Revista-cuento

POR EN FRENTE DEL ÁRBOL
José Roberto Díaz Soriano y Sharit Rocío Primavera Escalona
Conocí a Eli cuando íbamos en segundo grado de secundaria, aún recuerdo cuando jugábamos
retachadita, el típico juego donde lanzábamos una moneda a la pared y ésta caía al suelo,
posteriormente el siguiente jugador tenía que lanzar su moneda de forma que ésta no quedara más
lejos que el ancho de una mano, para así ganar y quedarse con ambas monedas, ella siempre
ganaba. Pero con el paso del tiempo nuestros gustos fueron cambiando y ahora solíamos estar con
nuestros amigos del salón divirtiéndonos, bailando en los recreos o cantando, hasta que el curso
de la secundaria terminó. Ahora nuestros destinos serían en diferentes caminos y nuevos amigos
tendríamos que conocer. ..
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Llegó el resultado de las preparatorias donde nos habíamos quedado y el de Eli y el mío
coincidieron, fue una hermosa noticia, pues yo seguiría a su lado.
Yo le tomé mucho cariño a Eli, pues me daba tristeza que sólo tuviera una madre como familia.
Ella no tenía hermanos, tíos, primos o papá, o al menos ella no los conocía; pero yo sentía más
tristeza por su mamá, pues tenía que asumir todos esos papeles para que su hija pudiera ser feliz,
siempre salieron adelante, nunca se rindieron y eso creó una admiración en mí hacia ellas.
Por fin llegó el primer día de clases y por suerte nos tocó en el mismo salón en el turno matutino,
los dos nos encontrábamos totalmente nerviosos y por efecto reíamos sin motivo, conseguimos
un gran grupo de amigos, siempre risa y risa todos, aunque sí existían algunas diferencias, pero
eso no era motivo de problemas mayores, pues siempre había una solución.
Eli y yo fuimos cambiando mucho, pues ya no jugábamos esos juegos como retachadita o
partidas de fútbol o bailes en el salón, ahora salíamos con nuestro nuevo grupo de amigos a
fiestas donde por primera vez fumamos, nos emborrachamos y así las cosas se salieron de
control.
Todos los días buscábamos salir a algún tipo de fiesta después de la escuela, solo para
divertirnos, hasta a veces nos íbamos de pinta a los parques o deportivos donde llevábamos
cervezas y cigarrillos que comprábamos en la tienda de don chuy, por cierto, ya hasta nos
conocía.
Ya era costumbre ir a la tienda de don chuy y comprar cervezas y cigarrillos, tantas que hasta
borrachos terminábamos, tanto que no podíamos ni ponernos de pie.