R - Col·legi de Notaris de Catalunya

Joan Hortalà
la crisis actual afecta más a las cajas que a
los bancos, todo ello relacionado también a
la financiación que en su momento se dio al
sector de la construcción—, se precisa una
reforma energética importante, también
una reforma en el sistema de transportes
y comunicaciones... Es decir, toda una serie
de reformas de peso que deben hacerse
con una duración temporal determinada,
que tienen un gran riesgo desde el punto
de vista electoral y político, pero que no se
están haciendo en profundidad.
P:
En este sentido, ¿cómo valora las
recientemente aprobadas Leyes
Ómnibus en Cataluña, que pretenden
simplificar trámites y procedimientos
administrativos?
R:
Yo creo que las Leyes Ómnibus son
un intento interesante e inteligente
de agilizar una serie de ineficiencias —en
los procedimientos y en los resultados—
que caracterizan la vida económica y administrativa
catalana. Es un intento valiente,
que se debe hacer, que puede ocasionar
alguna discusión política, pero que, hecha
en profundidad, es una de las reformas que
el país necesita.
P:
Usted conoce muy de cerca el mercado
internacional. ¿Cree, en este
sentido, que el marco legal español beneficia
ahora mismo a los inversores?
R:
Creo que en España hay muchas rigideces,
obstáculos a superar para
crear una empresa nueva, dificultades para
la movilidad laboral, diferentes sistemas de
selección... Hay toda una serie de cosas que
se pueden y se deberían mejorar. A pesar
de que hay países que están peor que nosotros,
en términos comparativos con nuestro
entorno más próximo, aquí la burocracia y
los inconvenientes administrativos son más
importantes.
P:
¿Qué papel cree que deben desarrollar
las empresas familiares, tan
arraigadas en Cataluña? Y ¿cómo valora
los procedimientos actuales para la constitución
de sociedades?
R:
La legislación actual no facilita mucho
la constitución de sociedades:
alarga los plazos, incrementa el papeleo y
hay mucha burocracia, además de una regulación,
en algunos aspectos, exagerada y,
en el fondo, un afán intervencionista realmente
osado.
En el ámbito de las sociedades,
propondría una regulación
muy poderosa y homologada
internacionalmente, que permitiese
moverse con facilidad
Una de las críticas más importantes
que se pueden hacer al Gobierno español
actual (julio 2011), aparte de cuestiones
ideológicas y de contenido estrictamente
económico, es su vocación intervencionista.
Esto se observa en el mundo económico
de una manera importante y en el mundo
financiero, de una manera extremamente
exagerada. Yo propondría una regulación
muy poderosa, muy homologada internacionalmente
—lo que es difícil, porque no
existe una homologación internacional, sino
que cada país tiene su propia entrada, su
propia legislación financiera y hay muy pocos
puntos en común—, y, a partir de aquí,
una legislación que realmente permitiese
moverse con facilidad, es decir, saber cuáles
son los límites a la derecha, a la izquierda,
arriba y abajo, pero dentro de los límites,
para poder moverse con facilidad. Pero soy
consciente de que esto es muy complicado,
porque cada país aún tiene sus propias normas
de regulación financiera y son bastante
diferentes unas de otras.
LA NOTARIA | | 2/2011 35
P:
¿Cómo valora el papel de la seguridad
jurídica en el marco de la inversión?
R:
Yo creo que la seguridad jurídica en
todos los países occidentales está
bastante garantizada, en términos generales,
lo que no quiere decir que no se produzcan
situaciones de picaresca asociada a
la misma naturaleza del negocio. Pero creo
que el marco jurídico está bien garantizado.
Pueden existir cuestiones adicionales, como
que la seguridad jurídica quedaría más reforzada
si la transparencia en determinadas
contrataciones fuera más evidente...
Ahora mismo (julio 2011) se está discutiendo
en el Congreso una modificación de
la Ley de reforma del Mercado de Valores
que modifica el sistema de liquidación y
contratación. El sistema español tenía un
sistema de registro que era infalible, el que
se conocía como RR —referencias de registro.
Podías saber, al final, no sólo el broker
que había hecho una operación, sino también
la titularidad del destinatario final de
todas las operaciones que se hacían. Y eso
era muy importante no sólo por este motivo,
sino también para saber si las operaciones
eran al alza, a la baja, si eran operaciones
al descubierto u operaciones ya con
disponibilidad de títulos.
Pues este sistema, a la banca europea
—sobre todo la anglosajona— no le parecía
bien, porque suponía unos requerimientos
administrativos adicionales y, por lo t anto,