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aproximación antropológica a el criticón, de gracián - Revista ...

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E<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA<br />

A EL CRITICÓN, DE GRACIÁN<br />

n este escrito nos proponemos entrar a fondo en la obra<br />

<strong>de</strong> Gracián, sobre todo en El Criticón, «obra <strong>de</strong> obras» que<br />

«las contiene a todas», como dice Aurora Egido. Así,<br />

intentaremos aproximarnos al tipo <strong>de</strong> hombre que él<br />

propone y conocer <strong>el</strong> ser humano que recomienda tanto a<br />

niv<strong>el</strong> individual como en su dimensión social y espiritual.<br />

Teniendo en cuenta que su Oráculo manual y arte <strong>de</strong><br />

pru<strong>de</strong>ncia ha sido un best-s<strong>el</strong>ler, no hace tanto, en<br />

Norteamérica 1 , y que Gracián es uno <strong>de</strong> nuestros clásicos <strong>de</strong><br />

referencia permanente, c<strong>el</strong>ebrado por Schopenhauer,<br />

alabado por Nietzsche, imitado por los mo<strong>de</strong>rnos moralistas<br />

franceses, invocado por los postmo<strong>de</strong>rnos, y que ha<br />

suscitado un exc<strong>el</strong>ente grupo <strong>de</strong> gracianistas, <strong>de</strong>ntro y fuera<br />

<strong>de</strong> España, no <strong>de</strong>be extrañar nuestro empeño.<br />

Ramón Natal Martínez y Domingo Natal Álvarez, OSA •<br />

INTRODUCCIÓN<br />

Baltasar Gracián, contemporáneo <strong>de</strong> F<strong>el</strong>ipe IV, hombre d<strong>el</strong> Barroco, se<br />

agarra a la «Isla <strong>de</strong> la Inmortalidad» ante la insoportable levedad d<strong>el</strong><br />

ser <strong>de</strong> este mundo caduco.<br />

• Ramón Natal Martínez es licenciado y profesor <strong>de</strong> Filosofía; Domingo Natal Álvarez<br />

es agustino y doctor en Filosofía.<br />

1 DOMÍNGUEZ LASIERRA, J., El año en que Gracián fue «best-s<strong>el</strong>ler» en los USA, Turia<br />

54 (2000) 149-154.<br />

RELIGIÓN Y CULTURA, LIII (2007), 323-360<br />

323


esume todo <strong>el</strong> pesimismo d<strong>el</strong> autor <strong>de</strong> El Criticón con un pasaje d<strong>el</strong><br />

mismo que recuerda los gran<strong>de</strong>s inconvenientes <strong>de</strong> esta vida: Varias y<br />

gran<strong>de</strong>s son las monstruosida<strong>de</strong>s que se van <strong>de</strong>scubriendo <strong>de</strong> nuevo cada<br />

día en la arriesgada peregrinación <strong>de</strong> la vida humana. Entre todas, la<br />

más portentosa es <strong>el</strong> estar <strong>el</strong> Engaño en la entrada d<strong>el</strong> mundo y <strong>el</strong> <strong>de</strong>sengaño<br />

a la salida: inconveniente tan perjudicial que basta a echar a per<strong>de</strong>r<br />

todo <strong>el</strong> vivir 2 (CIII,5).<br />

De Baltasar, dice <strong>el</strong> mismo escritor: Gracián, <strong>el</strong> máximo prosista d<strong>el</strong><br />

siglo <strong>de</strong> oro junto a Cervantes y Quevedo, es, entre todos <strong>el</strong>los, <strong>el</strong> que<br />

aparenta una mayor aristocracia en su discurrir por este mundo 3 .<br />

Su obra es fruto <strong>de</strong> mucho trabajo y <strong>el</strong>aboración, no <strong>de</strong> la «inspiración<br />

o milagro literario». El plasmar su pensamiento en letras, y concretamente<br />

en este libro, le cuesta la vida a este gran pensador.<br />

En carta a Johann Georg Keil <strong>de</strong> 16 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1832, Schopenhauer<br />

llega a <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> B. Gracián que era su «autor predilecto», pues, aunque<br />

leía con admiración a Cervantes, Lope <strong>de</strong> Vega y Mateo Alemán: Mi<br />

escritor predilecto es <strong>el</strong> filosófico Gracián; he leído todas sus obras, su<br />

«Criticón» es para mí uno <strong>de</strong> los libros más maravillosos d<strong>el</strong> mundo, lo<br />

traduciría con sumo agrado si pudiese encontrar un editor para él. El<br />

mismo Schopenhauer llama a Gracián «padre <strong>de</strong> filósofos».<br />

Por su parte, Nietzsche escribe a su amigo Peter Gast: Gracián<br />

<strong>de</strong>muestra en experiencia <strong>de</strong> la vida una sabiduría y una perspicacia<br />

con las cuales no hay nada comparable hoy. Europa no ha producido<br />

nada más fino ni más complicado en materia <strong>de</strong> sutileza moral 4 .<br />

2 GRACIÁN, B., El Criticón, Ediciones Cátedra, Madrid 1984, 2.ª edición <strong>de</strong> Santos<br />

Alonso, 11.<br />

3 Ibíd., 15. Sus obras más importantes son: El Héroe (H), publicada, en 1637, con <strong>el</strong><br />

nombre <strong>de</strong> su hermano Lorenzo Gracián, sin licencia ni censura. En 1640 nace El Político(P),<br />

con <strong>el</strong> mismo pseudónimo. El Discreto(D) sale en 1646, aprobado por <strong>el</strong> canónigo<br />

Manu<strong>el</strong> Salinas. Oráculo Manual y Arte <strong>de</strong> Pru<strong>de</strong>ncia(OM) ve la luz en 1647. Todas<br />

estas obras se editan en Huesca. En Madrid aparece la 1.ª edición d<strong>el</strong> Arte <strong>de</strong> Ingenio(1642).<br />

En 1648 se publica Agu<strong>de</strong>za y Arte <strong>de</strong> Ingenio(AA). En Zaragoza, en 1651, se<br />

edita la 1.ª parte <strong>de</strong> El Criticón(C) con <strong>el</strong> pseudónimo <strong>de</strong> «García <strong>de</strong> Marlones». En<br />

1653 Juan Nogués edita la II.ª parte <strong>de</strong> C., también con <strong>el</strong> nombre <strong>de</strong> «Lorenzo Gracián».<br />

En 1655 publica El Comulgatorio(CM), y mejoran sus r<strong>el</strong>aciones con la Or<strong>de</strong>n.<br />

Pero, en 1657, sale en Madrid la 3.ª parte <strong>de</strong> C., y es <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong> Zaragoza a Graus.<br />

Luego vive más tranquilo en Tarazona, don<strong>de</strong> muere <strong>el</strong> 6-12-1658.<br />

4 ANDREU CELMA, J. M.ª., En busca <strong>de</strong> Gracián, Turia 54 (2000) 134<br />

324<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

Azorín, en sus artículos <strong>de</strong> 1902, le bautizó como <strong>el</strong> «Nietzsche<br />

español», y le compara con El Greco por su oscuridad, olvido, curiosidad,<br />

interés creciente, popularidad, exaltación. ¿Y luego? Luego, una<br />

discreta, reflexiva crítica que <strong>de</strong>je las cosas en su punto: ni <strong>el</strong> olvido <strong>de</strong><br />

antes ni <strong>el</strong> entusiasmo irreflexivo <strong>de</strong> ahora 5 .<br />

Spinoza y Husserl también bebieron en las fuentes <strong>de</strong> Gracián. Por<br />

su parte, Jankélévitch, que ha estudiado a fondo los contenidos éticofilosóficos<br />

<strong>de</strong> Gracián, y Gadamer le han reconocido como maestro d<strong>el</strong><br />

buen gusto y d<strong>el</strong> arte <strong>de</strong> vivir 6 que es una sublevación contra la injusticia.<br />

Conviene también resaltar, para justificar aún más nuestra apuesta,<br />

que Rafa<strong>el</strong> Lapesa, en su «Comentario lingüístico y literario <strong>de</strong> “El<br />

Criticón”», no sólo reivindica <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> principal <strong>de</strong> «El Criticón» <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Gracián, sino que incluso, en cierta medida, consi<strong>de</strong>ra a<br />

esta obra como una palinodia <strong>de</strong> sus primeros tratados 7 .<br />

Finalmente, <strong>de</strong>cir que Gracián hace crítica d<strong>el</strong> carácter, la i<strong>de</strong>ntidad<br />

y la realidad nacional como la hacen Cervantes en El Quijote, Saavedra<br />

Fajardo en sus Empresas Políticas o José Cadalso en sus Cartas<br />

Marruecas. Y Gracián no es más duro que éstos en sus valoraciones ni<br />

en fustigar los vicios españoles.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, añadir que, para F. Pérez Herranz, El Comulgatorio es<br />

la plenitud ontológica <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Gracián, como recogen E. Cantarino<br />

y E. Blanco en su diccionario <strong>de</strong> Gracián. Según M. Batllori, «su<br />

obra más sincera». Para H. <strong>de</strong> la Red, Gracián es filósofo por fuera y<br />

teólogo por <strong>de</strong>ntro. Por eso la F<strong>el</strong>icidad es <strong>de</strong>sengaño y esperanza para<br />

un imperio y un mundo que se resquebraja y se hun<strong>de</strong> 8 .<br />

5 MORALEJA, A., Introducción a «Gracián hoy», Cua<strong>de</strong>rno Gris, U.A.M., 1 (1995) 7.<br />

6 ANDREU CELMA, J. M.ª., En busca <strong>de</strong> Gracián, 134.<br />

7 MORALEJA, A., Introducción a «Gracián hoy», 19.<br />

8 RED VEGA, H. <strong>de</strong> la, «Baltasar Gracián: Aproximaciones y calas», en La Ciudad <strong>de</strong><br />

Dios (2003). Homenaje a S. A. T., 570 y 580. La biografía <strong>de</strong> Gracián orienta su bibliografía.<br />

Pues no estamos ante unas simples anécdotas o unos <strong>de</strong>bates malevolentes, sino<br />

ante la construcción <strong>de</strong> un «espíritu señero, tan hijo <strong>de</strong> su tiempo, como impávido r<strong>el</strong>igioso<br />

jesuita <strong>de</strong> vu<strong>el</strong>o trascendido», en Ibíb., 570. Así, en El Comulgatorio, <strong>el</strong> erudito<br />

recala en la Biblia, y «<strong>el</strong> incitador <strong>de</strong> arte ingenioso se convierte en orante, al amparo d<strong>el</strong><br />

ars amandi único que la Eucaristía le regala», en Ibíb., 599.<br />

325


326<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

1. SENTIDO HUMANO, FILOSÓFICO Y SOCIAL DE EL CRITICÓN: GUÍA<br />

PARA CAMINANTES POR LA VIDA NATURAL, MORAL E INMORTAL<br />

Según J. M. Ayala: «Gracián hace pensar, y este hecho le universaliza<br />

como filosofo pensador (...)» «Esta obra total (El Criticón) remite a<br />

multitud <strong>de</strong> saberes, alegoriza <strong>el</strong> sentido <strong>de</strong> la existencia humana y se<br />

<strong>el</strong>eva como una compleja arquitectura don<strong>de</strong> todo está en todo y todo<br />

es todo.» 9 Estamos ante un «filósofo <strong>de</strong> la vida humana», que, según<br />

Schopenhauer, retrata al hombre universal y recoge la ironía y la burla<br />

<strong>de</strong> la vida, escondida en la risa <strong>de</strong> Demócrito 10 . La obra <strong>de</strong> Gracián es<br />

como un teatro ambulante que representa la tragicomedia humana,<br />

don<strong>de</strong> unos lloran (Heráclito) y otros ríen, lo que se ve bien en El Discreto<br />

y <strong>de</strong> forma más amplia en El Criticón 11 .<br />

Como dice Aurora Egido: «Gracián <strong>de</strong>sarrolla en El Criticón la antítesis<br />

genio-ingenio en <strong>el</strong> peregrinaje vital y complementario <strong>de</strong> Andrenio<br />

y Critilo, que los encarna, respectivamente, a cada paso.» 12 Esta<br />

obra tiene su arranque en <strong>el</strong> último realce <strong>de</strong> El Discreto, que tiene por<br />

corona <strong>el</strong> saber filosofar sacando provecho y <strong>de</strong>sengaño <strong>de</strong> todo, pues<br />

la filosofía es meditación frecuente <strong>de</strong> la muerte para hacerla bien una<br />

vez.<br />

Con El Criticón, señala Lázaro Carreter, Gracián compren<strong>de</strong> que<br />

ha llegado para él la hora <strong>de</strong> hacer «una obra total sobre <strong>el</strong> hombre<br />

total» 13 . Se trata <strong>de</strong> un gran r<strong>el</strong>ato sobre la aventura humana en <strong>el</strong><br />

mundo. Gracián se mira en <strong>el</strong> Guzmán <strong>de</strong> Alfarache, que con sus apólogos<br />

<strong>de</strong>sengaña mucho y dulcemente. El estilo <strong>de</strong> Gracián tiene precisión<br />

y claridad semántica, pues él sabe muy bien que: El universo<br />

está concertado por oposiciones, y se compone <strong>de</strong> contrarios y se concierta<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sconciertos: CI, 3.<br />

El Criticón sigue <strong>el</strong> <strong>de</strong>curso <strong>de</strong> las eda<strong>de</strong>s d<strong>el</strong> hombre. La 1.ª y 2.ª<br />

parte, <strong>de</strong> la niñez a la juventud y <strong>de</strong> la juventud a varonil edad, abarca<br />

9 AYALA, J. M., «Gracián», en Vida, estilo y reflexión, Cinc<strong>el</strong>, Madrid 1988, 35. En<br />

ad<strong>el</strong>ante AYALA.<br />

10 GRACIÁN, B., El Discreto, edición, introducción y notas <strong>de</strong> Aurora Egido, Madrid<br />

1997, 34.<br />

11 Ibíd., 37-39.<br />

12 Ibíd., 34-35.<br />

13 AYALA, 89.


14 AYALA, 145.<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

13 crisis cada una, y la 3.ª parte, <strong>el</strong> invierno <strong>de</strong> la vejez, 12. La obra<br />

gira entorno al engaño y <strong>de</strong>sengaño, ilusión y realidad <strong>de</strong> la vida, en la<br />

búsqueda <strong>de</strong> F<strong>el</strong>isinda(la f<strong>el</strong>icidad), cuyo camino pasa por Roma. Ahora<br />

bien, saber que F<strong>el</strong>isinda murió para este mundo y vive para <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o<br />

hace madurar a Andrenio, porque: «Hallarla héis allá, si lo supiére<strong>de</strong>s<br />

merecer en la tierra»: CIII, 9.<br />

Para Gracián la vida humana es «milicia a la malicia» que nos muestra<br />

<strong>el</strong> <strong>de</strong>sengaño y <strong>el</strong> <strong>de</strong>sbarranca<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> la vida. Andrenio y Critilo son<br />

imagen d<strong>el</strong> hombre instintivo y racional. Según J. M. Blecua: «Lo que se<br />

<strong>de</strong>scubre en El Criticón es la vida como tal.» Es la vida d<strong>el</strong> hombre, <strong>de</strong><br />

todo <strong>el</strong> hombre, como la vio Gracián. Los personajes <strong>de</strong> El Criticón lo<br />

que hacen es apoyar la virtud frente al vicio, pero no son personajes reales,<br />

pues no comen ni aman, sino que filosofan. La realidad es ambigua:<br />

fea y b<strong>el</strong>la, pobre y rica, triste y risueña, por eso Madrid es, a la vez,<br />

madre y madrastra. A veces <strong>el</strong> hombre somete la razón al instinto animal,<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se originan muchas monstruosida<strong>de</strong>s.<br />

Como en Cervantes, <strong>el</strong> humor es amante d<strong>el</strong> hombre, en Quevedo y<br />

Gracián es duro y amargo. Gracián asegura que <strong>el</strong> mundo <strong>de</strong>bería llamarse<br />

«inmundo». El Criticón es la visión cifrada d<strong>el</strong> mundo, don<strong>de</strong><br />

nada es lo que parece, un verda<strong>de</strong>ro Guadiana, cuyo ser se nos escon<strong>de</strong>,<br />

y <strong>el</strong> autor trata <strong>de</strong> bucear en toda la vida humana. Es <strong>el</strong> curso <strong>de</strong> la<br />

vida en un discurso y su espejo, la vida como conflicto y armonía. El<br />

ingenio es rayo <strong>de</strong> la divinidad. La Naturaleza es camino al ser Supremo,<br />

y <strong>el</strong> hombre un microcosmos, resumen <strong>de</strong> todo <strong>el</strong> mundo.<br />

Los libros hacen al hombre persona, no un simple personaje. Y, así,<br />

se va a humanizar con <strong>el</strong> tiempo y la cultura. Nacemos para sabernos,<br />

<strong>de</strong> ahí que nada sabe <strong>el</strong> que no se sabe a sí mismo. La moral <strong>de</strong> Gracián<br />

consiste en hacer al hombre persona. El hombre es perfectible,<br />

pero «le cuesta mucho ser persona» 14 . La vida es <strong>de</strong>sengaño y <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ro,<br />

y «un solo hombre basta a <strong>de</strong>sconcertar mil mundos». Así, <strong>el</strong><br />

hombre grave y heroico se torna hombre discreto, cuyo i<strong>de</strong>al es <strong>el</strong><br />

«saber vivir», buscar la propia realización. La virtud pone al hombre<br />

en su punto, y una mezcla <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s le aleja <strong>de</strong> los extremos. Tener<br />

una gran cabeza es propio <strong>de</strong> filósofos, tener un gran corazón es lo propio<br />

<strong>de</strong> los reyes, pero <strong>el</strong> hombre normal necesita las dos cosas.<br />

327


El ser humano <strong>de</strong>spliega una dinámica creativa en tensión permanente.<br />

Hacerse requiere esfuerzo, pues ni la política es pura astucia ni<br />

la sabiduría engaño. El verda<strong>de</strong>ro hombre, en una palabra y por <strong>de</strong>cirlo<br />

<strong>de</strong> una vez, es <strong>el</strong> santo. Gracián es, por exc<strong>el</strong>encia, <strong>el</strong> español d<strong>el</strong><br />

Barroco <strong>de</strong>sengañado, gran admirador d<strong>el</strong> hombre huido d<strong>el</strong> autoengaño,<br />

que no quiere juntarse más a los muchos merca<strong>de</strong>res «ven<strong>de</strong>dores<br />

<strong>de</strong> maravillas». En esta situación, <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> buen gusto encuentra<br />

lo bueno en cada cosa y es maestro d<strong>el</strong> arte <strong>de</strong> «saber vivir».<br />

La entrada <strong>de</strong> Andrenio en España se convierte en un retrato macabro<br />

<strong>de</strong> la vida social española. Mandan los impru<strong>de</strong>ntes e incapaces,<br />

las fieras <strong>de</strong> los vicios se han apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s, la riqueza<br />

está muy mal distribuida, <strong>el</strong> pobre nunca <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> serlo. Los encargados<br />

<strong>de</strong> acabar con los males los conservan porque viven <strong>de</strong> <strong>el</strong>los: <strong>el</strong> militar<br />

<strong>de</strong> la guerra, <strong>el</strong> médico d<strong>el</strong> enfermo, etc. Pero la solución no es retirarse<br />

<strong>de</strong> la vida y volver a la cueva <strong>de</strong> la nada, como dice Andrenio: «¡Oh,<br />

cuántos volverían atrás si pudieran!» Si leemos a Saavedra Fajardo o a<br />

José Cadalso no encontraremos <strong>de</strong>scripciones más optimistas ni halagüeñas.<br />

El Criticón es una obra moral, no simplemente sociológica, que<br />

<strong>de</strong>nuncia la explotación y la manipulación. Analiza a los españoles que<br />

parecen tener virtu<strong>de</strong>s como si no tuvieran vicios y vicios como si no<br />

tuvieran virtu<strong>de</strong>s. De verdad que no es así, pues son valientes pero tardos,<br />

aman todo lo extranjero y se olvidan <strong>de</strong> lo propio, poco cuerpo y<br />

gran espíritu, muy razonables pero apegados a su razón, no muy <strong>de</strong>votos<br />

pero tenaces en r<strong>el</strong>igión: CII, 3 15 . Pero todo hombre si no se educa,<br />

<strong>de</strong> por sí, es tosco. Si no recrea su industria o agricultura y no cultiva<br />

su r<strong>el</strong>igión, con la ilustración, se queda yermo. La conversación noble<br />

es madre d<strong>el</strong> saber, <strong>de</strong>sahogo d<strong>el</strong> alma, comercio <strong>de</strong> corazones, vínculo<br />

<strong>de</strong> amistad, origen <strong>de</strong> contento y ocupación <strong>de</strong> personas. En Gracián,<br />

lo natural inculto no tiene valor, y la educación es obra <strong>de</strong> arte, buen<br />

juicio, ingenio y gusto.<br />

De todos modos, <strong>el</strong> sabio <strong>de</strong>be procurar tener algo <strong>de</strong> negociante<br />

para que no lo engañe <strong>el</strong> mundo, y ha <strong>de</strong> buscar lo factible, que no es<br />

lo más sublime, sino lo más práctico y valioso para vivir. Como enseña<br />

<strong>el</strong> OM: «<strong>el</strong> saber vivir es hoy <strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro saber» 16 . Así: «Los diversos<br />

328<br />

15 AYALA, 174.<br />

16 AYALA, 183.<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

mod<strong>el</strong>os <strong>de</strong> discreción que Gracián enumera en su libro componen<br />

–pars pro totum– <strong>el</strong> i<strong>de</strong>al d<strong>el</strong> hombre universal, cuya vida se dibuja al<br />

final <strong>de</strong> la obra.» 17 Como <strong>el</strong> H. es <strong>el</strong> espejo d<strong>el</strong> Rey, <strong>el</strong> D. lo es «d<strong>el</strong><br />

hombre universal». Así, <strong>el</strong> H. es una obra moral, pero que no se escribe<br />

para todo mundo, pues no todos lo han <strong>de</strong> seguir. El gran pesimismo<br />

<strong>de</strong> El Criticón no tiñe aún al D., en <strong>el</strong> que todavía «brilla la sindéresis<br />

y se muestra una gran fe en los valores morales y en la sabiduría», y<br />

traza «un programa perfecto <strong>de</strong> la vida i<strong>de</strong>al d<strong>el</strong> varón discreto <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su nacimiento hasta su muerte» 18 . Con todo, <strong>el</strong> C. es también un gran<br />

«espejo <strong>de</strong> la vida humana», <strong>de</strong> la persona individual emergente, d<strong>el</strong><br />

hombre social, ciudadano libre individual y personalmente f<strong>el</strong>iz señalado<br />

por Dilthey y Vicens Vives y <strong>de</strong>scrito, en r<strong>el</strong>ación con Gracián,<br />

por J. A. Maravall 19 .<br />

El hombre discreto <strong>de</strong>testa la ostentación y huye <strong>de</strong> la hazañería,<br />

pues discreción es entendimiento, buen sentido, pru<strong>de</strong>ncia, saber discernir<br />

entre lo bueno y lo malo. La discreción es una virtud propia d<strong>el</strong><br />

hombre terreno, con menos carga teológica que en Cal<strong>de</strong>rón, más parecida<br />

a Cervantes, que se r<strong>el</strong>aciona con «<strong>el</strong> arte <strong>de</strong> ser persona». Con la<br />

pru<strong>de</strong>ncia como madre <strong>de</strong> todas la virtu<strong>de</strong>s no es un simple tratado <strong>de</strong><br />

buenos modales. «En <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> perfección que la vida d<strong>el</strong> hombre<br />

supone para Gracián», discreción y caut<strong>el</strong>a, contra los vicios, son previas<br />

a la pru<strong>de</strong>ncia, más propia <strong>de</strong> la vejez. La entereza es la plenitud<br />

<strong>de</strong> la discreción y un nuevo ars moriendi. A<strong>de</strong>más, hay que conocerse<br />

a sí mismo, como dice Sócrates y recuerda S. Ignacio, porque: «”El<br />

primer paso d<strong>el</strong> saber es saberse”, acción llena <strong>de</strong> escollos, fácil <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>cir, difícil <strong>de</strong> ejecutar, sobre la que Gracián se extien<strong>de</strong> en su propia<br />

glosa» (...) Es «la consi<strong>de</strong>ración máxima d<strong>el</strong> ser persona» 20 que anticipa<br />

a Nietzsche, y sigue a Séneca, Plinio y Tácito.<br />

Así, Gracián crea una doctrina autónoma d<strong>el</strong> hombre perfecto, como<br />

si no existieran los auxilios divinos, al estilo <strong>de</strong> San Ignacio. Como se<br />

advierte en <strong>el</strong> último apotegma d<strong>el</strong> OM: «”En una palabra santo”» significa<br />

sencillamente virtuoso, mostrándonos, una vez más, la faz mun-<br />

17 GRACIÁN, B., El Discreto, edición, introducción y notas <strong>de</strong> A. Egido, 17<br />

18 Ibíd.,18<br />

19 MARAVALL, J. A., «El individuo en la sociedad», en Baltasar Gracián. S<strong>el</strong>ección <strong>de</strong><br />

estudios, investigación actual y documentación, Suplemento <strong>de</strong> Anthropos, 37 (1993)<br />

186. 20 Ibíd.,28,29.<br />

329


dana <strong>de</strong> la moral d<strong>el</strong> jesuita en esa y otras obras, si exceptuamos, claro,<br />

El Comulgatorio.» Así: «El Discreto es, en buena parte, un camino<br />

<strong>de</strong> perfección en la virtud y en la sabiduría.» Y como la sabiduría es <strong>el</strong><br />

mejor camino para ser f<strong>el</strong>iz, <strong>el</strong> hombre discreto se ro<strong>de</strong>a siempre <strong>de</strong><br />

libros y, por eso, al final, El Criticón es una «apoteosis libresca». Pero<br />

es preciso vivir en <strong>el</strong> mundo, en sociedad y conversar, pues «no se nace<br />

hecho», y: «La vida es un hacerse a sí mismo»: D17 21 . Entonces, también<br />

es importante la amistad, dice Aristót<strong>el</strong>es, mientras que <strong>el</strong> paso<br />

d<strong>el</strong> tiempo nos lleva a trabajar como un jumento, ladrar como un perro<br />

y terminar como una mona, en un proceso y <strong>de</strong>ceso <strong>de</strong> 30+30+30<br />

años, si es que se llega a tanto.<br />

Para po<strong>de</strong>rlo contar se necesita frecuentar los libros en <strong>el</strong> palacio<br />

d<strong>el</strong> entendimiento. Los realces <strong>de</strong> El Discreto y las crisis d<strong>el</strong> C., llenos<br />

<strong>de</strong> corr<strong>el</strong>aciones, glorifican la sabiduría y los libros. Gracián hace que<br />

la vieja unión entre lau<strong>de</strong>s litterarum y la dignidad d<strong>el</strong> hombre se presente<br />

a cada paso, en «la vida <strong>de</strong> sus personajes, dándole sentido»,<br />

pues lleva a la acción vital los temas fundamentales d<strong>el</strong> Humanismo, y<br />

conquista la dignidad d<strong>el</strong> hombre a base <strong>de</strong> buenas obras. Entonces, <strong>el</strong><br />

C., como arte <strong>de</strong> no morir, ese arte que nos hace eternos, se hace<br />

«garante <strong>de</strong> vida imperece<strong>de</strong>ra. En <strong>el</strong> alcance <strong>de</strong> ese i<strong>de</strong>al estribaba,<br />

para Gracián, como para los humanistas, la meta más alta y <strong>de</strong>seada <strong>de</strong><br />

la dignidad d<strong>el</strong> hombre» 22 .<br />

El hombre dirigido por la sabiduría huye d<strong>el</strong> vulgo, y su más noble<br />

empleo es apren<strong>de</strong>r. El fin es hacer un hombre bueno, lo otro es «publicidad».<br />

Hay un justo medio entre la soledad y la pura apariencia. Cada<br />

etapa <strong>de</strong> la vida pi<strong>de</strong> un diálogo, a su modo: la 1.ª, con los muertos,<br />

conoce <strong>el</strong> mundo y <strong>el</strong> hombre, la 2.ª, con los vivos, da vida a la pru<strong>de</strong>ncia,<br />

y la 3.ª, consigo mismo, invita a filosofar. Así: Gracián dibuja y<br />

crea un triple proceso <strong>de</strong> aprendizaje para cada una <strong>de</strong> las tres jornadas<br />

d<strong>el</strong> hombre que luego <strong>de</strong>sarrollará con creces en El Criticón. Así,<br />

la sabiduría es la contemplación <strong>de</strong> lo ya leído y visto, y la vida d<strong>el</strong><br />

hombre un camino <strong>de</strong> sabiduría que termina con la muerte. Esta actitud<br />

reflexiva y crítica se <strong>de</strong>sarrolla ampliamente en <strong>el</strong> C., y alcanza su<br />

grado máximo «en la tercera jornada <strong>de</strong> tan b<strong>el</strong>lo vivir».<br />

21 Ibíd. ,32.<br />

22 EGIDO, A., Humanida<strong>de</strong>s y Dignidad d<strong>el</strong> hombre en Baltasar Gracián, Univ. <strong>de</strong><br />

Salamanca 2001, 181<br />

330<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


En <strong>el</strong> OM Gracián entrega al lector un «epítome <strong>de</strong> aciertos d<strong>el</strong><br />

vivir» y un «memorial a la razón en <strong>el</strong> banquete <strong>de</strong> los sabios». Aquí<br />

perfila Gracián la figura d<strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro sabio erudito moral. Es un proceso<br />

progresivo que <strong>de</strong>sarrolla y modula en <strong>el</strong> C. El sabio es un hombre<br />

juicioso capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrar la interioridad d<strong>el</strong> hombre y los secretos d<strong>el</strong><br />

mundo. Así se anticipa a toda la filosofía <strong>de</strong> la ocultación, <strong>de</strong>sciframiento<br />

y <strong>el</strong> <strong>de</strong>sengaño d<strong>el</strong> C., porque hay que adivinar la vida, ser<br />

astuto y sagaz, saber «prevenir <strong>el</strong> tiempo», con sus crisis, y ser: «Varón<br />

<strong>de</strong>sengañado, cristiano sabio.» 23<br />

Para <strong>el</strong> OM la dicha es la sabiduría sin olvidar nunca la gran<strong>de</strong>za<br />

d<strong>el</strong> valor. La f<strong>el</strong>icidad la da «<strong>el</strong> saber virtuoso». Como dice S. Empírico,<br />

<strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro saber es: «<strong>el</strong> pru<strong>de</strong>nte gobierno <strong>de</strong> la Vida». Gracián<br />

une sabiduría y auto-conocimiento, f<strong>el</strong>icidad y pru<strong>de</strong>ncia, vida y tragicomedia,<br />

como se verá en <strong>el</strong> C. La f<strong>el</strong>icidad en Gracián y <strong>el</strong> C. es sabiduría<br />

<strong>de</strong> las cosas y d<strong>el</strong> mundo, opción por la pru<strong>de</strong>ncia y <strong>el</strong> justo<br />

medio, «<strong>el</strong> cual medio hace f<strong>el</strong>iz y dichoso al hombre, obrando sus virtu<strong>de</strong>s».<br />

Es un saber aplicado que no se entien<strong>de</strong> sin <strong>el</strong> vir bonus y la<br />

finalidad ética, garantía <strong>de</strong> eternidad en los clásicos. La Humanitas<br />

procuraba <strong>el</strong> pulimento individual y <strong>el</strong> bienestar social. Pese a la sátira<br />

contra los sabios, <strong>de</strong> Gracián y Saavedra, sus obras son un ejemplo <strong>de</strong><br />

Humanitas que Cicerón homologaba con la vida superior d<strong>el</strong> saber.<br />

Gracián pone a prueba los saberes humanistas, como El Quijote los<br />

caballerescos. La experiencia <strong>de</strong> Andrenio y Critilo, en El Criticón, es<br />

un contraste <strong>de</strong> esa Humanitas con la realidad <strong>de</strong> la vida. Aquí, como<br />

en <strong>el</strong> Renacimiento, la oratoria se pone al servicio <strong>de</strong> la virtud y configura<br />

un hombre i<strong>de</strong>al ajeno al vulgo. Los primores <strong>de</strong> Gracián llevan a<br />

la exc<strong>el</strong>encia que rehúye la vulgaridad.<br />

Es en «El Criticón don<strong>de</strong> sus puntos <strong>de</strong> mira son <strong>de</strong>moledores».<br />

Gracián da un gran giro a una visión más <strong>de</strong>sengañada <strong>de</strong> la vida, pero<br />

que mantiene la fe, para la salvación d<strong>el</strong> hombre, en «<strong>el</strong> mejor rescoldo<br />

<strong>de</strong> la hoguera humanística, en la que con tanta fuerza ardiera la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> inmortalidad» 24 . La educación jesuítica subordina a la r<strong>el</strong>igiosidad<br />

católica anti-protestante la cultura renacentista, aunque esta situación<br />

«no alcanza en Gracián <strong>el</strong> mismo grado». El Criticón recoge la visión<br />

d<strong>el</strong> sabio que, en la atalaya <strong>de</strong> la madurez y la visión d<strong>el</strong> <strong>de</strong>sengaño,<br />

23 Ibíd., 48.<br />

24 Ibíd., 75<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

331


alecciona y enseña al ignorante Andrenio. Gracián, como Vives, sigue<br />

un i<strong>de</strong>al socrático <strong>de</strong> sabiduría, útil para uno mismo y para educar a<br />

otros. Andrenio, <strong>el</strong> peregrino <strong>de</strong> Gracián hacia la luz, se acerca a la<br />

imagen <strong>de</strong> Vives. Aunque la <strong>de</strong> Gracián sea una visión más <strong>de</strong>sengañada<br />

y pesimista, se parece a la educación d<strong>el</strong> niño salvaje, <strong>de</strong> los Diálogos<br />

sobre la educación, <strong>de</strong> Vives, que unen sabiduría y virtud. Critilo,<br />

maestro y padre, mod<strong>el</strong>ará a Andrenio que crece cada día en ver y en<br />

saber, y admira la maquinaria d<strong>el</strong> mundo que sólo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>berse a la<br />

sabiduría divina. El C. es, entre otras cosas, «un tratado práctico <strong>de</strong><br />

filosofía moral» y un canto a «la vejez sabia», <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la dura ironía con<br />

que Gracián aborda todas las eda<strong>de</strong>s.<br />

Así va <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> la naturaleza al arte y <strong>de</strong> éste a la moralidad. El<br />

hombre <strong>de</strong>be ser leído como obra divina para que aprenda a pasar d<strong>el</strong><br />

instinto a la moral, d<strong>el</strong> vicio a la virtud. Eso casa bien con los tratados<br />

renacentistas d<strong>el</strong> filósofo moralista, d<strong>el</strong> bien saber y bien obrar. La<br />

prioridad <strong>de</strong> la filosofía moral en Gracián aparece en <strong>el</strong> C. como <strong>el</strong> presupuesto<br />

<strong>de</strong> todo, y es <strong>el</strong> itinerario <strong>de</strong> navegación hacia la sabiduría<br />

que los protagonistas recorren en las diversas crisis <strong>de</strong> la obra, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la «niñez inculta».<br />

Ahora bien, este mundo es la vida al revés, pues las cabezas andan<br />

por los su<strong>el</strong>os y los que habían <strong>de</strong> ser pies, «gente incapaz, sin ciencia<br />

ni experiencia, esos mandan». Filosofar es la palabra que resume todo<br />

<strong>el</strong> proceso d<strong>el</strong> C. Y la necesidad <strong>de</strong> «salir <strong>de</strong> la tiranía d<strong>el</strong> saber vulgar»,<br />

une al Gracián d<strong>el</strong> C. al Vives <strong>de</strong> Introducción a la sabiduría. Al<br />

<strong>de</strong>finir la educación como conocimiento <strong>de</strong> sí mismo y cultivo <strong>de</strong> la virtud,<br />

coinci<strong>de</strong>n estos autores con Sobre la educación <strong>de</strong> los hijos, <strong>de</strong> Plutarco,<br />

e Institutio Oratoria, <strong>de</strong> Quintiliano, claves <strong>de</strong> la educación<br />

renacentista 25 . Así es como Artemia «convierte las fieras en hombres»,<br />

y, frente a Circe, «hace hombres <strong>de</strong> razón a los brutos, da vida a estatuas<br />

y pinturas e infun<strong>de</strong> saberes que transforman a los necios en Sénecas».<br />

Puestos Andrenio y Critilo a las puertas <strong>de</strong> la edad varonil, <strong>el</strong> fin <strong>de</strong><br />

la 1.ª parte d<strong>el</strong> C. es un itinerario, d<strong>el</strong> saber y d<strong>el</strong> vivir, muy vital y filosófico<br />

hacia la virtud y la f<strong>el</strong>icidad. Desarrolla la educación como Plutarco<br />

y los pr<strong>el</strong>iminares d<strong>el</strong> tratado De las Disciplinas <strong>de</strong> Vives, don<strong>de</strong><br />

332<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

25 GRACIÁN, B., El Discreto, edición, introd. y notas <strong>de</strong> A. Egido, 92, n.179.


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

éste dice que no hay nada más b<strong>el</strong>lo ni exc<strong>el</strong>ente que <strong>el</strong> cultivo d<strong>el</strong><br />

ingenio que nos aparta <strong>de</strong> las fieras salvajes y «nos restituye nuestra<br />

condición <strong>de</strong> hombres y nos <strong>el</strong>eva a Dios mismo». A<strong>de</strong>más, <strong>el</strong> C. recupera<br />

<strong>el</strong> diálogo para inculcar i<strong>de</strong>as filosóficas y morales, <strong>el</strong> saber y <strong>el</strong><br />

buen hacer, al estilo <strong>de</strong> Cicerón, con una conversación peripatética y<br />

una peregrinación alegórica.<br />

La 2.ª parte d<strong>el</strong> C. avanza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> terreno <strong>de</strong> la 1.ª con una «juiziosa<br />

cortesana filosofía» (CII, 3) que enseña y d<strong>el</strong>eita, como un Kempis<br />

cortesano, la tragicomedia <strong>de</strong> la vida. La edad varonil es todo ojos para<br />

superar la sabiduría vulgar y crear una verda<strong>de</strong>ra moral. En <strong>el</strong> palacio<br />

d<strong>el</strong> saber, en la crisis 4.ª, presenta Gracián su teoría d<strong>el</strong> saber, aunque<br />

luego vu<strong>el</strong>va sobre <strong>el</strong>la en la 12.ª Tras las matemáticas, arquitectura,<br />

etc., pasa Gracián a la «filosofía moral» como medicina curativa. Así<br />

se construye <strong>el</strong> C, sobre los mod<strong>el</strong>os morales <strong>de</strong> Esopo, Luciano, Epicteto,<br />

Plutarco, Alciato, Vives, Erasmo, etc. Aquí la virtud es la reina <strong>de</strong><br />

la hermosura perfecta. Y se valora la teología sobre los saberes, «<strong>de</strong> las<br />

tejas abajo», como filosofía y humanida<strong>de</strong>s.<br />

En 3.ª parte d<strong>el</strong> C., la sabiduría <strong>de</strong> la senectud llena al hombre, a<br />

pesar <strong>de</strong> las miserias corporales. En Plutarco la vejez rejuvenece y <strong>el</strong><br />

tiempo aña<strong>de</strong> sabiduría. Aquí se ve <strong>el</strong> gran engaño que hay a la entrada<br />

d<strong>el</strong> mundo y <strong>el</strong> <strong>de</strong>sengaño <strong>de</strong> la salida. Pero no se valora lo que<br />

importa: «La verdad, la virtud, la dicha, la sabiduría, la paz y ahora <strong>el</strong><br />

<strong>de</strong>sengaño.» El embuste también se da en la obra escrita. Pero a pesar<br />

d<strong>el</strong> pesimismo siempre hay un cierto progreso en <strong>el</strong> conocimiento <strong>de</strong><br />

las cosas y los hombres. La soberbia es una hija sin padres y los hombres<br />

nada trasparentes. Andrenio y Critilo siguen errando en busca d<strong>el</strong><br />

verda<strong>de</strong>ro saber, viviendo mucho, viajando mucho, hacia la fama eterna,<br />

<strong>el</strong> saber y la virtud, leyendo y conversando con sabios y discretos<br />

amigos, evitando la vagancia, la picaresca y la falsa mendicidad.<br />

La meta d<strong>el</strong> C. es Roma, <strong>el</strong> «non plus ultra <strong>de</strong> la tierra y un tanto<br />

monta d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o», don<strong>de</strong> todas la buenas artes están en su mejor punto<br />

y estimación. Aquí Andrenio y Critilo no tienen clase <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong><br />

Dios ni <strong>de</strong> cristianismo, sino <strong>de</strong> Humanismo, pues en su «teatro <strong>de</strong><br />

Apolo» se presenta a Barclayo, Boccalini y Malvezzi, tan seguidos por<br />

Gracián. Se discute sobre la f<strong>el</strong>icidad, que se busca en la tierra pero<br />

«vive en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o».<br />

333


334<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

Al final Gracián cree que conviene confirmar los hechos con los<br />

libros, las obras con las palabras y <strong>el</strong> buen estilo d<strong>el</strong> saber con sus<br />

moralida<strong>de</strong>s. Elogia la amistad y la conversación que ha sazonado todo<br />

<strong>el</strong> peregrinaje, y <strong>el</strong> recuerdo <strong>de</strong> los lugares recorridos es <strong>el</strong> catálogo <strong>de</strong><br />

«valores y virtu<strong>de</strong>s morales que llevan, en <strong>de</strong>finitiva, a la fama». El<br />

silencio <strong>de</strong> Gracián sobre la otra vida confirma su adscripción a un<br />

Humanismo que se aleja <strong>de</strong> las disputas teológicas y <strong>de</strong> una educación<br />

servil, con la teología, y las artes liberales sub speciae aeternitatis. En<br />

esto coinci<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> nuevo, Erasmo y Vives, que valoran la filosofía<br />

moral, la entereza, escarmiento, sagacidad, cordura, valor, virtud, juicio<br />

señorío, templaza, <strong>de</strong>sengaño, caut<strong>el</strong>a, f<strong>el</strong>icidad, «vida en la muerte<br />

y fama en la isla <strong>de</strong> la inmortalidad», su verda<strong>de</strong>ro fin 26 .<br />

El C. fun<strong>de</strong> <strong>el</strong> estudio d<strong>el</strong> Microcosmos y <strong>el</strong> Cosmos como San Agustín,<br />

San Ans<strong>el</strong>mo y San Buenaventura. Estudia <strong>el</strong> libro <strong>de</strong> la Naturaleza<br />

y <strong>el</strong> <strong>de</strong> las Escrituras. Así <strong>el</strong> sabio se acerca a Dios, Señor <strong>de</strong> la sabiduría,<br />

y se aleja d<strong>el</strong> vulgo ignorante, como Critilo, para que <strong>el</strong> hombre<br />

conozca su origen y <strong>el</strong> lugar <strong>de</strong>stacado que ocupa en <strong>el</strong> mundo «como<br />

ser libre y capaz <strong>de</strong> remontarse a lo divino». Es la dignidad d<strong>el</strong> hombre,<br />

imagen <strong>de</strong> Dios, en San Agustín y <strong>el</strong> cristianismo, con la inmortalidad,<br />

que cada uno pue<strong>de</strong> <strong>el</strong>egir, y hacerse áng<strong>el</strong> o bestia. «El asunto<br />

creo es fundamental en El Criticón.» 27<br />

Así, para A. Egido, <strong>el</strong> estoico también <strong>de</strong>fendió la dignidad d<strong>el</strong><br />

hombre con los santos Padres, participa en lo divino con Petrarca, y<br />

pue<strong>de</strong> hacerse inmortal o animal. Gracián coinci<strong>de</strong> con Vives en ver la<br />

vida como camino a la eternidad d<strong>el</strong> hombre frágil. Entonces esta vida<br />

es naufragio don<strong>de</strong> todos nos ayudamos, como Critilo a Andrenio. La<br />

vida es tragicomedia, dignidad y miseria, en Vives como en Gracián,<br />

una perpetua batalla en <strong>el</strong> camino hacia Dios. Gracián muestra poco a<br />

poco la «humana fiereza» que nace <strong>de</strong> la inmoralidad y <strong>el</strong> vicio. Pero al<br />

final vence la dignidad que lleva a la inmortalidad. Es un mundo creado<br />

perfecto por <strong>el</strong> supremo Artífice, pero alterado por <strong>el</strong> hombre: por<br />

sabios sin obras, mujeres sin vergüenza, viejos sin pru<strong>de</strong>ncia, ricos sin<br />

misericordia, pobres sin humildad, señores sin nobleza, hombres sin<br />

humanidad, pueblos sin apremio, personas sin sustancia.<br />

26 EGIDO, A., Humanida<strong>de</strong>s y Dignidad d<strong>el</strong> hombre en Baltasar Gracián, 135.<br />

27 Ibíd., 148


28 Ibíd., 179<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

La virtud es <strong>el</strong> mayor bien d<strong>el</strong> hombre, sin <strong>el</strong> cual todo es nada: «Es<br />

<strong>el</strong> alma d<strong>el</strong> alma, vida <strong>de</strong> la vida, realce <strong>de</strong> todas las prendas, corona<br />

<strong>de</strong> perfecciones y perfección <strong>de</strong> todo <strong>el</strong> ser; centro es <strong>de</strong> la f<strong>el</strong>icidad,<br />

trono <strong>de</strong> la honra, gozo <strong>de</strong> la vida, satisfacción <strong>de</strong> la conciencia, respiración<br />

d<strong>el</strong> alma, banquete <strong>de</strong> las potencias, fuente d<strong>el</strong> contento,<br />

manantial <strong>de</strong> la alegría»: CII, 225. Si todo <strong>el</strong> C. ha mostrado la paradoja<br />

humana, entre dignidad y miseria, la 3.ª parte la lleva al extremo<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la 1.ª crisis: «Honores y horrores <strong>de</strong> Vejecia». Andrenio y Critilo,<br />

con báculo y palo, caminan la última jornada <strong>de</strong> la tragicomedia<br />

vital. El hombre está bien hecho: Es más perspicaz que <strong>el</strong> lince, <strong>de</strong><br />

mejor oído que <strong>el</strong> ciervo, más ágil que <strong>el</strong> gamo, <strong>de</strong> más olfato que <strong>el</strong><br />

perro, <strong>de</strong> mejor gusto que <strong>el</strong> simio y más vivo que <strong>el</strong> ave fénix. Pero<br />

necesita mil remedios y prevenciones para alcanzar la verdad y no<br />

<strong>de</strong>jarse engañar. Su peor <strong>de</strong>stino es la cueva <strong>de</strong> la nada y <strong>el</strong> olvido sempiterno,<br />

y, por eso, busca la inmortalidad que, tras la vejez y la muerte,<br />

une vida inmortal y f<strong>el</strong>icidad.<br />

Toda la paradoja <strong>de</strong> la vida humana en <strong>el</strong> C. se sintetiza en las palabras<br />

iniciales <strong>de</strong> la crisis 11.ª: «Muere <strong>el</strong> hombre quando avía <strong>de</strong><br />

començar a vivir, quando más persona»: CIII, 11. Gracián coinci<strong>de</strong> con<br />

San Isidoro en que la vejez trae consigo cosas buenas que ponen límite<br />

a la brutalidad y aumentan la sabiduría, pero «es muy digna <strong>de</strong> lástima<br />

por su <strong>de</strong>bilidad y <strong>de</strong>samor» (Etimologías). Este doble aspecto <strong>de</strong> la<br />

vida humana, su fragilidad y <strong>de</strong>samor, está presente en todo <strong>el</strong> C.<br />

Pero la mayor miseria d<strong>el</strong> hombre es la muerte que tiene <strong>el</strong> «único<br />

remedio» muy plausible y <strong>de</strong>seado <strong>de</strong> la inmortalidad. Y, por encima<br />

<strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>sgracias humanas, <strong>el</strong> C. subraya <strong>el</strong> valor <strong>de</strong> la entereza,<br />

la dignidad, la razón y la moral, «<strong>el</strong> señorío y la templanza sobre cualquier<br />

vicio y <strong>de</strong>sengaño». Así <strong>el</strong> C. abre un <strong>de</strong>senlace en <strong>el</strong> que la dignidad<br />

d<strong>el</strong> hombre, guiado por la virtud, prima sobre <strong>el</strong> vicio y supera<br />

su tragedia, aunque Gracián no toma la teología <strong>de</strong> la inmortalidad<br />

para superar las miserias humanas, como hizo San Agustín 28 .<br />

2. LA FORMA LITERARIA Y EL FONDO HUMANO DE EL CRITICÓN<br />

Al fondo <strong>de</strong> El Criticón se dibujan las «alegorías» <strong>de</strong> Homero. Porque<br />

alegoría es la Odisea, si se interpretan sus aventuras como <strong>el</strong> cerco<br />

335


29 LÁZARO CARRETER, F., El género literario <strong>de</strong> «El Criticón», en RICO, F., Historia y<br />

Crítica <strong>de</strong> la Literatura Española, 3/1, Siglos <strong>de</strong> Oro: Barroco. Primer Suplemento, Aurora<br />

Egido. Al cuidado <strong>de</strong> C. Vaíllo, Crítica, Barc<strong>el</strong>ona 1992, 507.<br />

30 CANTARINO, E., y BLANCO, E. (Coords.), Diccionario <strong>de</strong> conceptos <strong>de</strong> Baltasar Gracián,<br />

Cátedra, Madrid 2005, 34. En ad<strong>el</strong>ante DBG.<br />

31 LÁZARO CARRETER, F., El género literario <strong>de</strong> «El Criticón», 508.<br />

32 Ibíd., 509.<br />

336<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

puesto a Ulises por <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro y los vicios. Ese es <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> peregrinaje<br />

humano, en la tierra, con un solo protagonista o con un protagonista<br />

bicéfalo (Critilo-Andrenio) y con un sentido moral, que no tiene<br />

la Ilíada, hacia un <strong>de</strong>stino superior 29 . También influye en Gracián, la<br />

nov<strong>el</strong>a bizantina, con sus personajes alegóricos y las pruebas que<br />

sufren, en varios países, sus digresiones filosófico-morales, aforismos y<br />

diálogos. Así, para R. Senabre: «De hecho, El Criticón se plantea en<br />

principio como nov<strong>el</strong>a bizantina para transformarse “en una meditación<br />

filosófica con ingredientes marcadamente cristianos que <strong>de</strong>terminan<br />

<strong>el</strong> abandono <strong>de</strong> lo que parecía ser inicialmente su base argumental:<br />

<strong>el</strong> viaje en busca <strong>de</strong> la mujer amada”.» 30<br />

Con esta inspiración, John Barclay había obtenido, con su Argenis,<br />

un éxito rutilante y dos traducciones al español. Esta nov<strong>el</strong>a amorosa<br />

que su autor cuenta en clave política, la imita Gracián en sus crisis<br />

sobre personajes y sucesos políticos <strong>de</strong> su tiempo. Pero <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato más<br />

amplio, en clave, <strong>de</strong> Barclay, es su Euphormionis Lusini Satyricon,<br />

influido por nuestra picaresca y por <strong>el</strong> Asno <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> Apuleyo. Un<br />

libro anti-jesuita y anti-español, pero admirado e imitado por Gracián<br />

en sus alegorías <strong>de</strong> vicios y virtu<strong>de</strong>s personificadas 31 . También se imita<br />

a Malvezzi en su mezcla <strong>de</strong> historia y filosofía.<br />

Hasta que escribe El Criticón, Gracián cultiva la agu<strong>de</strong>za su<strong>el</strong>ta, es<br />

<strong>de</strong>cir, se levantan tres o cuatro asuntos <strong>de</strong> un tema sobre un sujeto,<br />

pero no se unen unos con otros. Cuando adquieren una trama, entonces<br />

forman una agu<strong>de</strong>za compuesta y se unen en un «todo artificioso fingido».<br />

Al parecer, Gracián no <strong>de</strong>seaba escribir una nov<strong>el</strong>a, esa no era su<br />

i<strong>de</strong>a, «lo que él ambicionaba era hacer una imitación ejemplar y didáctica<br />

<strong>de</strong> la vida d<strong>el</strong> hombre en la Tierra» 32 . Y, eso, sólo podía hacerlo<br />

acogiéndose al género superior <strong>de</strong> la epopeya, que es una composición<br />

sublime en cuyos sucesos y hechos, verda<strong>de</strong>ros o fingidos, «va i<strong>de</strong>ando<br />

los <strong>de</strong> todos los mortales», como en la Odisea, la Eneida, <strong>el</strong> Teágenes,


33 Ibíd., 511.<br />

34 Ibíd., 512-3.<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

<strong>de</strong> H<strong>el</strong>iodoro, y la Atalaya <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> M. Alemán. Des<strong>de</strong> ésta se ven<br />

los vicios y todos «los venenos contrarios a un hombre perfecto».<br />

Gracián, al dar por acabados los tratados breves <strong>de</strong> formar hombres<br />

perfectos, quiere encontrar algo más y <strong>de</strong> más fuste, «que permite acometer<br />

la proeza <strong>de</strong> componer una imagen d<strong>el</strong> hombre, para amonestarle<br />

y prevenirle contra males y vicios, cristiana y mundanamente» 33 .<br />

Sobre este tema, ya estaba la Jerusalén, <strong>de</strong> Tasso, pero, para Gracián,<br />

esa obra trae <strong>de</strong>masiados áng<strong>el</strong>es y milagros. Todo <strong>el</strong> Guzmán es una<br />

atalaya humana, pero aquí lo real se muda en alegoría. Tras <strong>el</strong> Argenis,<br />

<strong>de</strong> Barclay, se transparenta <strong>el</strong> Teágenes y Cariclea, gran mod<strong>el</strong>o <strong>de</strong> las<br />

aventuras y pruebas que soportará Andrenio, con la Odisea al fondo.<br />

Entonces El Criticón se presenta como una gran epopeya, que<br />

«enseña a los hombres <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> la inmortalidad», y una gran proliferación<br />

<strong>de</strong> géneros menores que pululan por El C. en un <strong>de</strong>sconcierto<br />

genial. El espíritu menipeo, rescatado por Erasmo <strong>de</strong> la antigüedad,<br />

se refleja en toda la obra. Los héroes <strong>de</strong> Gracián son los <strong>de</strong> la sátira<br />

menipea, <strong>de</strong> Luciano, Apuleyo, <strong>el</strong> Séneca <strong>de</strong> la Apocolocintosis, tal,<br />

como la caracterizó Bajtin, que «parece pensada para <strong>de</strong>scribir El Criticón,<br />

obra que no <strong>de</strong>bió conocer <strong>el</strong> gran tratadista ruso». Sus caracteres<br />

son estos:<br />

a) Insumisión a toda constricción histórica con personajes <strong>de</strong> toda época,<br />

reales, legendarios o míticos, en una mezcla fantástica.<br />

b) Peripecias y fantasmagorías <strong>de</strong> todo tipo con un fin filosófico: comprobar<br />

la verdad d<strong>el</strong> hombre sabio y pru<strong>de</strong>nte que viaja por países<br />

imaginarios. Son las aventuras <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a o la verdad en <strong>el</strong> mundo:<br />

India, Isla <strong>de</strong> Santa H<strong>el</strong>ena, España con Sevilla, Toledo, Madrid o<br />

Huesca en Aragón, Francia, Alemania, los Alpes, y Roma.<br />

c) El simbolismo combinado con <strong>el</strong> naturalismo que mezcla diálogo<br />

filosófico, símbolos <strong>el</strong>evados, fantasía aventureras y <strong>el</strong> naturalismo<br />

suburbano presente en todas las etapas <strong>de</strong> la sátira menipea.<br />

d) Aparece la fantasía experimental, y se observan los hechos <strong>de</strong> modo<br />

no habitual. Por ejemplo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la altura, como en El diablo coju<strong>el</strong>o<br />

o la Atalaya o El Criticón. Y todo eso <strong>de</strong>be quedar bien trabado en<br />

una primorosa unión 34 .<br />

337


35 SÉNECA, L. A., Diálogos. Apocolocintosis, Introd., trad. y notas <strong>de</strong> J. Mariné Isidro,<br />

Madrid 1996, 162-4.<br />

36 GRACIÁN, B. El Discret, edic., introd. y notas <strong>de</strong> A. Egido, 12. Subrayado nuestro.<br />

338<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

La sátira, como dice Quintiliano, fue muy popular en Roma. Varrón<br />

llamó «Sátiras menipeas» o escritas al estilo <strong>de</strong> Menipo <strong>de</strong> Gadara (s.<br />

III a.C) a un tipo <strong>de</strong> literatura, <strong>de</strong>rivado, en su contenido y tono, <strong>de</strong> «la<br />

diatriba cínica, mordaz, agresiva y polemista». Menipo rebajó la crítica<br />

original más mordaz, por medio <strong>de</strong> la fantasía, para ridiculizar convenciones<br />

sociales y sistema filosóficos, creando unas obras que mezclan<br />

bromas y veras, lenguaje vulgar y literario, prosa y verso. Varrón une,<br />

en profundidad, humor con sentido moral, más didáctico que crítico,<br />

con un lenguaje y unos temas muy variados, con personajes reales o<br />

imaginarios, con parodias amables y burlas refinadas y distantes.<br />

Séneca también conoció esta sátira 35 .<br />

Para A. Egido: «La intertextualidad <strong>de</strong> los libros <strong>de</strong> Gracián, auténtica<br />

obra unitaria, es como una lanza<strong>de</strong>ra que inserta los primores <strong>de</strong><br />

El Héroe en los realces <strong>de</strong> El Discreto. El Político se nutre a su vez d<strong>el</strong><br />

primero y se proyecta en <strong>el</strong> segundo. Las tres obras se recrearán, a<br />

veces al pie <strong>de</strong> la letra, en los aforismos d<strong>el</strong> Oráculo manual y arte <strong>de</strong><br />

pru<strong>de</strong>ncia. De otro lado, Arte <strong>de</strong> ingenio (1642), y la Agu<strong>de</strong>za, <strong>de</strong>spués,<br />

teorizan y acarrean preceptos y ejemplos que los tres tratados confirman.<br />

Por último, “El Criticón”, obra <strong>de</strong> obras, las contiene a todas, en<br />

la teoría y en la práctica, culminando y <strong>de</strong>sarrollando, en <strong>el</strong> matraz alegórico,<br />

<strong>el</strong> trabajo anterior. En <strong>el</strong>la no sólo tenemos lo que, in nuce,<br />

dibuja como bosquejo <strong>de</strong> la misma <strong>el</strong> último realce <strong>de</strong> El Discreto, sino<br />

lo que se construye, al igual que en <strong>el</strong> tratado, como resultado <strong>de</strong> un<br />

saber enciclopédico <strong>de</strong> carácter misc<strong>el</strong>áneo, en íntima r<strong>el</strong>ación con la<br />

variedad genérica que lo presi<strong>de</strong> y los diversos mod<strong>el</strong>os que se proponen<br />

para componer <strong>el</strong> i<strong>de</strong>al d<strong>el</strong> varón discreto. Aunque la alegoría<br />

ensanche las fronteras d<strong>el</strong> librito sobre la discreción y fuese espejo <strong>de</strong><br />

un <strong>de</strong>sengaño mucho más profundo.» 36<br />

El modo <strong>de</strong> composición, <strong>de</strong> Gracián, es recoger las historias, al<br />

estilo <strong>de</strong> los facta et dicta memorabilia, <strong>de</strong> V. Máximo, y otros autores,<br />

incluidos los Dicta ignaciana, <strong>de</strong> Riba<strong>de</strong>neira, adornadas con sentencias,<br />

sales y agu<strong>de</strong>zas, fábulas, proverbios y refranes, y notas curiosas<br />

<strong>de</strong> fauna, flora y minerales, guardadas en cartapacio, con una filosofía<br />

moral, basada en <strong>el</strong> humanismo clásico, que no se supedita a la teolo-


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

gía, salvo en El Comulgatorio. Es un nuevo i<strong>de</strong>al cortesano que obligaba<br />

«a <strong>de</strong>-construir dichos y a revisar hechos», ya recogidos en la<br />

AA., como «muchos <strong>de</strong> los aforismos d<strong>el</strong> Oráculo revertirán luego en<br />

El C.» 37 . Gracián glorifica la «gallardía» y <strong>el</strong> señorío, d<strong>el</strong> <strong>de</strong>cir, hacer<br />

y discurrir o <strong>el</strong> difícil saber irse a tiempo, como indica J. Mena en El<br />

laberinto <strong>de</strong> Fortuna.<br />

Para Gracián, como para Plutarco, cuyos Apotegmas son muy conocidos,<br />

con otros catálogos <strong>de</strong> enigmas, problemas, emblemas y preguntas<br />

d<strong>el</strong> Siglo <strong>de</strong> Oro, la f<strong>el</strong>icidad resi<strong>de</strong> en <strong>el</strong> ejercicio <strong>de</strong> la virtud. Y<br />

esto se presenta <strong>de</strong> muchas maneras, con apólogos, la épica, la agu<strong>de</strong>za,<br />

las metamorfosis o en <strong>el</strong> diálogo, como se hace en El Criticón al<br />

estilo <strong>de</strong> los «diálogos lucianescos». En cuanto a la división <strong>de</strong> El Criticón<br />

en crisis, esta «es una censura recóndita y nada vulgar», llena <strong>de</strong><br />

agu<strong>de</strong>za y buen juicio, con estilo propio, «que se permitía una gran<br />

variación <strong>de</strong> estilos y géneros; <strong>de</strong> ahí que fuese pintiparada actitud<br />

para, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong>la or<strong>de</strong>nar los capítulos <strong>de</strong> El Criticón» 38 . Para G. Sobejano<br />

cada crisis es «un momento crítico en la vida d<strong>el</strong> hombre», y todas<br />

son: «momentos <strong>de</strong> juicio necesario ante la complejidad d<strong>el</strong> vivir» 39 .<br />

Por otra parte, lo que representa la Fortuna para El Discreto, eso mismo<br />

supone la fama y <strong>el</strong> ansia <strong>de</strong> Inmortalidad en El Criticón para Andrenio<br />

y Critilo. Pero: «Sola la virtud es la fénix, que, cuando parece que<br />

acaba, entonces renace, y eterniza en veneración lo que comenzó por<br />

aplauso» 40 , nos recuerda Gracián, que <strong>el</strong>ogia también la «libertad <strong>de</strong><br />

juicio», tan española, y «la mayor f<strong>el</strong>icidad». Así, la vida es una batalla<br />

entre la virtud y <strong>el</strong> vicio, «tanto en esta obra como en El Criticón».<br />

El hombre discreto y <strong>de</strong> bien <strong>de</strong>be hacerse primero señor <strong>de</strong> las<br />

materias en las que «<strong>de</strong>spués entra y sale con <strong>de</strong>spejo», agradable<br />

variedad <strong>de</strong> géneros y ejemplos vivos, con un estilo asiático o lacónico,<br />

según los casos. Referentes <strong>de</strong> Gracián son: Séneca, Tácito y Lipsio<br />

para escribir ad Splendorem, ad Pru<strong>de</strong>ntiam, ad Virtutem. Para Lipsio<br />

y Gracián <strong>el</strong> saber se divi<strong>de</strong> en las lenguas como instrumento, la artes<br />

para humanizarse: historia, geografía, política, etc., y sobre todo la física.<br />

Pero <strong>el</strong> arte <strong>de</strong> las artes es la filosofía moral, que es la ciencia d<strong>el</strong><br />

37 Ibíd., 46-7.<br />

38 Ibíd., 64.<br />

39 SOBEJANO, G., «Epítome <strong>de</strong> El Criticón», en Insula, 655-656 (2001) 56, 58.<br />

40 GRACIÁN, B., El Discreto, Ed. A. Egido, 256, 61.<br />

339


41 Ibíd., 126, nota 268<br />

42 VAÍLLO, C., Gracián y la prosa <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as, en RICO, F., Historia y Crítica <strong>de</strong> la Literatura<br />

Española, 3/1, 490-1.<br />

43 VAÍLLO, C., Crisis, DBG., 75.<br />

340<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

bien y d<strong>el</strong> mal. Este es <strong>el</strong> «camino <strong>de</strong> la verdad que lleva al saber y la<br />

virtud», la peregrinación <strong>de</strong> Gracián, «la que Andrenio y Critilo llevan<br />

a término en El Criticón». El hombre discreto usa una retórica austera<br />

<strong>de</strong> raíz ática al servicio <strong>de</strong> la verdad y la virtud. Marcial fue para Gracián<br />

<strong>el</strong> ejemplo más clásico <strong>de</strong> libros pequeños <strong>de</strong> gran contenido práctico.<br />

J. Lipsio, en su prólogo al Libro <strong>de</strong> la constancia, conjuga sabiduría<br />

y letras, y reúne estilo y vida. Es una profunda conciliación entre res et<br />

verba que, <strong>de</strong> Vives a Vico, une lenguaje, ingenio y moral, y crea un<br />

estilo <strong>de</strong> exc<strong>el</strong>encia al servicio <strong>de</strong> la verdad y la virtud. El retórico busca<br />

la <strong>el</strong>ocuencia, <strong>el</strong> dialéctico, la eficacia y <strong>el</strong> agudo, la b<strong>el</strong>leza. Decir<br />

lo que no se dice y más <strong>de</strong> lo que se dice, que Quintiliano llama emphasis,<br />

apoyado en la sugerencia, es punto clave en El Discreto. Es más,<br />

para M. Blanco la obra <strong>de</strong> Gracián es <strong>el</strong> «imperio <strong>de</strong> la alusión». Así es<br />

como Gracián vence <strong>el</strong> <strong>de</strong>terioro <strong>de</strong> la palabra, según L. Spitzer. El D.<br />

está cargado <strong>de</strong> exempla, aforismos, refranes, alusiones eruditas y razones<br />

filosóficas que busca la concentración semántica para unir verdad<br />

y b<strong>el</strong>leza, moral y estética. Y, «en <strong>de</strong>finitiva, todo en El Discreto es lenguaje,<br />

lo que equivale a <strong>de</strong>cir que la discreción es un modo <strong>de</strong> escribir,<br />

una forma <strong>de</strong> pensar y un arte <strong>de</strong> vivir». Esta gran tarea pasará a El<br />

Criticón, porque <strong>el</strong> <strong>de</strong>spejo, «alma <strong>de</strong> la discreción», es: «gallardía <strong>de</strong><br />

las acciones, gracia <strong>de</strong> la palabras y hechizo d<strong>el</strong> buen gusto,» como<br />

dice El Héroe» 41 .<br />

Con Gracián, según Vaíllo, nos encontramos con un estilo entrecortado,<br />

como la vida misma y su astucia, con guías benéficos y maléficos<br />

(Joly), y la admiración d<strong>el</strong> bien y <strong>el</strong> mal (Poppenberg) 42 . Los héroes viven<br />

entre alegorías y mitos actualizados, entorno a símbolos, en la navegación<br />

<strong>de</strong> la vida y d<strong>el</strong> libro (Ly). La mujer está aún en búsqueda <strong>de</strong> significados.<br />

Con una larga tradición literaria y arquitectónica universal, Gracián crea<br />

un itinerario internacional que incluye Sevilla y Port-Royal.<br />

Para Vaíllo, en cuanto a las crisi d<strong>el</strong> C: «Consiste su artificio en un<br />

juicio profundo, en una censura recóndita y nada vulgar, ya <strong>de</strong> los<br />

yerros, ya <strong>de</strong> los aciertos»: AA., I, 38 43 . Crisis viene <strong>de</strong> krino, pero G.


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

lo arrima a crítica, como los humanistas, <strong>de</strong> criterio sólido y cuidado<br />

(no murmuración), moral y literariamente juiciosa e ingeniosa, como<br />

Séneca y Tácito, Barclay y Bocalini. Algunas veces se trata <strong>de</strong> una sátira<br />

irrisoria o agradable que pon<strong>de</strong>ra o zahiere, pero moralizante. Para<br />

L. Spitzer la crisi es una crisis d<strong>el</strong> alma, y «transmite la lucha <strong>de</strong> un<br />

espíritu que aspira “críticamente” a la verdad». Pues hay que conocerse<br />

para enmendarse.<br />

Para E. Hidalgo Serna <strong>el</strong> conceptismo <strong>de</strong> Gracián es filosófico y literario,<br />

es agu<strong>de</strong>za <strong>de</strong> concepto, <strong>de</strong> verbo y <strong>de</strong> acción, y El Criticón es su<br />

perfecta simbiosis. La agu<strong>de</strong>za <strong>de</strong> Gracián está al servicio <strong>de</strong> la verdad<br />

y la virtud, <strong>el</strong> juicio <strong>el</strong>ectivo, <strong>el</strong> buen gusto y <strong>el</strong> justo medio. Critilo y<br />

Andrenio viajan, advierten y <strong>de</strong>scifran juntos <strong>el</strong> mundo «con buen gusto,<br />

nacido <strong>de</strong> un buen capricho», que busca <strong>el</strong> acierto en <strong>el</strong> conocimiento,<br />

la b<strong>el</strong>leza y la moral y la buena <strong>el</strong>ección, porque muchos «en<br />

llegando a <strong>el</strong>egir se pier<strong>de</strong>n» 44 .<br />

El estilo barroco, d<strong>el</strong> tiempo <strong>de</strong> Gracián, es sensual, sentimental y<br />

accesible a todos, pero la Contra-reforma crea un arte <strong>de</strong>sequilibrado<br />

que supervalora lo expresivo. Por una parte, espiritualiza todo lo sensible,<br />

y, por otra, encarna todo lo espiritual. Según Leo Spitzer, en El<br />

barroco español: La fe católica barroca se mueve entre la divinidad y la<br />

sensualidad, la divinidad pura y la encarnada, «entre Dios y Dios<br />

hecho Hombre».<br />

Ahora bien, la filosofía, como búsqueda <strong>de</strong> la verdad, <strong>de</strong> la realidad<br />

y <strong>de</strong> la vida humana, según Gracián, usa muy diversos medios: Homero<br />

la epopeya, Esopo la fábula, Séneca sus sentencias, Ovidio sus<br />

metamorfosis, Juvenal sus sátiras, Pitágoras sus enigmas, Luciano sus<br />

diálogos, Alciato sus emblemas, Erasmo sus refranes, Bocalino sus alegorías<br />

y <strong>el</strong> príncipe D. Juan Manu<strong>el</strong> sus cuentos 45 . De este modo Gracián<br />

une «lenguaje y vida», escritura y buen hacer, como se unen la<br />

sabiduría y <strong>el</strong> silencio frente a la falaz parlería d<strong>el</strong> vulgo insensible y<br />

las «verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> establo» d<strong>el</strong> político maquiavélico. La capacidad <strong>de</strong><br />

silencio se homologa con la autenticidad d<strong>el</strong> «ser persona», como repetirá<br />

Nietzsche. Por eso al asno <strong>de</strong> Apuleyo le sacan <strong>de</strong> su brutalidad la<br />

sabiduría y <strong>el</strong> silencio que «le vu<strong>el</strong>ven a rehacer hombre». Como<br />

44 HIDALGO-SERNA, E., «La teoría <strong>de</strong> la agu<strong>de</strong>za y <strong>el</strong> buen gusto», en RICO, F., Historia<br />

y Crítica <strong>de</strong> la Literatura Española, 3/1, 506.<br />

45 EGIDO, A., Humanida<strong>de</strong>s y Dignidad d<strong>el</strong> hombre en B. Gracián, 65.<br />

341


46 EGIDO, A., La rosa d<strong>el</strong> silencio, Estudios sobre Gracián, Madrid 1996, 7. En ad<strong>el</strong>ante<br />

RS.<br />

342<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

recuerda Gracián: «Apuleyo estuvo peor que todos, y con la rosa d<strong>el</strong><br />

silencio curó.» 46<br />

Así que <strong>el</strong> aticismo lacónico, con gran sentido <strong>de</strong> la contención y<br />

medida, y un discreto hablar, apoyado en <strong>el</strong> ingenio, difundido por J.<br />

Lipsio, es fundamental en Gracián, que también promueve la «libertad<br />

<strong>de</strong> ingenio» y la capacidad <strong>de</strong> inventiva, con sentido d<strong>el</strong> <strong>de</strong>coro y <strong>de</strong> la<br />

pru<strong>de</strong>ncia características <strong>de</strong> la oratoria cristiana. En <strong>el</strong> C. <strong>el</strong> aticismo y<br />

<strong>el</strong> asianismo se combinan. En un contexto Humanista, la obra <strong>de</strong> G.<br />

«supone la invención <strong>de</strong> un nuevo clasicismo crítico», capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

algo útil y conveniente al hombre <strong>de</strong> hoy para que asiente su moral. Se<br />

trata <strong>de</strong> un nuevo señorío, en <strong>el</strong> <strong>de</strong>cir y <strong>el</strong> hacer, con un gran sentido<br />

humano y evangélico frente a la maledicencia, la «lisonja, la mentira,<br />

la murmuración y la palabra <strong>de</strong>senfrenada»: RS 31.<br />

V. Máximo <strong>de</strong>cía <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus personajes al estilo <strong>de</strong> Catón: «Me<br />

he arrepentido algunas veces <strong>de</strong> haber hablado, <strong>de</strong> haber callado, nunca.<br />

Pues la auténtica fuerza d<strong>el</strong> hombre no es la palabra, sino la verdad,<br />

la unión <strong>de</strong> los dichos con los hechos, la mo<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> la lengua<br />

y la riqueza <strong>de</strong> la reflexión sin extravagancias.» Ética y estética se<br />

unen con fuerte lazo, mezclando gravedad y variedad, que nace <strong>de</strong> la<br />

racionalidad humana, <strong>el</strong>u<strong>de</strong> la vana palabrería, pues es necesario que<br />

<strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro hombre «haga y diga, no sea todo palabras, aya acción y<br />

execución también, hable <strong>de</strong> veras».<br />

La persona humana <strong>de</strong>be saber sintonizar pensamiento y corazón<br />

para que la conversación sea humana, porque si no sería hacer <strong>de</strong> hombre<br />

sin serlo. Toda sabiduría es discreta, guarda <strong>el</strong> secreto, valora <strong>el</strong><br />

silencio y evita <strong>el</strong> graznido d<strong>el</strong> ganso que nada dice <strong>de</strong> provecho. A<strong>de</strong>más,<br />

en Gracián, <strong>el</strong> libro es como la vida, lineal y cíclico, secuencial y<br />

con crisis vitales, letra o dicho transparente y cifra secreta o muda. En<br />

fin, una obra total: «El Criticón se constituye <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> principio como<br />

libro <strong>de</strong> libros, ap<strong>el</strong>ando a mod<strong>el</strong>os y a autores diversos que luego irán<br />

citados, glosados e imitados en tupida red. Llamada no sólo a las lecturas<br />

<strong>de</strong> Gracián, sino <strong>de</strong> los lectores, a los que se incluye y con los que<br />

se dialoga permanentemente. El libro se construye como la vida»: RS<br />

107. El C. es un libro d<strong>el</strong> mundo, y <strong>el</strong> mundo como libro su recuerdo y


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

su memoria, pero que se sumerge en <strong>el</strong> río d<strong>el</strong> olvido, Leteo. Ya Parac<strong>el</strong>so<br />

había visto la Naturaleza como «suma <strong>de</strong> libros escritos por<br />

Dios» y que su lectura hace personas. Como dicen los versos <strong>de</strong> Borges<br />

recogidos por U. Eco para construir su obra El nombre <strong>de</strong> la rosa:<br />

«Yo, que me figuraba <strong>el</strong> Paraíso/ Bajo la especie <strong>de</strong> una Biblioteca.»<br />

Así <strong>el</strong> C., en <strong>el</strong> peregrinaje vital y geográfico <strong>de</strong> sus protagonistas y<br />

su andar por la vida y por <strong>el</strong> mundo, «expresa la alegoría d<strong>el</strong> hombre<br />

mismo», es como una «síntesis <strong>de</strong> la vida temporal d<strong>el</strong> hombre». Aquí,<br />

como en <strong>el</strong> Persiles <strong>de</strong> Cervantes, <strong>el</strong> hombre sale <strong>de</strong> su caverna, <strong>de</strong>sarrolla<br />

«la gran ca<strong>de</strong>na d<strong>el</strong> ser» y llega al final a Roma, en una Odisea<br />

humana que es una «épica en prosa». Ahora bien, en <strong>el</strong> C. la ciudad<br />

Eterna marca <strong>el</strong> trayecto d<strong>el</strong> hombre a la Inmortalidad. Y ese final f<strong>el</strong>iz<br />

sintetiza toda la obra.<br />

El C. es una continua «lición <strong>de</strong> vivir», que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> pasar por <strong>el</strong><br />

mesón <strong>de</strong> la vida conduce «a los peregrinos a la entrada <strong>de</strong> la mansión<br />

<strong>de</strong> la eternidad», ya <strong>de</strong>scifrado <strong>el</strong> mundo. Entonces: «Dios resulta así<br />

autor d<strong>el</strong> gran libro d<strong>el</strong> mundo, y Gracián <strong>de</strong> ese microcosmos que lo<br />

sintetiza y encierra»: RS 173. Los peregrinos leen <strong>el</strong> libro divino d<strong>el</strong><br />

mundo y <strong>el</strong> lector <strong>de</strong> Gracián <strong>de</strong>scubre, en su obra, en sus rasgos y sus<br />

letras, ese mundo cifrado. Así, ese gran libro, que es <strong>el</strong> C., contiene<br />

toda la realidad <strong>de</strong> la vida y d<strong>el</strong> saber humano sobre <strong>el</strong> hombre y sobre<br />

<strong>el</strong> mundo, pues andar y navegar es sinónimo <strong>de</strong> narrar y leer <strong>de</strong> ser persona.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, en la enumeración final <strong>de</strong> Gracián «se alberga <strong>el</strong><br />

libro entero» y pue<strong>de</strong> «servir para memorizar la obra toda»: «Y quando<br />

la vio calificada con tantas rúbricas <strong>de</strong> la filosofía en <strong>el</strong> gran teatro d<strong>el</strong><br />

universo, <strong>de</strong> la razón y sus luzes en <strong>el</strong> valle <strong>de</strong> las fieras, <strong>de</strong> la atención<br />

en la entrada d<strong>el</strong> mundo, d<strong>el</strong> propio conocimiento en la anatomía moral<br />

d<strong>el</strong> hombre, <strong>de</strong> la entereza en <strong>el</strong> mal passo d<strong>el</strong> salteo, <strong>de</strong> la circunspección<br />

en la fuente <strong>de</strong> los engaños, <strong>de</strong> la advertencia en <strong>el</strong> golfo cortesano,<br />

d<strong>el</strong> escarmiento en casa <strong>de</strong> Falsirena, <strong>de</strong> la sagacidad en las<br />

ferias generales, <strong>de</strong> la cordura en la reforma universal, <strong>de</strong> la curiosidad<br />

en casa <strong>de</strong> Salastano, <strong>de</strong> la generosidad en la cárc<strong>el</strong> d<strong>el</strong> oro, d<strong>el</strong> saber<br />

en <strong>el</strong> museo d<strong>el</strong> discreto, <strong>de</strong> la singularidad en la plaça d<strong>el</strong> vulgo, <strong>de</strong> la<br />

dicha en las gradas <strong>de</strong> la fortuna, <strong>de</strong> la soli<strong>de</strong>z en <strong>el</strong> yermo <strong>de</strong> Hipocri(n)dia,<br />

d<strong>el</strong> valor en su arm(er)ía, <strong>de</strong> la virtud en su palacio encanta-<br />

343


do, <strong>de</strong> la reputación entre los tejados <strong>de</strong> vidrio, d<strong>el</strong> señorío en <strong>el</strong> trono<br />

d<strong>el</strong> mando, d<strong>el</strong> juizio en la jaula <strong>de</strong> todos, <strong>de</strong> la autoridad entre los<br />

horrores y honores <strong>de</strong> Vejecia, <strong>de</strong> la templança en <strong>el</strong> estanco <strong>de</strong> los<br />

vicios, <strong>de</strong> la verdad pariendo, d<strong>el</strong> engaño en <strong>el</strong> mundo <strong>de</strong>scifrado, <strong>de</strong> la<br />

caut<strong>el</strong>a en <strong>el</strong> palacio sin puerta, d<strong>el</strong> saber reinando, <strong>de</strong> la humildad en<br />

casa <strong>de</strong> la hija sin padres, d<strong>el</strong> valer mucho en la cueva <strong>de</strong> la nada, <strong>de</strong><br />

la f<strong>el</strong>icidad <strong>de</strong>scubierta, <strong>de</strong> la constancia en la rueda d<strong>el</strong> tiempo, <strong>de</strong> la<br />

vida en la muerte, <strong>de</strong> la fama en la Isla <strong>de</strong> la Inmortalidad: les franqueó<br />

<strong>de</strong> par en par <strong>el</strong> arco <strong>de</strong> los triunfos a la mansión <strong>de</strong> la Eternidad (III,<br />

411-412)»: RS158-9.<br />

Entonces <strong>el</strong> libro se resume en que: sólo quien haya sabido practicar<br />

la virtud a<strong>de</strong>cuada en <strong>el</strong> tiempo oportuno podrá «llegar a buen<br />

puerto», a la «morada <strong>de</strong> la salvación» y tener franquicia a «la mansión<br />

<strong>de</strong> la eternidad». Y participar, un día, <strong>de</strong>finitivamente, en la: «Cena<br />

gran<strong>de</strong>, siempre cena / a cualquier hora d<strong>el</strong> día», que <strong>de</strong>cía Luis <strong>de</strong><br />

Góngora.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, la letra d<strong>el</strong> libro es translación <strong>de</strong> la vida. Así <strong>el</strong> H.,<br />

pequeño libro, traduce al hombre, <strong>el</strong> microcosmos, para conformar «un<br />

varón gigante», «un varón máximo». Para <strong>el</strong> humanista Gracián «vivir<br />

es conversar», hablar con los otros y escucharlos en silencio. Se trata<br />

<strong>de</strong> un arte en que uno «se hace muestra <strong>de</strong> ser persona», en busca <strong>de</strong><br />

claridad, dice <strong>el</strong> OM. San Agustín señalará a Gracián cómo San<br />

Ambrosio fue <strong>el</strong> primero <strong>de</strong> los <strong>de</strong>votos que practicó la lectura en silencio.<br />

Así, en la primavera <strong>de</strong> la vida, hablamos con los muertos; en la<br />

madurez, con los vivos, y en la vejez, «consigo mismo». La vida es leer,<br />

peregrinar y ver: uno se come <strong>el</strong> mundo leyendo, lo <strong>de</strong>vora viendo y lo<br />

rumia meditando. «Hombres y libros son todo uno, que “tanto es<br />

menester tener estudiados los sujetos, como los libros”»: RS 92. Como<br />

dice OM: «nacemos para saber y sabernos, y los libros con fid<strong>el</strong>idad<br />

nos hacen personas»: RS 93.<br />

«Leer, escribir y vivir» es lo mismo, facta et dicta mirabilia, que<br />

<strong>de</strong>cían los clásicos, vida y obra, res et verba, hechos y dichos <strong>de</strong>cimos<br />

nosotros. La vida es curso y discurso, como en <strong>el</strong> C. La letra habla,<br />

comunica y eterniza, es <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> cuerpo entero, que diría Quintiliano.<br />

Así las crisis d<strong>el</strong> C. son la tragedia <strong>de</strong> la vida y síntesis <strong>de</strong> todos<br />

los géneros literarios, que fun<strong>de</strong>n libro y mundo. Éstos son los<br />

«libros/libres» <strong>de</strong> Góngora. El mundo es una «inmensa librería», <strong>el</strong><br />

344<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

libro paraíso <strong>de</strong> d<strong>el</strong>icias y <strong>de</strong> todos los placeres, pues «para mí no hay<br />

gusto como <strong>el</strong> leer, ni centro como una s<strong>el</strong>ecta librería»: RS 119.<br />

Pero hay que saber <strong>de</strong>scifrar, ser un buen zahorí <strong>de</strong> las letras y los<br />

hombres, no <strong>de</strong>jarse engañar, para llegar a ser persona, pues la vida es<br />

una psychomachia entre vicios y virtu<strong>de</strong>s que <strong>de</strong>scubre horizontes nunca<br />

vistos como los «d<strong>el</strong> Valor y d<strong>el</strong> Saber, las dos gran<strong>de</strong>s provincias <strong>de</strong><br />

la Virtud y la Honra (CII,54-5)»: RS 157. Según A. Egido, toda la vida<br />

d<strong>el</strong> hombre está en <strong>el</strong> CIII, 9, pero ya aparece en la crisis 1.ª y 2.ª <strong>de</strong><br />

CI. El C., como La Divina Comedia, enseña al hombre a leer y <strong>de</strong>scifrar<br />

«<strong>el</strong> gran libro <strong>de</strong> Dios, que es le mundo» (...), «para encaminar sus<br />

pasos hacia la mansión <strong>de</strong> la eternidad»: RS 170.<br />

Para A. Moraleja: «Si queremos referirnos al Gracián más auténtico<br />

hemos <strong>de</strong> remitirnos a El Criticón» (...) «El Criticón es la obra central<br />

<strong>de</strong> Gracián» (...) «El C. es la gran epopeya <strong>de</strong> Gracián, en don<strong>de</strong> <strong>el</strong><br />

Héroe, <strong>el</strong> Político, <strong>el</strong> Discreto, <strong>el</strong> Galante y <strong>el</strong> Varón Atento se incardinan<br />

en un mundo por <strong>el</strong> que hay que pasar en peregrinación. El <strong>de</strong>sencanto<br />

<strong>de</strong> los tipos i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> sus primeras obras, así como la problematicidad<br />

que podría existir en <strong>el</strong>las entre <strong>el</strong> plano r<strong>el</strong>igioso y <strong>el</strong> mundano se<br />

resu<strong>el</strong>ve en El Criticón, verda<strong>de</strong>ro laboratorio d<strong>el</strong> hombre cristiano.» 47<br />

H. Iventosch <strong>de</strong>staca, frente a otros autores más sobrios, este carácter<br />

r<strong>el</strong>igioso <strong>de</strong> El Criticón, y lo consi<strong>de</strong>ra un sermón. El único <strong>el</strong>emento<br />

positivo d<strong>el</strong> mundo es la virtud: «Critilo y Andrenio representan,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, al hombre; y es <strong>el</strong> hombre –no como apología <strong>de</strong> la razón<br />

o como crítica <strong>de</strong> todo lo malo <strong>de</strong> este mundo– <strong>el</strong> tema principal d<strong>el</strong><br />

Criticón. En efecto, más que <strong>el</strong> hombre, <strong>el</strong> tema <strong>de</strong> la obra lo constituye<br />

la conducta d<strong>el</strong> cristiano. Así pues, El Criticón es, en <strong>el</strong> sentido<br />

estricto <strong>de</strong> la palabra, un sermón (a pesar <strong>de</strong> que <strong>de</strong>staque especialmente<br />

la actividad profana y mundana), una <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> la naturaleza<br />

d<strong>el</strong> hombre (Critilo y Andrenio) y <strong>de</strong> sus acciones en este mundo, <strong>el</strong><br />

peor <strong>de</strong> lo posibles.» 48 De hecho, Virt<strong>el</strong>a (la virtud) es una meta real y<br />

accesible al hombre, pero éste busca en vano a F<strong>el</strong>isinda (la f<strong>el</strong>icidad)<br />

llevado por la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> la carne.<br />

47 MORALEJA, A., Introducción: Gracián hoy, 16-17.<br />

48 IVENTOSCH, H., «Los nombres alegórico-morales», en «El Criticón», <strong>de</strong> Gracián, en<br />

Cua<strong>de</strong>rno Gris, 103-4.<br />

345


Ya Ayala había observado que Gracián es muy integrador: comienza<br />

por la hermosa naturaleza, pasa a la primorosa arte y para en la útil<br />

moralidad: CI, Al que leyere. Pues <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> Gracián, como <strong>el</strong> <strong>de</strong><br />

Ortega, frente al vulgo y la masa, es un ser <strong>de</strong> buen gusto, sobre todo en<br />

la santidad: «Tres eses hacen dichosos: santo, sano y sabio. La virtud<br />

(cristiana) es <strong>el</strong> sol d<strong>el</strong> mundo menor y tiene por hemisferio la buena<br />

conciencia; es tan hermosa que se lleva la gracia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> las gentes»:<br />

OM 300 49 . La virtud hace al hombre vivo «amable» y al muerto<br />

«memorable». En AA., Al lector, Gracián ya había dicho que no todo ha<br />

<strong>de</strong> ser profano ni todo sagrado. En AA.34 alaba al agustino Pedro <strong>de</strong><br />

Val<strong>de</strong>rrama (1550-1611) por su humanísima mezcla <strong>de</strong> lo profano y lo<br />

sagrado.<br />

Para P. Hazard todas las obras <strong>de</strong> Gracián están «consagradas a<br />

estudiar al hombre y a formar, con los rasgos escogidos, un mod<strong>el</strong>o a<br />

imitar» 50 . Según Hazard, <strong>el</strong> héroe <strong>de</strong> Gracián «pi<strong>de</strong> <strong>el</strong> mismo sol que<br />

quemaba a Don Quijote y creaba ante él <strong>el</strong> espejismo <strong>de</strong> la justicia, la<br />

bondad y <strong>el</strong> amor en los caminos <strong>de</strong> Castilla».<br />

Para H. <strong>de</strong> la Red: «Ser persona en plenitud» es <strong>el</strong> principal quehacer<br />

y <strong>el</strong> objetivo más <strong>de</strong>cisivo d<strong>el</strong> hombre, «<strong>el</strong> dulce fruto que Gracián<br />

persigue al diseñar la trayectoria que va <strong>de</strong> hombre a persona. Es su<br />

obsesión incontenida» 51 . De El H. a El C. Gracián no hace otra cosa,<br />

pues se sabe perfectamente a sí mismo y a su tiempo, y nos enseña lo<br />

que cuesta la gran tarea <strong>de</strong> hacerse hombre, eterno peregrino <strong>de</strong> la<br />

vida. Por eso sentencia: «¡Oh vida no habías <strong>de</strong> comenzar, pero ya que<br />

comenzaste, no habías <strong>de</strong> acabar!»: CI,1,807. Y, a<strong>de</strong>más, concreta:<br />

«No hay en <strong>el</strong> mundo señorío como la libertad d<strong>el</strong> corazón; eso sí que<br />

es ser señor, príncipe, rey, monarca <strong>de</strong> sí mismo. Esta sola ventaja os<br />

faltaba para llegar al colmo <strong>de</strong> una inmortal perfección»: CII, 13 52 .<br />

Para D. M. Mc Ghee <strong>el</strong> Cándido <strong>de</strong> Voltaire y El Criticón tienen cierta<br />

similitud, que pue<strong>de</strong> verse entre Cándido y Martín, y Andrenio y<br />

Critilo. «Ambos analizaron <strong>el</strong> alma universal d<strong>el</strong> hombre; Gracián <strong>de</strong><br />

forma sutil, serena e ininterrumpida; Voltaire clara, irónica y resu<strong>el</strong>ta-<br />

346<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

49 AYALA, J. M., «Tres incursiones en la filosofía <strong>de</strong> Gracián», en Cua<strong>de</strong>rno Gris, 153.<br />

50 HAZARD, P., «El héroe según Gracián», en Cua<strong>de</strong>rno Gris, 48.<br />

51 RED VEGA, H. <strong>de</strong> la, Baltasar Gracián: Aproximaciones y calas, 591.<br />

52 Ibíd., 583


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

mente. Las burlas <strong>de</strong> ambos fueron audaces y prácticas.» 53 Para esta<br />

autora <strong>de</strong>bió complacer mucho a Voltaire lo que <strong>de</strong> la guerra dice Gracián:<br />

está respaldada «por los <strong>de</strong>monios: <strong>el</strong> bombo y <strong>el</strong> yerro».<br />

Para Jankélévitch la perfección humana se transparenta en la vida,<br />

como no podría ser <strong>de</strong> otra manera. El parecer y <strong>el</strong> ser están unidos<br />

como lo están <strong>el</strong> hombre y su circunstancia, que nunca es acci<strong>de</strong>ntal.<br />

El parecer transparenta al ser, pero no lo hace ni sustituye, como no<br />

sustituye a la verdad, ni hace justa la injusticia, ni razonable a la<br />

razón. No se olvi<strong>de</strong> que, al fin y al cabo, la b<strong>el</strong>leza es «<strong>el</strong> esplendor <strong>de</strong><br />

la verdad», para San Agustín 54 .<br />

En <strong>el</strong> barroco, realidad y ficción, usan fronteras muy lábiles. Lo que<br />

interesa es la vida eterna y <strong>el</strong> efecto <strong>de</strong> verdad <strong>de</strong> la inmediatez <strong>de</strong> las<br />

cosas, pues todavía no hay una ciencia estricta. Se procuran los medios<br />

humanos como si no existiesen los divinos. Y aunque para muchos lo<br />

que no se ve no existe, para Gracián no es así. El Criticón <strong>de</strong>senmascara<br />

esa falsa apariencia, aunque él también usa la falsa etimología, v.gr.,<br />

amantes <strong>de</strong> amentes. Fingir la perfección humana es fácil; conseguirla,<br />

difícil 55 .<br />

Para Santos Alonso Gracián escribe con un «espíritu regenerador».<br />

«Este espíritu hace <strong>de</strong> El Héroe no sólo la primera obra <strong>de</strong> Gracián en<br />

<strong>el</strong> tiempo, sino la piedra angular don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scansan todas las <strong>de</strong>más»<br />

(...)» «“El héroe” es <strong>el</strong> hombre perfecto en Gracián, dotado <strong>de</strong> prendas<br />

y cualida<strong>de</strong>s sublimes que le i<strong>de</strong>ntifican con un ser único, irrepetible,<br />

sin acercarse en ningún caso al superhombre.» 56 Gracián sería un<br />

escritor famoso sólo con <strong>el</strong> OM o <strong>el</strong> D. «Sin embargo, su obra maestra<br />

es El Criticón.» En <strong>el</strong>la se recoge toda su labor literaria anterior y su<br />

contenido. En este sentido, para G. Schoroe<strong>de</strong>r, El Criticón «es la última<br />

y al mismo tiempo la obra más rica <strong>de</strong> Gracián; en <strong>el</strong>la resume y<br />

amplía <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> hombre y la filosofía <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los escritos<br />

anteriores»: C 23.<br />

53 GHEE, D. M. Mc., «El Cándido», <strong>de</strong> Voltaire, y «El Criticón», <strong>de</strong> Gracián, en Cua<strong>de</strong>rno<br />

Gris, 70.<br />

54 JANKÉLÉVITCH, V., «Apariencia y manera», en Cua<strong>de</strong>rno Gris, 77-8, 81-2.<br />

55 GARCÍA GIBERT, J., Ficción, DBG, 110-1.<br />

56 GRACIÁN, B.,: El Criticón, Cátedra, Madrid 1984, 2 ª edición <strong>de</strong> Santos Alonso,<br />

18-9. En ad<strong>el</strong>ante C.<br />

347


348<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

Pero, a<strong>de</strong>más, El C. anticipa la nov<strong>el</strong>a <strong>de</strong> sátira social y crítica<br />

moral que se pondrá <strong>de</strong> moda en <strong>el</strong> siglo XVIII. Así se trata <strong>de</strong> salvar al<br />

hombre por la razón y la voluntad. Este valor <strong>de</strong> la voluntad, que cautivó<br />

a Schopenhauer, hacen d<strong>el</strong> C. «una obra filosófica fundamental» en<br />

la historia <strong>de</strong> la cultura. Según E. Moreno Báez: «si tuviéramos que<br />

<strong>de</strong>finir la obra <strong>de</strong> Gracián (El Criticón) diríamos que se trata <strong>de</strong> una<br />

epopeya (...), en la que apren<strong>de</strong>mos a caut<strong>el</strong>arnos <strong>de</strong> los p<strong>el</strong>igros d<strong>el</strong><br />

trato humano, a convertirnos <strong>de</strong> hombres en personas mediante la<br />

<strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> nuestras pasiones y <strong>el</strong> cultivo <strong>de</strong> la virtud y a salvar nuestro<br />

nombre d<strong>el</strong> olvido, alcanzando fama perdurable»: C 25.<br />

En fin, en <strong>el</strong> C. <strong>el</strong> pensamiento y la erudición, la vida y la cultura, se<br />

sumergen en «las cuatro eda<strong>de</strong>s d<strong>el</strong> hombre en una unidad casi singular».<br />

Por eso, como dice Guillermo <strong>de</strong> Torre, El Criticón es una <strong>de</strong> las<br />

12 obras maestras <strong>de</strong> la literatura universal, comparable a las mejores<br />

en cualquier idioma y época. Para Santos Alonso: «Concepto y forma<br />

atrevida unidos hacen <strong>de</strong> El Criticón, junto con El Quijote, la mejor<br />

nov<strong>el</strong>a española <strong>de</strong> todos los tiempos»: C 25. El Criticón con<strong>de</strong>nsa,<br />

como Cervantes, toda <strong>el</strong> alma humana en dos personajes. Andrenio es<br />

<strong>el</strong> espíritu vital, Critilo <strong>el</strong> reflexivo. Así Gracián crea un equilibro <strong>de</strong><br />

fuerzas que lleva al «hombre perfecto».<br />

Gracián observa los contrastes <strong>de</strong> la vida humana, d<strong>el</strong> pueblo y la<br />

sociedad en todos sus estamentos. Como los caprichos <strong>de</strong> Goya, o la<br />

pintura a lo valentón <strong>de</strong> V<strong>el</strong>ázquez, Gracián retrata la vida misma y<br />

anuncia <strong>el</strong> romanticismo y <strong>el</strong> nihilismo actual. La España negra y la<br />

m<strong>el</strong>ancolía d<strong>el</strong> Barroco inducen en Gracián «un pesimismo amargo»<br />

que, frente al <strong>de</strong> Quevedo, opta por una filosofía trascen<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong> la<br />

vida, que se basa en la razón, la voluntad y <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong> misterio, que<br />

nunca justifica <strong>el</strong> mal, como su<strong>el</strong>e hacer <strong>el</strong> pícaro, sino que lo ataca en<br />

su sátira. Ésta va hacia la vida misma, y nunca huye a una vana alegoría.<br />

De ahí que todas las caídas, <strong>de</strong> Andrenio y Critilo, llevan arrepentimiento.<br />

Y así, para Romera-Navarro, «El Criticón, como nov<strong>el</strong>a filosófica,<br />

es “<strong>el</strong> más genial mod<strong>el</strong>o <strong>de</strong> las letras europeas”»: C 35.<br />

Eso explica también los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> Gracián, le falta <strong>de</strong> amor a la<br />

acción y a lo espacial y temporal: todo ocurre en <strong>el</strong> presente y es<br />

actual. Sus personajes son esquemáticos, arquetipos morales, para dar<br />

una doctrina, como ocurre luego en Baroja, viven en su perspectiva, en<br />

su pap<strong>el</strong> cada uno, aunque siempre con un sentido sugerente. Andrenio<br />

es la «ingenua ignorancia», que cae en todo, y Critilo <strong>el</strong> hombre


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

fuerte, «<strong>el</strong> personaje más importante», por su sentido filosófico, que<br />

actúa con la razón, según la máxima graciana: «sé heroico y serás eterno,<br />

vive a la fama y serás inmortal» (CIII, 12): C39.<br />

3. LA ANTROPOLOGÍA DE GRACIÁN Y EL CRITICÓN<br />

El hombre es un ser maravilloso, pero muy complejo, como nos han<br />

transmitido los más gran<strong>de</strong>s sabios. Así: «El griego dirá que es un<br />

Microcosmos, un mundo pequeño. Platón que es medida <strong>de</strong> todas las<br />

cosas. Aristót<strong>el</strong>es, la armonía d<strong>el</strong> mundo. Plinio, cifra <strong>de</strong> todo lo criado.<br />

Cicerón, vínculo d<strong>el</strong> mundo. Séneca, centro d<strong>el</strong> saber. Catón, partícipe<br />

<strong>de</strong> la mente divina. Sócrates, dios para otro hombre. Pitágoras,<br />

árbol plantado hacia <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Plutarco, rey <strong>de</strong> la tierra. Diógenes, sol<br />

con alma. El santo Moisés, imagen d<strong>el</strong> mismo Dios. David, coronado <strong>de</strong><br />

gloria. San Basilio, animal político. Nacianceno, gobernador <strong>de</strong> las<br />

criaturas. San Antonio, rey <strong>de</strong> todo. San Bernardo, ciudadano d<strong>el</strong> Paraíso.<br />

San Gregorio Magno, contemplador <strong>de</strong> Dios. San Agustín, blanco<br />

<strong>de</strong> las <strong>de</strong>más criaturas. Mas yo, con la autoridad d<strong>el</strong> mismo Dios, diré<br />

que es tierra, que es polvo y nieto <strong>de</strong> la nada: «Memento homo, quia<br />

pulvis es, et in pulverem reverteris»: AA, I, 39». Así es como AA. reúne<br />

muchos hechos y dichos memorables, y <strong>de</strong>fine al hombre en su sentido<br />

vital, histórico y trascen<strong>de</strong>nte. Y Gracián aprovecha para poner su contrapunto<br />

ante tanta maravilla.<br />

El Criticón nos enseña lo que cuesta hacerse hombre, pues éste es<br />

una gran cosa, pero también un gran «<strong>de</strong>sconcertador <strong>de</strong> mundos»:<br />

«Ahí verás lo que cuesta ser persona. Los brutos luego lo saben ser,<br />

luego corren, luego saltan, pero al hombre cuéstale mucho porque es<br />

mucho.» 57 El hombre nace bárbaro y se humaniza por medio <strong>de</strong> la cultura<br />

al cultivarse a sí mismo. Dice Gracián: «No se nace hecho; se va<br />

cada día perfeccionando en la persona, en <strong>el</strong> empleo, hasta llegar al<br />

punto d<strong>el</strong> consumado ser, al complemento <strong>de</strong> prendas, <strong>de</strong> eminencias»:<br />

OM 6. Es cuestión <strong>de</strong> insistir en nosotros mismos, en <strong>el</strong> trato con los<br />

<strong>de</strong>más y con los libros: «Nacemos para saber y sabernos, y los libros<br />

con fid<strong>el</strong>idad nos hacen personas»: OM 132. Como dice <strong>el</strong> C: «¡Oh!<br />

gran gusto <strong>el</strong> leer, empleo <strong>de</strong> personas, que si no las halla, las hace»:<br />

CII,4.<br />

57 MARINA, J. A., «Mi ajuste <strong>de</strong> cuentas con Gracián», en Turia, 54 (2000) 142.<br />

349


350<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

El C. plantea la necesidad <strong>de</strong> una reforma universal <strong>de</strong> este hombre<br />

<strong>de</strong>sconcertante. Gracian «trata <strong>de</strong> ofrecer paradigmas personales d<strong>el</strong><br />

gran<strong>de</strong> hombre», y sus propuestas «tien<strong>de</strong>n a <strong>el</strong>evar la personalidad, a<br />

dar lustre, magnanimidad» 58 . De hecho, El Héroe nos presenta un<br />

«varón máximo», esto es, un «milagro en perfección». Y lo que se pi<strong>de</strong><br />

a los Príncipes vale para todos y cada uno <strong>de</strong> los hombres: «Aquí tendrás<br />

una no política ni aun económica, sino una razón <strong>de</strong> estado <strong>de</strong> ti<br />

mismo, una brújula <strong>de</strong> marear a la exc<strong>el</strong>encia, una arte <strong>de</strong> ser ínclito<br />

con pocas reglas <strong>de</strong> discreción»: H, «Al lector», 4.<br />

Así pues, <strong>el</strong> héroe pue<strong>de</strong> ser <strong>el</strong> héroe clásico o un varón sobresaliente,<br />

como piensa Cicerón. Unamuno y Ortega, en sus meditaciones<br />

<strong>de</strong> El Quijote, retoman este tema para <strong>de</strong>cirnos que hoy <strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro<br />

héroe consiste en tratar <strong>de</strong> ser uno mismo. En Gracián, como resume<br />

«<strong>el</strong> primor último y corona» d<strong>el</strong> H., <strong>el</strong> verda<strong>de</strong>ro héroe es <strong>el</strong> santo:<br />

«¡Oh, pues, varón culto, pretendiente <strong>de</strong> la heroicidad! Nota <strong>el</strong> más<br />

importante primor, reparar en la más constante <strong>de</strong>streza. No pue<strong>de</strong> la<br />

gran<strong>de</strong>za fundarse en <strong>el</strong> pecado, que es nada, sino en Dios, que lo es<br />

todo. Si la exc<strong>el</strong>encia mortal es <strong>de</strong> codicia, la eterna sea <strong>de</strong> ambición.<br />

Ser héroe d<strong>el</strong> mundo, poco o nada es; serlo d<strong>el</strong> Ci<strong>el</strong>o es mucho, a cuyo<br />

gran Monarca sea la alabanza, sea la honra, sea la gloria»: H, 20 59 .<br />

Para J. M.ª Andreu C<strong>el</strong>ma: «Gracián abordó la difícil tarea <strong>de</strong> construir<br />

un saber sobre la espinosa y problemática existencia humana.<br />

Planteó con claridad la complejidad y ambigüedad <strong>de</strong> este ámbito <strong>de</strong><br />

conocimiento; para la realidad humana no hay i<strong>de</strong>as claras y distintas.<br />

El ser humano porta y soporta lo irracional, lo oscuro. Es necesario que<br />

la razón penetre en todo lo in<strong>de</strong>finible y movedizo que encierra la vida<br />

humana.» 60<br />

Este proceso se hace por medio <strong>de</strong> la ironía, la sátira, la fábula y, en<br />

general, por medio <strong>de</strong> la literatura que es, como <strong>de</strong>cía Ortega, una<br />

«confesión general» <strong>de</strong> la vida humana. Esto es lo que hizo Gracián.<br />

Porque también en su caso: «Toda creación literaria es autobiográfica.»<br />

Por eso al escribir sus libros «se <strong>de</strong>scribió» a sí mismo, y ahí lo tenemos<br />

aún hoy. Todo fi<strong>el</strong> a sí mismo, sin falsificaRse nunca, con viles<br />

escapatorias: H9.<br />

58 DBG 24.<br />

59 Ibíd., 19.<br />

60 ANDREU CELMA, J. M.ª, En busca <strong>de</strong> Gracián, Turia, 54 (2000) 135.


61 Ibíd., 120.<br />

62 Ibíd., 129<br />

63 Ibíd., 133<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

El Criticón es su «obra magna», «su autorretrato escondido», que es<br />

como <strong>de</strong>cir <strong>el</strong> yo más íntimo d<strong>el</strong> escritor. Aquí también todas las obras<br />

«se parecen a su autor», que está «todo entero» en <strong>el</strong>las. «En El Héroe<br />

está ya preformado su pensamiento.» Pero <strong>el</strong> conjunto <strong>de</strong> su obra da<br />

sentido a cada frase. Cuando llega a la 3.ª parte d<strong>el</strong> C., <strong>el</strong> autor está<br />

cansado y duda, pero sigue: «Confieso que hubiera sido mayor acierto<br />

<strong>el</strong> no empren<strong>de</strong>r esta obra, pero no lo fuera ya <strong>el</strong> no acabarla»: CIII,<br />

«Al que leyere.» 61 Gracián, un escritor valiente, se enfrenta a toda la<br />

verdad <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> ahí que pueda parecer un poco «rudo y violento»<br />

o <strong>de</strong>masiado arrebatado o duro, pero es un conversador afable <strong>de</strong> «un<br />

gusto d<strong>el</strong>icado», que vive en la hirviente España d<strong>el</strong> barroco, en tiempos<br />

«recios y agrios», afirma Andreu C<strong>el</strong>ma, don<strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>biera ser<br />

no es, la justicia falta, abunda <strong>el</strong> caos y la sinrazón, la soledad y <strong>el</strong><br />

<strong>de</strong>sengaño, como dice <strong>el</strong> buen aragonés M. Alvar.<br />

Gracián, hombre «d<strong>el</strong>icado y sensible», gran lector y erudito, se<br />

sintió también aislado en su Or<strong>de</strong>n y en su España. Así algunos <strong>de</strong> sus<br />

proyectos quedan en <strong>el</strong> camino. Pero, como diría Azorín, su estilo es<br />

«enérgico, apretado, jugoso», y, en <strong>de</strong>finitiva, «lacónico». Tiene cosas<br />

que <strong>de</strong>cir, y poco tiempo que per<strong>de</strong>r, y como sugiere su gran admirador<br />

Schopenhauer, la clave <strong>de</strong> todo estilo es: tener algo que <strong>de</strong>cir. Aquí<br />

vemos un artífice <strong>de</strong> la palabra que transmite la chispa <strong>de</strong> la vida:<br />

«Gracián es un pensador <strong>de</strong> la vida. El pensar que mana <strong>de</strong> una experiencia<br />

intuitiva y directa <strong>de</strong> la vida es un pensar simbólico. Los símbolos,<br />

rostros <strong>de</strong> la vida, expresan los ámbitos más originales <strong>de</strong> nuestra<br />

existencia. La verdad <strong>de</strong> la vida es una verdad figural.» 62<br />

Estamos ante un pensador plástico, <strong>de</strong> gran imaginación. Un filósofo-poeta<br />

<strong>de</strong> la vida en toda su complejidad y dramatismo. Es la época<br />

d<strong>el</strong> gran pensamiento español, con toda su gravedad y entusiasmo.<br />

Gracián, como buen hijo <strong>de</strong> médico, hace una filosofía terapéutica,<br />

como hoy propone Hadot, para un siglo español enfermo con síntomas<br />

<strong>de</strong> un mal incurable: «El Criticón es un documento vivo <strong>de</strong> la crisis <strong>de</strong><br />

la sociedad española d<strong>el</strong> siglo XVII.» 63 Hay una <strong>de</strong>sazón tremenda y se<br />

acumulan las preocupaciones y las monstruosida<strong>de</strong>s. Gracián ve «la<br />

verdad <strong>de</strong> la vida» más allá <strong>de</strong> la representación que se hace en <strong>el</strong> gran<br />

351


teatro d<strong>el</strong> mundo. Por eso es también «padre <strong>de</strong> filósofos», como dijo<br />

Schopenhauer, con ese su <strong>de</strong>spejo que es gallardía en <strong>el</strong> <strong>de</strong>cir, en hacer<br />

y discurrir: H13.<br />

Esa era la circunstancia española <strong>de</strong> su tiempo. Y él sabe que:<br />

«Tanto se requiere en las cosas la circunstancia como la sustancia;<br />

antes bien, lo primero con que topamos no son las esencias <strong>de</strong> las<br />

cosas, sino las apariencias»: D22. En todo se necesita: «La realidad y<br />

<strong>el</strong> modo. No basta la sustancia, requiérese también la circunstancia.<br />

Todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón»: OM14 64 . Luego,<br />

Unamuno concluirá que «toda gran obra es obra <strong>de</strong> circunstancia».<br />

Ortega sentenciará: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a<br />

<strong>el</strong>la no me salvo yo.»<br />

Schopenhauer, en su obra, El mundo como voluntad y representación,<br />

se sorpren<strong>de</strong> d<strong>el</strong> amplio tejido <strong>de</strong> alegorías, llenas <strong>de</strong> sentido, y<br />

d<strong>el</strong> ropaje transparente con que encubre sus verda<strong>de</strong>s morales, la<br />

fecunda invención d<strong>el</strong> autor <strong>de</strong> El Criticón. Gracián se da cuenta <strong>de</strong><br />

que, sin los buenos modos, no se pue<strong>de</strong> trasparentar <strong>el</strong> ser. La apariencia<br />

confirma la realidad. Sin la circunstancia y las cosas concretas, la<br />

realidad no es nada. De hecho, la realidad es cambiante, fluida, y ahí<br />

se tiene que mover nuestro héroe actual. Por tanto, «la realidad se presenta<br />

como algo abierto que se <strong>de</strong>ja constituir por la r<strong>el</strong>ación». Pero la<br />

virtud es perfección interior, proceso permanente: «siempre se ha <strong>de</strong><br />

pasar ad<strong>el</strong>ante en la virtud, que <strong>el</strong> parar es volver atrás»: CII10, como<br />

dijo San Agustín.<br />

De ahí <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong> artificio humano, en Gracián, que no es nada<br />

artificial, como recoge J. G. Gibert: «Hizo la naturaleza al hombre un<br />

compendio <strong>de</strong> todo lo natural; haga lo mismo <strong>el</strong> arte <strong>de</strong> todo lo moral»:<br />

D7. De hecho, <strong>el</strong> héroe, <strong>el</strong> político y <strong>el</strong> discreto son «<strong>el</strong> resultado <strong>de</strong><br />

una sabia y afortunada combinación <strong>de</strong> cualida<strong>de</strong>s innatas o naturales<br />

y capacida<strong>de</strong>s adquiridas o artificiales». Entonces, <strong>el</strong> héroe es <strong>el</strong> varón<br />

máximo con altura <strong>de</strong> ánimo y gran corazón, generoso, heroico. La<br />

magnanimidad, tomada por Gracián, <strong>de</strong> la Ética a Nicómaco es recámara<br />

<strong>de</strong> todas las virtu<strong>de</strong>s, la virtud central que «perfecciona <strong>el</strong> ánimo<br />

para que <strong>de</strong>see, emprenda y ejecute cosas gran<strong>de</strong>s y heroicas».<br />

352<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

64 GARCÍA CASANOVA, J. Fco., Apariencia, DGB., 57.


RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

El héroe, <strong>el</strong> hombre máximo, es muy propio <strong>de</strong> Gracián, pero vertebra<br />

toda la filosofía moral europea d<strong>el</strong> siglo XVII. La magnanimidad aristotélica,<br />

cristianizada por los jesuitas, refleja su confianza radical en <strong>el</strong><br />

hombre perfectible. La esencia d<strong>el</strong> héroe es aspirar al infinito, valentía<br />

d<strong>el</strong> corazón, templanza entre lo infinito y lo finito, regirse por la cordura,<br />

libertad, ecuanimidad, ver los límites d<strong>el</strong> hombre, que incluyen la<br />

«milicia contra la malicia», la emulación, <strong>el</strong>evar las pasiones nobles y<br />

la confianza en <strong>el</strong> hombre. «El héroe, suma <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s exc<strong>el</strong>sas <strong>de</strong> las<br />

que es <strong>el</strong> emblema vivo, cumple con <strong>el</strong> propósito graciano <strong>de</strong> hacer<br />

amar la virtud. Así <strong>el</strong> heroísmo conlleva una estética <strong>de</strong> la acción b<strong>el</strong>la<br />

(primor, realce) como complemento d<strong>el</strong> bien.» 65 Pero hoy se interpreta<br />

la tarea d<strong>el</strong> héroe por proximidad al superhombre <strong>de</strong> Nietzsche.<br />

En fin, sentencia Andreu C<strong>el</strong>ma: «La antropología graciana tiene <strong>el</strong><br />

alma barroca.» 66 Y esa cultura barroca es «<strong>el</strong> a priori histórico d<strong>el</strong><br />

pensamiento graciano». Ahí se sitúa <strong>el</strong> C. La naturaleza humana recibió<br />

<strong>el</strong> arte <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r. El advertido náufrago <strong>de</strong>clara su nombre, Critilo,<br />

e impone al otro hombre <strong>el</strong> <strong>de</strong> Andrenio, «que llenaron bien, <strong>el</strong> uno<br />

en lo juicioso y <strong>el</strong> otro en lo humano»: CI,8. Muchos son los planos,<br />

polos especulativos tomados d<strong>el</strong> humanismo renacentista como la analogía<br />

entre naturaleza, arte y moral, d<strong>el</strong> D. y <strong>el</strong> C. No es una antropología<br />

dualista, sino integradora que valora los sentidos. Gracián son<strong>de</strong>a<br />

al hombre, <strong>de</strong>scubre que es un «animal enfermo» y propone remedios.<br />

Así, entre la dignidad y la miseria humana: «El C. es una <strong>de</strong> las<br />

obras más afirmativas <strong>de</strong> la literatura española. Gracián no con<strong>de</strong>na ni<br />

la naturaleza ni, mucho menos, al hombre, sino la máscara <strong>de</strong>sfigurada<br />

que ha ocupado su puesto», dice E. Lledó. El humanismo subraya la<br />

capacidad infinita d<strong>el</strong> hombre, en la escolástica es un ser «capaz <strong>de</strong><br />

Dios», la mayor <strong>de</strong> las maravillas creadas. La gran<strong>de</strong>za y dignidad<br />

humanas, vistas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Dios horizonte supremo <strong>de</strong> su vida (...), en sus<br />

cualida<strong>de</strong>s «si no rayos, son vislumbres <strong>de</strong> divinidad»: H3. En <strong>el</strong> C.<br />

Dios es <strong>el</strong> horizonte d<strong>el</strong> hombre, norte y centro <strong>de</strong> su vida, su imán y <strong>el</strong><br />

centro don<strong>de</strong> se aquieta. Así: «si la planta al sol, <strong>el</strong> pez al agua, la piedra<br />

al centro y <strong>el</strong> hombre a Dios, Dios hay que es su norte, centro y sol<br />

a quien busque, en quien pare y a quien goce» (CI, 3) 67 .<br />

65 DURIN, K.,«Héroe», en DBG., 138.<br />

66 ANDREU CELMA, J. M.ª, «Hombre», en DBG, 140.<br />

67 Ibíd., 142.<br />

353


El hombre, en <strong>el</strong> mundo, es la coinci<strong>de</strong>ntia oppositorum, ser intermedio,<br />

<strong>de</strong>sgarrado, hombre en tensión, carne y espíritu, nocturno y luminoso:<br />

«El ser humano es <strong>el</strong> ser paradójico por exc<strong>el</strong>encia.» La tesis<br />

medular d<strong>el</strong> C. es la concepción d<strong>el</strong> hombre como ser dual, anfibio, Critilo<br />

y Andrenio, simple y doble a la vez, <strong>de</strong>sgarrado en dos valores que<br />

tira cada uno para su lado. «En la antropología graciana, lo tenebroso,<br />

lejos <strong>de</strong> ser un acci<strong>de</strong>nte, se convierte en un modo <strong>de</strong> ser.» 68 Esta antropología<br />

y su ten<strong>de</strong>ncia al no ser la traduce Critilo en <strong>el</strong> conflicto entre la<br />

vida material que acaba en la cueva <strong>de</strong> la nada (CIII,8) y la c<strong>el</strong>este que<br />

termina en la isla <strong>de</strong> la inmortalidad: CIII,12.<br />

La vida humana en un proceso <strong>de</strong> maduración hasta que <strong>el</strong> hombre llega<br />

a ser «hombre en su punto», es <strong>de</strong>cir, persona. El peregrino, símbolo<br />

universal d<strong>el</strong> hombre, «<strong>el</strong> hombre <strong>de</strong> todos», protagoniza <strong>el</strong> C. «Critilo y<br />

Andrenio son “peregrinos d<strong>el</strong> mundo y <strong>de</strong> la vida” que buscan, movidos<br />

por la nostalgia y la esperanza, la f<strong>el</strong>icidad que no encuentran en este<br />

mundo» (...) «El camino es arduo, difícil y lleno <strong>de</strong> trampas. La sabiduría<br />

y <strong>el</strong> valor son las armas d<strong>el</strong> hombre en su prolija peregrinación.»<br />

Pero a<strong>de</strong>más: «Gracián es <strong>el</strong> guía y <strong>el</strong> Peregrino que, al final, pi<strong>de</strong><br />

para sí y para los dos pasajeros <strong>de</strong> la vida la entrada en la mansión <strong>de</strong><br />

la eternidad. También <strong>el</strong> lector que reconoce en <strong>el</strong> discurso <strong>de</strong> la obra<br />

<strong>el</strong> curso <strong>de</strong> su vida pue<strong>de</strong> entrar en la isla <strong>de</strong> la eternidad tomando “<strong>el</strong><br />

rumbo <strong>de</strong> la virtud insigne, d<strong>el</strong> valor heroico” (CIII,12)» 69 .<br />

Ignacio Gómez <strong>de</strong> Liaño piensa que, a pesar <strong>de</strong> las alabanzas <strong>de</strong><br />

Schopenhauer, Gracián nunca ha gozado en España <strong>de</strong> buena prensa ni<br />

mala... Esa es una consecuencia lógica <strong>de</strong> las plumas untadas, <strong>de</strong><br />

nuestra tierra, pues si no se quiere ver la realidad, con Gracián no hay<br />

que contar. En la «cueva <strong>de</strong> la nada», nos refiere Ignacio G. L., oímos<br />

<strong>de</strong>cir a Critilo: «Toda esta ciencia d<strong>el</strong> saber vivir y gozar para en pensar<br />

en nada y hacer nada y valer nada. Y como yo trato <strong>de</strong> ser algo y<br />

valer mucho, no se me asienta esta poltronería»: CII,8. Cierto, Gracián<br />

es un autor áspero y reb<strong>el</strong><strong>de</strong>, sin temor a los prejuicios, y es también <strong>el</strong><br />

creador <strong>de</strong> un mundo omni-comprensivo, aunque al revés, pero «que se<br />

caracteriza por ofrecer infinidad <strong>de</strong> claves d<strong>el</strong> mundo a <strong>de</strong>rechas» 70 .<br />

68 Marina, 142.<br />

69 ANDREU CELMA, «Hombre», en DBG 143<br />

70 GÓMEZ DE LIAÑO, I., «Gracián o la crítica <strong>de</strong> la razón simbólica», en Cua<strong>de</strong>rno Gris,<br />

1 (1995) 117.<br />

354<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


71 Ibíd., 118.<br />

72 Ibíd., 120.<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

Gracián es un amante d<strong>el</strong> lenguaje preocupado por «la técnica d<strong>el</strong><br />

vivir» y resolver la trama <strong>de</strong> la vida, por los medios que tiene <strong>el</strong> hombre<br />

racional Critilo, para salvar <strong>de</strong> la barbarie al hombre natural,<br />

Andrenio. Gracián no es nada bárbaro, sino muy cuidadoso en auscultar<br />

la anatomía moral humana: CI,9. Y sabe muy bien, como sus admiradores<br />

Voltaire y Schopenhauer, que «la filosofia no se pue<strong>de</strong> proponer<br />

nada más <strong>el</strong>evado que la investigación <strong>de</strong> la condición humana» 71 .<br />

Ahí Gracián pue<strong>de</strong> equipararse a Joyce, Beckett o Borroughs. Por eso<br />

él admiraba tanto la extraña pintura d<strong>el</strong> Bosco. Gracián, como Nietzsche,<br />

Unamuno y Ortega vive en permanente campaña contra <strong>el</strong> vulgo.<br />

Y ama a los clásicos: Séneca, Plutarco o Epicteto, porque consi<strong>de</strong>raba<br />

que: «la vida <strong>de</strong> cada cual es la materia d<strong>el</strong> arte <strong>de</strong> la vida»: CI,15.<br />

Ese es <strong>el</strong> objeto <strong>de</strong> todas sus obras. «Pero, al pasar al Criticón, Gracián<br />

echó <strong>el</strong> resto.» Recogió todo <strong>el</strong> saber humano, más clásico y más<br />

popular, en sus formas más variadas. Y su círculo <strong>de</strong> amista<strong>de</strong>s se sintió<br />

<strong>de</strong>sconcertado. Lo muestra la dura crítica <strong>de</strong> Salinas, escaldado a<br />

su vez d<strong>el</strong> rigor <strong>de</strong> Gracián, al que acusa <strong>de</strong> «revolver los cienos más<br />

hediondos y pestilentes», <strong>de</strong> modo que «siendo lo más que ha recogido<br />

sucios, groseros y vilísimos andrajos; aunque más ha trabajado en componerlos,<br />

no ha podido sacar sino un pap<strong>el</strong> <strong>de</strong> estraza y <strong>de</strong> tan estraza<br />

como El Criticón» 72 .<br />

Es <strong>el</strong> paso a la edad mo<strong>de</strong>rna, emprendido por Gracián, don<strong>de</strong> «<strong>el</strong><br />

centro <strong>de</strong> gravedad <strong>de</strong> su pensamiento es la realidad humana, la vía<br />

que conduce a ser persona». Ahora <strong>el</strong> hombre es <strong>el</strong> gran protagonista,<br />

no otras maravillas d<strong>el</strong> mundo. Pero la Filosofía Natural «no sirve para<br />

centrar al hombre, para meterle en sí mismo, para hacer <strong>de</strong> él persona».<br />

Para esto necesitamos <strong>de</strong> los «libros santos» o los autores que<br />

mejor han conocido la aventura humana y sintetizado su peripecia <strong>de</strong><br />

ser arrojado en <strong>el</strong> mundo, forzado a proyectar su vida y a resolver los<br />

problemas a que ésta enfrenta a todo <strong>el</strong> que «preten<strong>de</strong> ser persona».<br />

Así Gracián ofrece al hombre «una filosofía cortesana, <strong>el</strong> curso <strong>de</strong> tu<br />

vida en un discurso» (P1, «Al que leyere»), don<strong>de</strong> lo esencial no es<br />

dominar al otro, sino «saberse dominar» y «hacerse dueño <strong>de</strong> sí mismo»,<br />

y ahí es don<strong>de</strong> empieza la vida.<br />

355


Todo <strong>el</strong> mundo renacentista y barroco se encuentra en El Criticón<br />

con un profundo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> armonía, pero <strong>de</strong>sconcertado ante los lances<br />

<strong>de</strong> la Fortuna y su acción <strong>de</strong>smedida, como nos enseñó J. <strong>de</strong> Mena en <strong>el</strong><br />

Laberinto <strong>de</strong> Fortuna o las Trescientas. Y sólo la Provi<strong>de</strong>ncia, como<br />

garante que es <strong>de</strong> la razón cósmica e histórica, d<strong>el</strong> presente, <strong>el</strong> pasado<br />

y <strong>el</strong> futuro, pue<strong>de</strong> remediar, y <strong>de</strong> este modo or<strong>de</strong>nar la rueda d<strong>el</strong> tiempo<br />

con los esplendores <strong>de</strong> la peripecia y la diversidad humana. El<br />

mundo humano es un intermedio entre la dicha d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y la <strong>de</strong>sdicha<br />

d<strong>el</strong> infierno, «participa <strong>de</strong> entrambos», pesares y contentos, alterna<br />

males y bienes. Como dice <strong>el</strong> C: «–En vano, ¡oh peregrinos d<strong>el</strong> mundo,<br />

pasajeros <strong>de</strong> la vida!, os cansáis en buscar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cuna a la tumba<br />

esta vuestra imaginada F<strong>el</strong>isinda, que <strong>el</strong> uno llama esposa, <strong>el</strong> otro<br />

madre; ya murió para <strong>el</strong> mundo y vive para <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Hallarla héis allá,<br />

si la supiére<strong>de</strong>s merecer en la tierra.» 73<br />

Gracián no rechaza <strong>el</strong> mundo trascen<strong>de</strong>nte, pues lo consi<strong>de</strong>ra la<br />

verda<strong>de</strong>ra patria d<strong>el</strong> hombre, pero <strong>de</strong>be conseguirse en la tierra siendo<br />

personas auténticas. Es la libertad d<strong>el</strong> hombre la que crea <strong>el</strong> concierto<br />

d<strong>el</strong> mundo o su <strong>de</strong>sconcierto al concertarse con Dios o actuar contra<br />

sus planes. Así <strong>el</strong> suave optimismo d<strong>el</strong> Renacimiento se torna «amargo<br />

pesimismo» en <strong>el</strong> jesuita barroco. Por otra parte, según Ignacio G. L.,<br />

<strong>el</strong> C. estaría or<strong>de</strong>nado, según <strong>el</strong> arte <strong>de</strong> la memoria, por una numerología<br />

basada en los 4 <strong>el</strong>ementos d<strong>el</strong> mundo o la mano <strong>de</strong> oro <strong>de</strong> Cicerón<br />

y <strong>el</strong> número 5, o los 12 signos d<strong>el</strong> zodíaco. Como I. <strong>de</strong> Loyola, Gracián<br />

da una gran importancia a la imaginación, la composición <strong>de</strong> lugar y la<br />

necesidad <strong>de</strong> rendir cuentas <strong>de</strong> la cosas con un cierto examen. De esa<br />

gran imaginación humana y poética gozan también San Juan <strong>de</strong> la Cruz<br />

y Teresa <strong>de</strong> Jesús.<br />

Todos esos autores se centran en <strong>el</strong> cuidado d<strong>el</strong> alma humana, y nos<br />

dan «un mod<strong>el</strong>o acabado d<strong>el</strong> hombre», con su castillo interior, que tiene<br />

su lugar más sublime y <strong>de</strong>finitivo en <strong>el</strong> «Gran templo d<strong>el</strong> Salomón<br />

católico, asombro d<strong>el</strong> hebreo», que es El Escorial. Entre tanto pensamiento<br />

y <strong>de</strong>vaneo, <strong>el</strong> hombre es un volatinero saltimbanqui que marcha<br />

por la cuerda floja d<strong>el</strong> hilo <strong>de</strong> la vida, don<strong>de</strong> unos caen hoy y otros<br />

mañana, como se muestra al final d<strong>el</strong> C., que es como <strong>el</strong> frontispicio<br />

d<strong>el</strong> Así hablaba Zaratustra, don<strong>de</strong> todo <strong>el</strong> pueblo se burla d<strong>el</strong> volatinero<br />

mientras Zaratustra le mira asombrado. «Luego le habló así: El hom-<br />

356<br />

73 Ibíd., 129.<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


74 Ibíd., 137.<br />

75 Ibíd., 140.<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

bre es una cuerda tendida entre <strong>el</strong> animal y <strong>el</strong> superhombre; una cuerda<br />

tendida sobre <strong>el</strong> abismo.» 74<br />

El mito <strong>de</strong> la caverna platónico reaparece también en <strong>el</strong> C. Al principio,<br />

Andrenio sale <strong>de</strong> su cueva para salvar a Critilo <strong>de</strong> la muerte<br />

natural, y, al final, Critilo salva a Andrenio al conseguir «para <strong>el</strong> hombre<br />

natural la inmortalidad». Aquélla era la cueva <strong>de</strong> la ignorancia,<br />

ésta es la d<strong>el</strong> saber, una es muerte en vida, otra vida en muerte, una lleva<br />

al mundo temporal, la otra al eterno. Andrenio anh<strong>el</strong>a la libertad,<br />

consigue <strong>de</strong>senterrarse para nacer a un mundo nuevo y libre.<br />

Pero mientras Critilo visita El Escorial y Aranjuez, Andrenio cae en<br />

brazos <strong>de</strong> Falsirena. Esta es la cueva <strong>de</strong> la lascivia humana y los lazos<br />

d<strong>el</strong> amor <strong>de</strong> la que es muy difícil salir, pues <strong>de</strong> todos los bienes que ha<br />

visto Andrenio, en la tierra y en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, incluido <strong>el</strong> propio sol, «lo que<br />

más me ha contentado es la mujer» 75 . Pero, al fin, Critilo, con la voluntad<br />

salvadora <strong>de</strong> la razón y <strong>el</strong> sexto sentido <strong>de</strong> la necesidad humana,<br />

pues a la fuerza ahorcan, consigue liberar a Andrenio. Luego entran en<br />

la cueva <strong>de</strong> la nada, don<strong>de</strong> vegetan los que han renunciado a una vida<br />

humana propia y a obrar «cosa que valga». Realmente son muertos en<br />

vida, y enterrados vivos por <strong>el</strong> ocio, la flojedad, la poltronería y <strong>el</strong> acomodo<br />

fácil <strong>de</strong> los vicios. A «la cueva <strong>de</strong> la Nada» llegan todos los reinos<br />

y personajes que tiran <strong>de</strong> sí hacia <strong>el</strong> vacío, con su vida paralítica y<br />

su peso inerte.<br />

Luego, en <strong>el</strong> Mesón <strong>de</strong> la Vida, se enfrentan nuestros peregrinos a<br />

«la suegra <strong>de</strong> la vida», que es la muerte. Así muere <strong>el</strong> hombre cuando<br />

llega a su sazón y «había <strong>de</strong> comenzar a vivir», siendo ya verda<strong>de</strong>ra<br />

persona. De este modo «nace bestia y muere muy persona». Un pasajero<br />

<strong>de</strong> la posada les baja a unos sótanos, don<strong>de</strong> encuentran muertos a<br />

todos los conocidos anteriores y, luego, echados <strong>de</strong> menos. Es <strong>el</strong> trance<br />

<strong>de</strong> la muerte, la agonía d<strong>el</strong> hombre, por convites, cenas y males diversos.<br />

Entonces un Peregrino prodigioso se acerca a Critilo y Andrenio y<br />

les invita al Palacio <strong>de</strong> la Vida verda<strong>de</strong>ra y la Isla <strong>de</strong> la Inmortalidad.<br />

Allí sale <strong>el</strong> hombre bruto <strong>de</strong> la última cueva, la muerte, hecho «hombre<br />

sustancial» y «cabal persona». Al rematar su gran obra, Gracián pi<strong>de</strong>,<br />

a quién <strong>de</strong>see ver esto y experimentarlo: «Tome <strong>el</strong> rumbo <strong>de</strong> la Virtud<br />

357


insigne, d<strong>el</strong> Valor heroico, y llegará a parar al teatro <strong>de</strong> la Fama, al trono<br />

<strong>de</strong> la Estimación y al centro <strong>de</strong> la Inmortalidad.» 76<br />

Ignacio Gómez Liaño propone <strong>el</strong> siguiente esquema compositivo<br />

para El Criticón:<br />

1. Un guía variable, extraño y a veces monstruoso, que conduce a<br />

Andrenio-Critilo,<br />

2. Un lugar <strong>de</strong>terminado y variable que sirve <strong>de</strong> escenario al tema,<br />

y don<strong>de</strong> se halla,<br />

3. Una figura alegórica, que ilumina diferentes aspectos <strong>de</strong> la figura<br />

principal.<br />

– La inagotable «fecundidad inventiva» <strong>de</strong> Gracián suaviza <strong>el</strong><br />

esquema 77 .<br />

Para Ab<strong>el</strong>lán, en Gracián, hay una filosofía <strong>antropológica</strong> que no es<br />

pura literatura 78 . Así <strong>el</strong> H, <strong>el</strong> D, y <strong>el</strong> OM proponen un mod<strong>el</strong>o <strong>de</strong> hombre,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista humano, <strong>el</strong> C. <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> punto <strong>de</strong> vista ético,<br />

<strong>el</strong> CM <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista r<strong>el</strong>igioso. Como había dicho Ayala,<br />

se trata <strong>de</strong> una filosofía que salva al hombre en su perfección, pues OM<br />

enseña a saber y sabernos. El hombre <strong>de</strong> Gracián es símbolo <strong>de</strong> una<br />

diferencia, no isomorfa, referente a Dios, la razón, <strong>el</strong> hombre. Un Dios<br />

y un hombre <strong>de</strong> «buen gusto», al que repugna lo injusto, dice Gadamer.<br />

El Criticón tampoco es mera literatura, sino un nuevo «niv<strong>el</strong> <strong>de</strong><br />

reflexión» que da respuesta a la pregunta por <strong>el</strong> sentido <strong>de</strong> la vida y su<br />

gran mod<strong>el</strong>o ético. Así Andrenio es <strong>el</strong> buen salvaje pasional, y Critilo<br />

la civilización y la razón, que, en su viajes por España, Francia e Italia,<br />

por <strong>el</strong> reino <strong>de</strong> Hipocrindia y en busca <strong>de</strong> F<strong>el</strong>isinda, llegan a Roma y a<br />

la Isla <strong>de</strong> la Inmortalidad. Es la peregrinación d<strong>el</strong> Hombre en <strong>el</strong> Mundo.<br />

Toda la vida humana con sus pasiones, razones y sazones, y su pregunta<br />

por <strong>el</strong> hombre. Así Andrenio se interroga como Descartes y Sha-<br />

76 Ibíd., 143.<br />

77 Ibíd., 133-4.<br />

78 ABELLÁN, J. L., «Baltasar Gracián, máxima conciencia filosófica d<strong>el</strong> Barroco», en<br />

H.ª. crítica d<strong>el</strong> Pensamiento Español. 3. D<strong>el</strong> Barroco a la Ilustración (ss. XVII-XVIII),<br />

Madrid 1981, 234. Según M. Batllori: «El Criticón es una nov<strong>el</strong>a filosófica para pensadores,<br />

una obra genial», en GATELL, C., y G. SOLER, «Entrevistan a M. Batllori», en Ínsula,<br />

655-6, 67. Para A. Egido: «Toda la obra <strong>de</strong> Gracián se conforma como un camino <strong>de</strong><br />

sabiduría.»<br />

358<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN


79 Ibíd., 251.<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

kespeare: «¿Qué es esto?, <strong>de</strong>zía, soy o no soy? Pero pues vivo, pues<br />

conozco y advierto, ser tengo. Mas, si soy, ¿quién soy yo? ¿Quién me ha<br />

dado este ser y para qué me lo ha dado?; para estar aquí metido, gran<strong>de</strong><br />

inf<strong>el</strong>icidad (...) ¿Soy bruto como éstos?»: CI,1. Y crecía su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

ver y saber.<br />

En <strong>el</strong> C. aumenta <strong>el</strong> pesimismo <strong>de</strong> la vida. El hombre es, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

lobo y león, basilisco para <strong>el</strong> hombre, pero ahí sigue la ten<strong>de</strong>ncia al<br />

heroísmo y la lucha contra <strong>el</strong> mal. Por una parte, <strong>el</strong> hombre es como<br />

nada, pero, por otra, camina hacia la Inmortalidad, por <strong>el</strong> camino <strong>de</strong> la<br />

virtud, que es la que salva. Algunos dicen que Gracián, en <strong>el</strong> C., no<br />

insiste en <strong>el</strong> cristianismo, pero vemos que va a Roma. Para Ab<strong>el</strong>lán son<br />

las tensiones d<strong>el</strong> barroco, en <strong>el</strong> que, a veces, se separan, para no confundirlos,<br />

lo humano y lo divino, como ocurre también en San Ignacio y<br />

en la nueva política <strong>de</strong> los tacitistas.<br />

Por tanto, estamos ante una filosofía que es la «conciencia int<strong>el</strong>ectual»<br />

<strong>de</strong> una época, como dicen Ab<strong>el</strong>lán y Ayala, una lucha entre la<br />

apariencia y la realidad, en la que Andrenio y Critilo se <strong>de</strong>sengañan,<br />

como El Quijote, para pasar <strong>de</strong> la ilusión, a la realidad. La <strong>de</strong>sgracia es<br />

que <strong>el</strong> hombre muere, precisamente, cuando comienza a ser persona.<br />

En cuanto a España, se trata <strong>de</strong> un país «agridulce», no bueno, pero<br />

tampoco malo, en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> hombre <strong>de</strong>be guardarse d<strong>el</strong> vino que<br />

<strong>de</strong>menta, d<strong>el</strong> sol que abrasa y <strong>de</strong> las lunas femeninas que enloquecen.<br />

Estamos ante un país con tan gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s que parece no tuviera<br />

vicios, y con unos vicios tan gran<strong>de</strong>s como si no tuviera virtu<strong>de</strong>s. En<br />

fin, somos un país poco mejorado, muy poco cuidado y regido sin cultura,<br />

según Gracián y Ab<strong>el</strong>lán 79 . Todo lo contrario <strong>de</strong> lo que ocurre en<br />

Italia: CIII,738-9. Italia está en Europa como una reina, aunque aún<br />

hu<strong>el</strong>e mucho a paganismo, está muy dividida, es poco internacional, se<br />

pier<strong>de</strong> por los franceses y aborrece a los españoles «Atlantes <strong>de</strong> la iglesia<br />

católica romana»: CIII740. Esto es como <strong>de</strong>spreciar uno a su propia<br />

mujer.<br />

Para Ab<strong>el</strong>lán, Gracián influye en La Rochefoucauld y en La Bruyère.<br />

Schopenhauer <strong>de</strong>cía que El C., es una gran obra como El Quijote o<br />

Los viajes <strong>de</strong> Gulliver. Nietzsche veía en Gracián un pensador <strong>de</strong> gran<br />

«sutileza moral. Sin embargo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mi Zarathustra da una impre-<br />

359


sión <strong>de</strong> rococó y <strong>de</strong> sublime filigrana». Para Gracián y para Nietzsche,<br />

la vida un grito d<strong>el</strong> nacer al morir. Nietzsche, una gran sensibilidad;<br />

Gracián un zahorí d<strong>el</strong> hombre, con alma nietscheana, según V. Bouillier.<br />

Y, Nietzsche, a la altura <strong>de</strong> 1881, sentía la necesidad <strong>de</strong> asegurar:<br />

«¡Qué admiración me causa Marco Aur<strong>el</strong>io, y qué admiración Gracián!»<br />

80 Dos gigantes entre los filósofos <strong>de</strong> la moral.<br />

(continuará...)<br />

360<br />

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN<br />

80 JIMÉNEZ MORENO, L., «Presencia <strong>de</strong> B. Gracián en filósofos alemanes: Schopenhauer<br />

y Nietzsche», en BALTASAR GRACIÁN, S<strong>el</strong>ección <strong>de</strong> estudios, investigación actual y<br />

documentación, en Suplementos <strong>de</strong> Anthropos, 37 (1993) 134. El autor precisa muy bien<br />

la r<strong>el</strong>ación <strong>de</strong> Gracián con la filosofía alemana.

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