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IV.1<br />
Orientaciones generales para el campo<br />
La evaluación que realiza el docente de educación básica es una pieza esencial en el<br />
acompañamiento a los procesos de aprendizaje individual y colectivo. Por eso, es indispensable<br />
que los planes de clase se organicen en torno de los aprendizajes esperados.<br />
Antes de abordar los procesos y los instrumentos que corresponden al enfoque de<br />
enseñanza del campo formativo en el currículo 2011, conviene precisar los diferentes<br />
momentos y tipos de evaluación que pueden usar los docentes en el contexto educativo y<br />
que, por su intención, se verán reflejados en las actividades que realicen durante el proceso<br />
de enseñanza/aprendizaje. En cada uno de ellos, el maestro obtiene información relevante<br />
para tomar decisiones sobre los diferentes procesos de aprendizaje: evaluación diagnóstica,<br />
evaluación formativa y evaluación sumativa; cada una con sus rasgos y características<br />
peculiares.<br />
Con la evaluación diagnóstica el docente genera datos sobre el nivel de dominio que<br />
alcanzaron los alumnos en grados o bloques precedentes, respecto de los nuevos aprendizajes<br />
que se propone iniciar. Esta evaluación se lleva a cabo al empezar un curso o al comenzar<br />
un nuevo bloque o tema y difiere de la activación de conocimientos previos por la finalidad<br />
y la función que tiene en el proceso de aprendizaje. Esta última enfoca las creencias y<br />
experiencias que el aprendiz posee y moviliza para comprender el significado de nuevas<br />
ideas, habilidades o actitudes; no son objeto de evaluación, sino un recurso para conducir la<br />
construcción de conocimientos.<br />
Guía para el maestro<br />
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