Masculinidades Corresponsables - Módulos
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Masculinidades Corresponsables
Paternidades: corresponsabilidad y cuidados
1. El impacto de los estereotipos en
la paternidad y los cuidados
Si bien, como ya vimos, la capacidad para criar
y cuidar niños/as no está anclada en la biología
ni responde a una forma de organización
“natural”, sino a nuestras concepciones sobre
el género y los sentidos asociados a la masculinidad
y la feminidad, todavía seguimos reproduciendo
algunos estereotipos. Por ejemplo,
no es extraño considerar que una mujer, incluso
sin ser madre, tiene más capacidades para
criar y cuidar niños/as que un varón que sí es
padre.
Frente al sentido común que vincula la “facilidad”
o “naturalidad” de las mujeres para la maternidad
y el cuidado, las investigaciones han
demostrado que los niveles de oxitocina, vasopresina
y prolactina, hormonas presentes al final
de la gestación, durante el parto y varios meses
después en el cuerpo de las mujeres y personas
gestantes, que predisponen al cuidado y al desarrollo
del vínculo afectivo con los/as hijos/as,
aumentan también en los padres presentes que
mantienen un contacto afectivo con su bebé
(Mascaro, Hackett y Rilling, 2014).
¿Qué frases escuchamos en nuestras
vidas y en los medios en relación con
ser padres?
¿Y en relación con ser madres?
Si estos estereotipos llevan a que nuestro rol
como padres y cuidadores se vea seriamente
limitado, es porque no se trata solo de discursos
sociales que podemos creer o no individualmente.
Se trata de ideas que tienen un profundo
impacto en nuestras vidas y en cómo se organizan
las relaciones sociales. Muchos varones
tenemos un gran temor a hacer tareas consideradas
socialmente como propias de las mujeres
porque podríamos perder algo de nuestra masculinidad
frente a la mirada de otros varones, y
ser considerados menos hombres e incluso supondría
perder la libertad que nos da el estatus
y el prestigio de tener poder económico y social.
De manera que limitarnos a cumplir con los mandatos
masculinos vinculados a la paternidad nos
asegura exponernos menos a la vergüenza, pero
también condiciona sensiblemente la forma en la
que nos relacionamos con nuestros/as hijos/as.
1.1. El mandato de proveedor, entre la presencia material y la ausencia afectiva
Uno de los mandatos que mayor peso tiene en
nuestras ideas sobre la paternidad es el vinculado
a ser el proveedor de la familia, a garantizar
que no “falte nada”. Pero es frecuente que esa
garantía se reduzca, en el mejor de los casos,
a que no falte nada a nivel material, porque,
como ya hemos visto, los mandatos sobre la
masculinidad distribuyen de manera desigual
las distintas dimensiones y tareas del cuidado.
De manera que los varones, cuando se convierten
en padres, suelen limitarse a sus funciones
como productores económicos y proveedores
materiales, como si solo debieran garantizar las
condiciones para que la madre pueda dedicarse
al cuidado emocional y afectivo de los/as hijos/
as. El mandato de ser proveedor, en la práctica,
supone que los varones, generalmente, tengamos
menos posibilidades de estar presentes en
la crianza de nuestros/as hijos/as.
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