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Yachachiq Rosa

Edición - Andina

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BUZÓNDELTIEMPO20 • VARIEDADES • Lunes 8 de junio de 2009EL VIEJO CERCADO DE LIMAEvocando al barrio *Una hermosa crónica de uno de los barrios más antiguos deLima. Su origen se remonta a la época de la Colonia y hasta hoysobreviven algunos vestigios de aquellos años, como la pileta, laiglesia y restos de la antigua muralla.Uno de estos días grises, torvos, melancólicos deinicio de invierno, nos fuimos hacia el viejo barriodel Cercado. Sentíamos intensa necesidadde belleza y la hallamos callada, sola, quieta, como si laatosigara un mal extraño, una congoja íntima, en esascalles olvidadas, bostezantes, de grandes largos cercos,tras los cuales árboles copudos ofrecen su regalovernal del Cercado.En una que otra vía encontramos edifi cios barrocosque denunciaban mal gusto y el incontenible impulsode la civilización de hoy con sus arquitecturasmonótonas, presuntuosas. Pero después, hay muchascalles, muchos rincones intactos, como los conocieronnuestros padres, nuestros abuelos, que en la canículaiban a mitigar los ardores solares, bajo la sombra húmeda,pródiga, de los grandes árboles de los huertosdel Cercado, los célebres huertos, donde los plátanos,las chirimoyas, los nísperos ofrecíanse tentadores en laestación del amor exaltado, violento. Cabe los parrales,junto a la acequía cuyas aguas hacía más fecunda lapingüe gleba y que murmuraban todo el día, con un sonde centinela, opaco, con cierto dejo melancólico, nuestrosabuelos, en los meses de fi ebre solar, se dedicabana festejos alegres, organizando verdaderas bodasde Camacho. Por esto, el Cercado constituía el centrode todas las diversiones al aire libre y a pleno Sol; era laobsesión de los adolescentes. Sus huertos, donde unafronda apretada ponía su nota polícroma; las enredaderascrespas, ondulantes, que se agarraban a las cercasy se tendían a lo largo de ellas, ofreciendo fl ores de• El artículo fuepublicado el 2 dejunio de 1923.perfume, los claveles con su rojo intenso y su fraganciaembriagante, todo invitaba a tomar la vida alegrementey dedicarse a explotar esta alegría que vibraba en elpaisaje, en los célebres huertos y se fundía en risassonoras en los labios de las mujeres y en un burbujeode champagne en los corazones de los hombres, haciéndonosmirar esa edad, lejana ya, como una edadde oro.Cuántos recuerdos evocan estas calles, estos huertosdel Cercado que todavía se mantienen como hacetres siglos, llenos de una triste, melancólica poesía, esapoesía de las cosas abandonadas, roídas por el polvoy que van palideciendo lentamente. Aquí una reja demadera tallada descolorida, grietosa, entornada, hacepensar en romances de amor de otrora; en grandestiestos fl ores cuidadas por mujeres hermosas de miradaencandilada y manos liliales; allá, en una iglesia,menuda, pequeña, como si sintiera la sensación de supequeñez y quisiera replegarse sobre sí misma, sugieremejores edades, de gente beata, amiga del rezo, delincienso, de la oración, que muy temprano acudía a lallamada de la iglesia, al son de sus campanas de timbremetálico, cantarino, de Pascua. En estos rincones, depoesía intensa, se ha quedado dormida la Colonia.

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