Quentin-Tarantino-Cine-de-reescritura
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ningún concepto sofisticado para sacar de ella. Es una idea bastante absurda y medieval
que hace pensar que el humor es una categoría menor y que, si algo es encontrado
gracioso —aun desde su carácter trágico—, debe verse como idiota o poco interesante.
La verdad es que, en el caso de Perros de la calle, Tarantino se toma demasiado tiempo
para darle a cada personaje una personalidad determinada y filmarlos con pericia como
para pensarlos de manera desdeñosa. Si vamos al caso, buena parte del encanto de esta
película reside en la manera en la que QT decide darles a los delincuentes principales
una personalidad definida y obsesiones personales; es incluso una constante en casi
todos ellos el hecho de que encuentran su perdición al terminar cediendo a pasiones,
lealtades e instintos que los enceguecen.
Dichas características son notables cuando se ven las relaciones que “Nice Guy” Eddie
(Chris Penn) y Mr. White tienen para con sus dos protegidos (Mr. Blonde y Mr. Orange,
respectivamente). Si se observa la relación entre ellos, es posible ver un vedado
homoerotismo. No fueron pocos los que observaron la relación homoerótica que podía
desprenderse entre el personaje de Harvey Keytel y el de Tim Roth. La crítica Manohla
Dargis, por ejemplo, llegó a decir que Keytel llevando el cuerpo sangrante de Roth en
brazos no era otra cosa que una forma indirecta de asumir una relación de hombre-mujer
entre los dos. Por otro lado, los gestos de Keytel acomodándole el pelo a Mr. Orange y
abrazándolo fuerte y desesperadamente hacia el final tienen mucho de amante
desesperado que trata de aferrarse a su dama sufriente. El caso de Eddie con Mr. Blonde
se puede ver en la escena de su primer encuentro, inmediatamente después de que este
último salga de la cárcel. Allí los dos empiezan a jugar como si fuesen chicos, y Eddie
asegura en broma que Mr. Blonde trató de violarlo (“Te quiero, pero no de esa manera”,
le dirá, también en tono de sorna).
Los paralelos entre las dos relaciones no terminan ahí. Tanto el amor que Mr. White
tiene por Mr. Orange como el que Eddie siente por Mr. Blonde provocan cegueras y
desastres por parte de sus dos “enamorados”. Eddie es el que lleva a Mr. Blonde a ser
parte de la banda, lo que termina desencadenando la primera masacre de la película. Mr.
White, en tanto, es el que entabla la mayor amistad con alguien que resulta ser el policía
infiltrado del film, el responsable máximo del fracaso del robo y de la tragedia final. Por
otro lado, tanto Mr. White como Eddie no parecen ver el panorama completo por sus
lealtades hacia sus protegidos. Mr. White se la pasa diciendo que Mr. Orange recibió
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