Quentin-Tarantino-Cine-de-reescritura
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La teatralidad e impostación existe también en uno de los fragmentos más celebrados
del film: aquel que empieza con el monólogo intimidante de Calvin Candie con la
calavera del esclavo Ben y culmina con la muerte de Candie a manos de Schultz. Estas
dos escenas son parte de una misma situación de tensión, de un mismo choque de
fuerzas y de una misma brutalidad que sale detrás de los modos amables. Recuerdan a
ese suspenso hitchcockiano que tanto había trabajado QT en su película histórica
anterior: aquí el conocimiento de la estafa por parte de Candie primero, y la información
de que Schultz tiene un arma escondida bajo su manga a modo Travis Bickle en Taxi
Driver después constituyen los puntos principales de suspenso sobre los que se basan
las escenas. En el caso de Candie y su escena de la calavera, se establece una suerte de
teatralización sádica en la que el supuesto mandamás de la casa protagoniza un
espectáculo perverso para establecer su superioridad —no solo como millonario, sino
también como hombre blanco por sobre los negros—. Una de las claves de la tensión de
ese momento está en el contraste de la movilidad de DiCaprio y la quietud de Django y
de Schultz, quienes deben contemplar la locura de Candie esperando que no derive en el
asesinato de ellos o de Broomhilda. La exposición de Candie se maneja con especial
virtuosismo: va de lo más civilizado a lo más salvaje. Calvin empieza sacando a su
hermana de una discusión “de caballeros”, luego saca la calavera de Ben y comienza a
dar una explicación científica aberrante, basada en la frenología (que era en el siglo XIX
lo que en el siglo XX fue la psicología), acerca de la supuesta sumisión natural de los
esclavos. Poco a poco va mostrando más salvajismo en sus actitudes, hasta que
finalmente amenaza con matar a Broomhilda para abrirle el cráneo. A esta escena se le
suman dos detalles que le dan particular brutalidad y por ende también tensión: el grito
desaforado de Calvin para que los personajes entreguen sus armas, y sobre todo la
herida que provoca en su mano cuando golpea la mesa (que realmente existió en el
rodaje de la escena y que no impidió a DiCaprio seguir actuando). Dicho monólogo
termina con Schultz consciente de que se encuentra desbordado por la situación y
obligado a comprar a la esclava por doce mil dólares 41 .
41Recordando esta escena, lo que sucede es que Schultz le da la billetera a Stephen, quien saca de allí los
doce mil que necesita y le deja el resto del dinero. La situación parece por supuesto una burla cruel: hacer
ver como una transacción monetaria común y corriente lo que en verdad es un acto de brutalidad. Esa
misma situación se da irónicamente también al inicio de la película, aunque esta vez el que ejerce la
transacción brutal es, curiosamente, el dentista. Allí Schultz, luego de dispararles a dos esclavistas, decide
simular una transacción comercial normal, y se lleva el saco de un muerto y a uno de los esclavos no sin
antes pagarle el precio de los dos productos al esclavista que queda vivo pero paralizado debajo de su
caballo.
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