Revista Orgullo 22
Revista Orgullo de Costa Rica, edición 2022
Revista Orgullo de Costa Rica, edición 2022
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ORGULLO
nófobos o inclusive neopentecostales.
La puerta ya está abierta, y desdichadamente
la cantidad de gente que la
cruzará solo irá en aumento.
La situación nos debe llevar a buscar
explicaciones propias. Definitivamente,
la brutal ausencia de interseccionalidad
es una de las razones, pero hay
otros aspectos, como la despolitización
de la identidad LGBTIQA+, que también
se deben considerar.
¿A qué me refiero con despolitización?
Al proceso que se ha venido gestando
y extendiendo durante los últimos años
entre la población y el activismo queer,
donde se desligan los avances en materia
de igualdad de sus orígenes político
ideológicos, y donde se desvinculan
los reclamos por derechos individuales
de ciertas exigencias de carácter económico
o redistributivo. Es una especie
de borrado histórico, que elimina discursiva
y políticamente el hecho de que
ciertos reclamos fueron liderados por
colectivos y personas particulares, con
posiciones e ideologías específicas. Es
claro que las luchas no tienen propiedad,
pero sí protagonistas e historia.
Si los derechos carecen de trasfondo
o pasado, y si siempre han existido,
cualquiera puede impulsarlos o representarlos.
En esta despolitización, el matrimonio
igualitario ha tenido un rol central.
Fue un triunfo y una trampa. Su entrada
en vigencia cambió los términos del
debate sobre derechos y sexualidad,
ampliando la aceptación y visibilidad
política, mediática y social de las relaciones
no heterosexuales, pero también
desarticuló al activismo y debilitó su
incidencia pública.
Este avance promovió una incorporación
plena de algunas personas queer
a la sociedad. Pero solo de algunas:
particularmente hombres gais cisgénero
que comparten ciertos estándares y
valores económicos, estéticos y de vida
con las élites heteronormadas, blancas
y urbanas del Valle Central de Costa
“Es claro que las luchas no tienen propiedad, pero
sí protagonistas e historia. Si los derechos carecen
de trasfondo o pasado, y si siempre han existido,
cualquiera puede impulsarlos o representarlos”
Rica. La integración de este grupo profundizó
la mercantilización de la identidad
homosexual y la consolidó como
una minoría privilegiada dentro de las
minorías, con más estatus e incidencia
que el resto de las letras de la diversidad.
Todo esto fue lo que generó el contexto
propicio para desacoplar luchas, despolitizar
derechos y eliminar cualquier
atisbo de interseccionalidad. Un terreno
fértil para el crecimiento de proyectos
con capacidad de mercadeo suficiente
para venderse como aliados, sin tener
que realmente serlo.
Lo problemático de esta despolitización
----más allá de las ganancias electorales
de algunos partidos políticos- son
sus consecuencias. Se pueden mencionar
varias, pero la más grave es que
se creó un escenario que permite el
olvido de las minorías que no lograron
su plena incorporación, como lo son las
personas queer que habitan las periferias
sexuales, geográficas, económicas,
simbólicas y raciales del país.
Repolitizar la identidad LGBTIQA+ es indispensable
para evitar que se consoliden
estas exclusiones y para detener
los desplazamientos electorales que ya
vimos en febrero 2022. Es imperativo
que las personas sexualmente diversas
construyan una nueva agenda de
intereses compartidos, que recupere la
memoria y que permita hilvanar nuevas
imágenes de un futuro común e igualitario.
Y esto es más que establecer
una lista de prioridades. Se trata, más
bien, de tejer una agenda común donde
quepan todas las agendas, y donde la
mayor cantidad de personas queer se
sientan incluidas o representadas. La
tarea es urgente y la responsabilidad
enorme. Es momento de actuar maricón.
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