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Los músicos que moldean el genoma<br />
Las marcas químicas son los elementos de regulación epigenética,<br />
los músicos que tocan el genoma y que hacen que<br />
se haga sonar o se silencie un gen. Estas marcas no cambian<br />
el orden de la secuencia del genoma, no son mutaciones.<br />
Aún no está claro cuántos tipos de marcas químicas<br />
hay, pero entre las mejor descritas figura la metilación de<br />
genes o silenciación de genes. Sucede cuando este grupo<br />
químico metilo (formado por un átomo de carbono y tres de<br />
hidrógeno) se une a un gen (por la base nitrogenada citosina).<br />
Funciona como un interruptor y lo apaga.<br />
Otro elemento clave en la regulación epigenética está<br />
relacionado con las histonas, que son las proteínas encargadas<br />
de empaquetar el ADN (ya que desplegado mide dos<br />
metros de longitud), en el núcleo de las células, cuyo diámetro<br />
medio es de 1,7 micras. Si las histonas están desreguladas<br />
expresarán genes que no deberían expresar, y cuando<br />
se acetilan, metilan o fosforilan cambian su manera de empaquetar<br />
el ADN, dejando zonas más holgadas y otras más<br />
comprimidas, lo que puede determinar que se silencie un gen<br />
o que se exprese.<br />
Otra forma de regulación epigenética es la síntesis de<br />
ARN de transferencia (no codifican para una proteína) con<br />
secuencias complementarias a ADN o ARN codificante que<br />
impiden su traducción.<br />
Estos mecanismos descritos son esenciales para el funcionamiento<br />
correcto de las células. Por ejemplo, para evitar<br />
la expresión de secuencias de ADN parasitarias, adquiridas<br />
tras millones de años de evolución o para ayudar a que en cada<br />
tejido se activen los genes que corresponden. El problema llega<br />
cuando se producen alteraciones indeseadas y se trastoca<br />
el comportamiento adecuado de los genes, lo que puede<br />
desembocar en el desarrollo de enfermedades. w<br />
enfrente el individuo a lo largo de su<br />
vida. Puede modificarse con factores que<br />
nosotros podemos manejar a voluntad<br />
a través de nuestros hábitos de vida, como<br />
el consumo de tabaco, el ejercicio o la dieta,<br />
entre otros. Esto quiere decir que tenemos<br />
más control sobre nuestro destino<br />
genético de lo que se pensaba.<br />
Con estos datos en la mano se ha<br />
abierto la línea de investigación más pro-<br />
metedora de los últimos<br />
años en el<br />
campo de la biomedicina<br />
para diseñar<br />
tratamientos<br />
farmacológicos<br />
que, combinados<br />
con un estilo de vida determinado, reviertan<br />
los efectos negativos del epigenoma.<br />
Los científicos trabajan en “describir<br />
los epigenomas aberrantes de cada enfermedad”,<br />
explica Cruz de Cigudosa, que<br />
estudia el papel de algunas mutaciones,<br />
en concreto los reordenamientos cromosómicos,<br />
que conducen al cáncer. Una<br />
vez que consigan averiguar los entresijos<br />
moleculares de las enfermedades podrán<br />
| REPORTAJE |<br />
Juan Cruz de Cigudosa, jefe del grupo de Citogenética Molecular del<br />
Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).<br />
comprender mejor cómo evolucionan y<br />
las causas de su aparición para determinar<br />
la mejor manera de frenarlas.<br />
La epigenética del cáncer<br />
Hasta el descubrimiento del primer gen<br />
metilado en 1995, la comunidad científica<br />
atribuía el cáncer únicamente a mutaciones<br />
genéticas irreversibles, es decir,<br />
a alteraciones en la secuencia normal de<br />
ADN, pero desde aquel hallazgo se multiplicaron<br />
con rapidez las investigaciones<br />
sobre la influencia de la epigenética en los<br />
procesos cancerosos. Ahora están en plena<br />
ebullición.<br />
Tanto es así, que los oncólogos de<br />
11 países se han movilizado y han cons-<br />
<strong>alfa</strong> 19 | IV | 2012 | 13<br />
CNIO