Edicion 21 de mayo de 2022
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LAS nUBES SIEMPRE SE MUEVEn
4
TAnkAS
Por: Sergio Inestrosa
A Mamá, siempre con gratitud
1
El cielo azul
Cubre el mar somnoliento.
Día de estío…
La contemplación de las nubes
es una de las experiencias
más maravillosas que
existen. Su lento desplazamiento
en los cielos intensos del verano, de
la primavera, sólo puede revelar una
sobrecogedora autoría infinita, que
para algunos puede ser la energía
universal; para otros, el Absoluto,
y para muchas culturas a través de
la historia, una todopoderosa divinidad
o un conjunto misterioso de
policromas deidades.
Esos cielos de Cuscatlán embellecidos
del tránsito de esas formas
caprichosas de pulcro algodón han
alcanzado su inmortalidad en el
lienzo de nuestros grandes pintores.
Verlas tan imponentes en su continua
desintegración, siempre me ha
hecho pensar en la fuerza impresionante
de los cuadros del Maestro
Valero Lecha o en las gráciles imágenes
que de ellas nos dejara nuestro
gran Toño Salazar.
Hermosos cúmulos en cielos totalmente
abiertos de carretera constituyen
una experiencia fascinante.
Al igual que las nubes en el arte sacro
del barroco o del renacimiento.
Recuerdo con preferencia a Tiziano,
entre los grandes maestros, cuyas
nubes son siempre tan sugestivas.
Pero también existen otros tipos de
nubes que, en ocasiones, tendemos
a sobredimensionarlas en la vida y
que pueden, en momentos determinados,
causarnos gran pesar.
Hace unos días, gracias al generoso
recordatorio de mi madre, retorné a
la lectura de la escritora espiritual
Mrs. Charles E. Cowman, en su clásica
obra “Manantiales en el desierto”,
un texto de muy sabias perspectivas
interiores, vitales.
Y ahí, cosa curiosa, estaban las nubes,
veamos: “El mundo debe una
gran parte de su belleza a las nubes
El azul inmutable del cielo italiano
difícilmente puede recompensar la
gloria y constantes cambios de las
nubes. La tierra se convertiría en un
desierto, si no fuese por su administración.
Hay nubes en la vida humana,
que la obscurecen, refrigeran
y algunas veces la envuelven en la
negrura de la noche; pero no existe
ninguna nube sin su luz brillante.
`Mi arco pondré en las nubes´.
Si nos fuese posible ver las nubes
por la parte opuesta, donde permanecen
con su aureola ondulada,
bañada por la luz que interceptan
como una acumulación de Alpes alineados,
nos quedaríamos pasmados
de su esplendorosa magnificencia.
Nosotros solamente nos fijamos en
sus partes menos elevadas; pero,
¿quién puede describir la brillantez
de la luz que baña sus cumbres, explora
sus valles y se refleja desde
cada pináculo de su expansión? ¿No
son ellas las portadoras de cada gota
de agua que produce las cualidades
mejores y más saludables? (…) Si
tú pudieras ver tus penas y turbaciones
por el otro lado. Si en vez de
verlas desde un punto de vista terrenal,
las mirases desde los lugares
celestiales…”
Lamentablemente, la mayoría de
nosotros, no elevamos la mirada,
nos aflige lo aparente, lo que está a
la engañosa vista, y nos ahogamos
en los vaivenes naturales e inevitables
de la vida, con su carga de vicisitudes,
penas y sufrimientos. Y, por
supuesto, cuando nos concentramos
en ese lado de las nubes, todo es
fatalidad. Se nos olvida que existe
ese otro lado, ese ángulo precioso,
del que nos ilustra Mrs. Cowman,
esa dimensión de esperanza que nos
debe fortalecer en las horas amargas.
No hay que olvidar, finalmente, que
el paso de algunas nubes, aparentemente
grises, es transitorio, y que
nuestra apuesta diaria debe dirigirse
hacia la búsqueda de la felicidad, la
paz y la tranquilidad, pese a las muchas
circunstancias que, en definitiva,
están fuera de nuestro alcance.
Por ello cabe como anillo al dedo,
esta reflexión última de la gran
autora y misionera religiosa, Mrs.
Cowman: “Recuerda solamente que
las nubes siempre se están moviendo
y pasando delante del viento purificador
de Dios”.
Las velas desplegadas
Blancas como las nubes.
2
Extraña luz
Entre el cielo y el mar.
Huellas de pasos…
La mujer habitada
De sueños y nostalgias.
3
Ya no eres río
Pero quizá mar seas.
Aguas saladas…
En tus labios perdura
El sabor del café.
4
En primavera
Hay más horas de luz.
Gente en los parques…
Florean los Jacintos
En los campos de Bélgica.
Edición Especial | 21 de Mayo de 2022 | 05