Lanceras De Cristina Edición 18 Octubre 2022
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Matilde Schwindt,<br />
Obrera metalúrgica<br />
“En 1945 yo trabajaba en CAMEA,<br />
mi marido y mi suegro también. Si, en<br />
CAMEA. Esa era una fábrica metalúrgica<br />
que le daba trabajo a todo el mundo (...). El<br />
día 17 de octubre <strong>Octubre</strong> fue ¡Inolvidable!<br />
¡Inolvidable! Todos los obreros fuimos a la<br />
Plaza a recuperar al ‘Coronel’. Por eso le<br />
pusieron el Día de la Lealtad. Uno llamaba<br />
al otro, y el otro a otro y ¡vamos, vamos!<br />
nos jugábamos la vida, pero ¿por qué?<br />
Porque nosotros fuimos leales a Perón.<br />
Ese día cada uno buscó la manera de llegar<br />
y todos se prestaban a llevarte a la Plaza<br />
de Mayo. Fuimos todos mis compañeros<br />
y compañeras, hombres y mujeres, de<br />
todos los lados. No sólo de la fábrica<br />
mía, sino de todas. La plaza estaba llena<br />
de gente. Eso nació del pueblo. Fuimos<br />
voluntariamente, así nomás, al toque. Mi<br />
suegro era un hombre grande, tuvo que<br />
volver caminando de la Plaza de Mayo a<br />
casa. Al día siguiente estuvo todo el día<br />
con los pies hinchados en la cama de<br />
tanto caminar. Pero eso no nos importaba.<br />
Estuvimos mucho tiempo esperando. No<br />
valía el “ya lo vamos a traer”. No, señor.<br />
¡Tráiganlo ya! Por eso es la Lealtad. Costó<br />
traerlo. Estaba la Plaza llena y había mucha<br />
emoción. Al día siguiente estábamos todos<br />
con angina de tanto gritar y llorar. Pero<br />
no se puede explicar con palabras. Vos<br />
tenés que vivir ese momento ahí en la<br />
Plaza con todos tus compañeros, todos<br />
gritando ¡La vida por Perón! ¡La vida<br />
por Perón! ¡La vida por Perón!”<br />
Josefa Buela, Obrera de la fábrica<br />
de medias Minué:<br />
“Yo trabajaba en esa fábrica hasta<br />
los días domingo. Como era menor de<br />
edad, una vez vinieron los inspectores y<br />
para que no me vieran, los patrones me<br />
encerraron dos horas en el baño. Teníamos<br />
que limpiar los pisos y la heladera. Y si<br />
protestábamos, a la calle. (...)<br />
El obrero no tenía derecho a<br />
ninguna queja; si levantamos la voz, nos<br />
hacían llevar por la policía. El 17 de<br />
<strong>Octubre</strong> es imposible de describir. Fue<br />
como si Dios hubiese bajado al balcón<br />
y nos hablara. Porque, lo que Perón<br />
nos decía, nos daba tanto estímulo<br />
para vivir que es imposible decirlo con<br />
palabras. El resultado fue que a ningún<br />
obrero le faltaba comida, ni ropa; a ningún<br />
niño le faltó un juguete de Navidad, ni el<br />
pan dulce.”<br />
<strong>Lanceras</strong> de <strong>Cristina</strong> | 35