos retazos

sirven para siempre estar, volver y

mirar con los ojos de siempre aquello

que aprendió a envilecer. Épocas,

amistades, modas, lugares, comidas,

el indestructible paso del tiempo que

viene y se instala adonde duele.

Transformamos la verdad, le otorgamos

otra intensidad y quien la recibe

sabrá leerla e interpretarla como mejor

nos conocen. El fuego puede también

acompañar y no siempre quemar

y éste, también llega al punto de quiebre.

El amor y la pasión en su mezcla

serán entonces aquellos que no se derrumban

con el tiempo, y se trasmutan,

leve o fuerte, o simplemente en

descanso porque se llegará el día para

asignarle ese espacio vacío a lo que no

está, darle respuesta a esto, suele ser

temido y también develador. En volver,

ahí radica la irreductible verdad.

- ¿A qué le tienes miedo? – me pregunté.

-Al silencio.

Estamos tan acostumbrado al caos,

a los ruidos de los otros y al del

exterior como las teclas que crujen

cuando estoy escribiendo este articulo

o al ladrido mi perro que no tolera

algún extraño pasar. Nunca nos acostumbramos

al silencio, al menos no yo. Es

pertinente establecer que el silencio no es

la ausencia de palabras, es en su media

un igual, Le Breton considera al silencio

y la palabra no contrarios, ambos son

existiría el discurso.

El ruido es un recurso defensivo en todas

las relaciones sociales, evitamos quedarnos

en silencio porque es ahí cuando

nuestros pensamientos emergen y se

vuelven un mar profundo y oscuro, como

naufragar sin la esperanza de ser salvado

o inundamos al otro con nuestro ruido y

-

media están vinculados a percepciones

negativas y divergentes, como por ejemplo

una persona que sufre trastorno de

ansiedad lo primero que hará es pensar

en los multiversos caóticos posibles de

por qué el otro calla; es normal, porque el

silencio es cultural, es decir se le ha otorgado

ese valor social. El silencio como

ausencia o como abandono y si esas son

Le Breton nuevamente acota la idea en

la que toda conversación es un tejer de

silencios y palabras, de pausas y habla,

que crea la respiración del intercambio.

El valor del silencio dependerá de la posición

cultural de cada grupo y los juicios

de valor en el plano individual que

siempre son trastocado por lo cultural.

Algunas veces si es abandono y como se

lo explicas a alguien que lo ha sufrido o

como le dices que los nuevos ritos de in-

el surgimiento de las nuevas tecnologías,

con las nuevas prácticas de relacionarse

con el otro a partir de las redes sociales

y todo este mundo cibernético en el que

hemos creado comunidades y como resultado

ha marcado una brecha en prácticas

que se está normalizando como

ghosting u otros que surgen y se mueven

en el anonimato, en el plano del inconsciente,

en eso juegos en los participamos

y lo nombramos como silencio. Como

dice Elvira Sastre: quizá sea más triste el

silencio cuando no es forzado.

Fotografía: Titika Rotkjaer

Edición Extra | 02 de Octubre de 2021 | 03

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