quien pagara el pan?* ? - Aleix Arcarons

Siegel incluso habla de etiquetas
“activas”. Mientras que los RFIDs
requieren un scanner (son “pasivos”),
las etiquetas activas llevan
una pequeña batería y son
capaces de emitir información
contextual sobre sí mismas o
sobre las etiquetas que están a
su alrededor, avisándonos, por
ejemplo, de daños en los bienes,
roturas en la cadena de frío,
pérdida de unidades, etc. Ambos
sistemas existen y ya hay
quien los utiliza – según Spiegel.
Hablamos, por tanto, de realidad
y no ficción.
¿Pero qué relación existe entre
todo esto y la web semántica?
Una vez más, los datos. Según
Siegel, “no se trata de etiquetas
físicas, se trata de construir
una verdadera red de metadatos”.
Metadatos, claro está, que
deben compartirse a lo largo
de todo el proceso de venta del
producto (fabricación, almacenamiento,
transporte, punto
de venta y pago), e incluso más
allá – hasta su reciclaje. Y la
gestión y compartición de todos
estos metadatos precisa de la
tecnología semántica.
Es importante destacar que
David Siegel utiliza el término
“semántico” en una acepción
mucho más amplia de lo habitual:
no se refiere sólo a las
tecnologías autodenominadas
“semánticas”, basadas en
formatos estándar y ontologías,
sino que incluye en su definición
todos aquellos métodos de
estructuración y compartición
de datos y metadatos creados
en comunión por un mercado
o una industria con el fin de
optimizar sus procesos. Es decir,
para Siegel existían sistemas
semánticos incluso antes de la
definición de estándares por
parte del W3C.
Esto lleva a Siegel a referirse a
la revolución semántica como
un proceso “de abajo a arriba”.
Dicho de otra forma, las
industrias – y especialmente las
medianas empresas, puesto que
disponen de más recursos que
las pequeñas y mayor flexibilidad
que las grandes corporaciones –
deben unir esfuerzos para crear
sistemas de información que
optimicen sus procesos y satisfagan
mejor las necesidades del
mercado. Según Siegel, los mercados
con empresas conectadas
semánticamente son más competitivos:
primero, por la optimización
de procesos, y segundo,
por la desaparición de barreras
de salida y ventajas competitivas
basadas simplemente en
la cautividad de la información.
El autor cita como mal ejemplo
las prácticas de las empresas
de paquetería, que instalan
software propietario en casa
de los clientes para asegurarse
que realizan todos los envíos a
través de la misma agencia. Esta
barrera, basada en la cautividad
de un cliente, se opone a
operativas mucho más eficientes
como sería la especialización
por mercados verticales (según
tipo de mercancía o volumen) o
el reparto de zonas geográficas
según la disponibilidad territorial
y de flota. Con la existencia de
un único sumidero de datos de
envíos de paquetería, las empresas
podrían colaborar para
prestar aquellos servicios en
los que son más competitivos,
mejorando así su servicio y el
rendimiento total del mercado.
A pesar de su enfoque pragmático
y basado en casos
prácticos, Siegel no puede
evitar hacer un guiño al futuro.
12
El concepto “Pull”, que da título
a su libro, define el advenir de
la web semántica. Siegel se
aventura en el terreno de lo que
anteriormente hemos definido
como ficción: la conjunción de
datos enlazados e interfaces
de lenguaje natural, sumadas
al hecho que todos nuestros
datos personales, biográficos y
de consumo estarán en la red,
permiten a “agentes inteligentes”
ofrecernos lo que saben
o creen que necesitamos sin
que nosotros tengamos que
dar ninguna orden. Desde el
punto de vista de las empresas,
el comercio pasaría del “push”
(basado en la presión de los
mensajes del vendedor hacia el
comprador) al “pull”, un nuevo
escenario en el que los datos y
comportamientos de los usuarios
“tiran” de los productos
disponibles en la web para
crear ofertas a medida. Como
en este caso ni vendedores ni
compradores hacen nada para
formular la oferta, Siegel llama a
esta actividad “comercio pasivo”
(passive commerce).
Nuestros paisanos de la
consultoría iSoco (acrónimo
de Intelligent Software